Pablo, regresó a la oficina, estaba complacido, ¿qué le diría Darío a su novia? Las fotografías hablaban por sí solas. Una sonrisa asomó en los labios del hombre; ese imbécil debía de marcharse de la ciudad lo antes posible.Observó a su hermano ingresar a su oficina, se veía muy tranquilo, lo había enviado a llamar, tenía una gran duda clavada en el pecho. Andrew tomó asiento y miró a su hermano fijamente. —¿Qué necesitas? —Cuarto de mis hombres están muertos, eso sucedió anoche. Andrew lo miró de manera desinteresada, como si nada fuera su problema. —¿Eso que tiene que ver conmigo? Miró fijamente a Pablo, esperando una respuesta. Ese imbécil no era tonto, pero tampoco aceptaría la responsabilidad de lo sucedido. Su hermano no tenía pruebas. —Me di cuenta de que saliste tarde de tu departamento, ibas acompañado, eso me causó curiosidad. —¿Me estás vigilando? Desconfías de mí. Preguntó con cara de disgusto. —Simplemente, quería conocer tu versión de los hechos. —No tengo
Darío regresó al departamento, su novia estaba sentada en el sofá, con un trago en las manos.Podía notar que estaba molesta, eso era lo que quería su sobrino: crearla problemas, no tenía que ser un genio para saberlo. —¿Me vas a decir quién carajos es esa mujer? Quiero una explicación en este momento, Darío. Linda trataba de controlarse, sentía que tenía una daga clavada en el pecho, era realmente doloroso. —Es una amiga —respondió con total tranquilidad —necesitaba de mi ayuda, eso es todo. —Una amiga, ¿desde cuándo tienes amigas? No soy estúpida. Linda negó con la cabeza, estaba molesta, había estado al lado de su novio en todo momento, incluso se fue al exterior para acompañarlo. Pero todo lo que había hecho había sido en vano, a su parecer. —Después de todos estos años me pagas de esa manera. —No tengo ninguna amante, espero lo comprendas. —Mientes, miré esa maldita fotografía y parecía todo lo contrario. Darío caminó a la habitación y dejó de prestarle atención a Linda
Gabriela estaba sentada en una cafetería, era la favorita de Sofía, llevaba unos lentes negros para intentar ocultar el moretón en su rostro.Su padre se alarmó al verla esa mañana, pero no podía hacer nada para cobrar venganza. Pablo era un hombre cruel, era mejor no hacer nada. Bebió un sorbo de su café, debía de llevarle unos documentos a su mayor enemigo, eso la tenía algo preocupada. —¿Pero, qué fue lo que te pasó, Gaby? Diablos, ese moretón es horrible. Gabriela levantó la mirada, observó a Patricia frente a ella, iba con su mejor amiga. —Hipócrita, sabes qué fue lo que me sucedió, no es verdad. Patricia fingió no saber de qué hablaba la mujer, al parecer su prima tenía más vidas que un gato. —De seguro estabas metiendo la nariz donde no debías, no me culpes por eso. —Qué odiosa eres, Patri, solo está preocupada por ti, no tienes que ser grosera. Gabriela se levantó de su asiento, molesta. Esas dos mujeres en realidad eran insoportables. —Cómo debo de tratar a esta muj
Linda lleva unas enormes gafas de sol, no quería que notarán qué había bebido en exceso la noche anterior y que tenía una resaca horrible. Estaba molesta, había ido a un bar a beber con algunas amigas, ni siquiera sabia como había regresado al departamento esa madrugada. Odiaba perder el control de sus emociones, pero qué mujer estaría feliz después de ser engañada. Avanzó lentamente, observó a Aghata sentada en una de las mesas. La mujer la había invitado a almorzar en uno de sus clubs de golf favoritos.Saludó a la mujer y tomó asiento, sentía un dolor de cabeza horrible.Agatha miró a su nuera de pies a cabeza, podía sentir el repugnante olor del alcohol. Pensó que era una mujer decente, no una que se ahogaba en el alcohol con cualquier problema. —Apestas a alcohol, ¿puedo saber qué pasa? —preguntó mirando a la joven fijamente —que era tan importante para que interrumpieras la reunión con mis amigas, cariño. —Lo siento, señora Aghata, pero esto es relevante. Me disculpo por m
Agatha estaba preocupada, que era lo que pasaba por la cabeza de su hijo, quien era esa mujer.No pensaba aceptar a una recién aparecida como esposa de su amado hijo; eso, nunca, debía de ser una mujer con mucha clase, de buena familia. Llamó a su hijo en múltiples ocasiones sin recibir una respuesta. Darío se estaba comportando de manera extraña, debía de mover sus influencias y averiguar por su cuenta lo que sucedía. Tomo su celular y marcó el número de Félix, obviamente ese hombre sabía hasta el último detalle de la vida de su hijo. —Señora, ¿cómo puedo ayudarle? —Llamé a mi hijo mil veces, ¿dónde está metido cuando lo necesito? Félix miró a su jefe cargando bolsas de compras que contenían ropa de bebé; se veía muy dulce de lejos. Pero no podía decirle eso a la señora Agatha. —Se encuentra en una reunión importante de negocios, quiere dejarle un mensaje. —¿Quién es la amante de mi hijo, la conoces, sabes de quién se trata? Félix no podía creer que la señora le preguntara
Darío bajo del auto y cargo a Sofía en sus brazos, la coloco en la cama con suavidad y le quito los zapatos.La miró por unos segundos, luego desvió la mirada y salió de la habitación. Había disfrutado de pasar el día con la joven, estaba tratando de llevarse mejor con ella, a fin de cuentas, ambos eran víctimas. Su asistente cargaba las bolsas de compras. —Iré a descansar, volveré por la mañana, trabajaré desde aquí. —De acuerdo, te estás tomando en serio tu trabajo de cuidador. —Eso creo. —Tu madre, llamo, está furiosa. Darío simplemente asintió con la cabeza, de seguro había escuchado los rumores de los medios. —Elimina esa noticia de la red. —Como usted ordene, amo. Darío regresó en altas horas de la noche al departamento. Linda lo estaba esperando en la sala de estar. —No crees que es algo tarde, llame a tu asistente y ni siquiera quizo decirme dónde estabas. —Estaba ocupado atendiendo negocios. Linda se rio en el rostro de Darío, ella no era estúpida y odiaba que la
Patricia estaba desayunando junto a su novio, su celular empezó a timbrar.Miró la pantalla, se trataba de un número desconocido, decidió responder. —Patricia Zamora, ¿con quién tengo el gusto? —Eso no importa, no es necesario que sepa quién soy. La voz del otro lado de la línea era realmente escalofriante. La mujer sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Era una sensación realmente espantosa. —¿Qué es lo que quiere? Voy a colgar. —Sofía está viva y va a cobrar venganza por lo que le hiciste. Vives en su casa, comes su comida y gastas su dinero, eres una escoria de persona, no vales nada, enterraste el cadáver de alguien más, fingiendo que era el de ella, qué ingenioso. El teléfono cayó de las manos de Patricia; la mujer respiró profundamente una y otra vez. Debía de ser una broma. Pablo se acercó al ver lo pálida que estaba su novia. —¿Amor, estás bien? —preguntó Pablo, preocupado. —Un hombre me llamó, dice que Sofía está viva, eso no puede ser verdad, está muerta, la
Sofía estaba en la cocina tratando de cocinar algo delicioso; era su manera de agradecer a Darío por cuidarla. —Eso no se ve apetitoso —habló Félix mirando la carne medio quemada en la mesa. Sofía se sentía apenada. Darío podía sufrir una indigestión si probaba su comida. En el pasado tenía un chef que le cocinaba lo que ella deseaba comer. No tenía que preocuparse por cosas como esa, su vida era muy fácil en ese entonces. —Mi señora, yo puedo hacerlo —le habló María al ver la cara de decepción de la joven. —Quieres probarlo, quizás sabe mejor de como se ve. Félix se acercó, tomo una cuchara y probó un bocado, pero la comida no tenía bien sabor. —Lo lamento preciosa, pero no tiene buen sabor. Sofía se sentó, había pasado toda la mañana en la cocina y lo que había preparado se veía horrible. —¿Qué huele a quemado? Hablo Darío entrando a la cocina, miro a Sofía con un delantal, en su carita había decepción. Miró lo que había en la mesa, luego su mirada volvió a Sofía. —¿Lo c