NUEVA CASA

Félix estaba sentado en el sofá de la mansión, que había adquirido para su jefe.

Se estaba haciendo pasar por un millonario extrovertido, y su jefe estaba ocultando su verdadera identidad.

Ni siquiera Linda sabía la verdad, su idea era sencilla: no alertar a sus enemigos y así sacar la verdad a la luz.

Los haría pedazos; Darío era un hombre vengativo y de cuidado.

Observó a su jefe ingresar por la puerta, parecía estar molesto.

Segundos después miró a la joven entrar a la mansión.

Se veía algo triste, sintió pena por ella, había pasado por tantas cosas en tan poco tiempo.

—Podrías dejar de llorar, acéptalo. Te equivocaste de persona, Sofía, Pablo, nunca te amo, te utilizo para obtener poder y dinero.

—Darío, cálmate —habló Félix.

Se acercó a la joven y le ofreció un poco de agua; podía notar la mirada asesina de su jefe sobre él.

—Te quedarás aquí, no saldrás, no llamarás a nadie, estás muerta, recuérdalo, no me des más problemas, ya tuve suficiente contigo.

Sofía simplemen
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