Linda lleva unas enormes gafas de sol, no quería que notarán qué había bebido en exceso la noche anterior y que tenía una resaca horrible. Estaba molesta, había ido a un bar a beber con algunas amigas, ni siquiera sabia como había regresado al departamento esa madrugada. Odiaba perder el control de sus emociones, pero qué mujer estaría feliz después de ser engañada. Avanzó lentamente, observó a Aghata sentada en una de las mesas. La mujer la había invitado a almorzar en uno de sus clubs de golf favoritos.Saludó a la mujer y tomó asiento, sentía un dolor de cabeza horrible.Agatha miró a su nuera de pies a cabeza, podía sentir el repugnante olor del alcohol. Pensó que era una mujer decente, no una que se ahogaba en el alcohol con cualquier problema. —Apestas a alcohol, ¿puedo saber qué pasa? —preguntó mirando a la joven fijamente —que era tan importante para que interrumpieras la reunión con mis amigas, cariño. —Lo siento, señora Aghata, pero esto es relevante. Me disculpo por m
Agatha estaba preocupada, que era lo que pasaba por la cabeza de su hijo, quien era esa mujer.No pensaba aceptar a una recién aparecida como esposa de su amado hijo; eso, nunca, debía de ser una mujer con mucha clase, de buena familia. Llamó a su hijo en múltiples ocasiones sin recibir una respuesta. Darío se estaba comportando de manera extraña, debía de mover sus influencias y averiguar por su cuenta lo que sucedía. Tomo su celular y marcó el número de Félix, obviamente ese hombre sabía hasta el último detalle de la vida de su hijo. —Señora, ¿cómo puedo ayudarle? —Llamé a mi hijo mil veces, ¿dónde está metido cuando lo necesito? Félix miró a su jefe cargando bolsas de compras que contenían ropa de bebé; se veía muy dulce de lejos. Pero no podía decirle eso a la señora Agatha. —Se encuentra en una reunión importante de negocios, quiere dejarle un mensaje. —¿Quién es la amante de mi hijo, la conoces, sabes de quién se trata? Félix no podía creer que la señora le preguntara
Darío bajo del auto y cargo a Sofía en sus brazos, la coloco en la cama con suavidad y le quito los zapatos.La miró por unos segundos, luego desvió la mirada y salió de la habitación. Había disfrutado de pasar el día con la joven, estaba tratando de llevarse mejor con ella, a fin de cuentas, ambos eran víctimas. Su asistente cargaba las bolsas de compras. —Iré a descansar, volveré por la mañana, trabajaré desde aquí. —De acuerdo, te estás tomando en serio tu trabajo de cuidador. —Eso creo. —Tu madre, llamo, está furiosa. Darío simplemente asintió con la cabeza, de seguro había escuchado los rumores de los medios. —Elimina esa noticia de la red. —Como usted ordene, amo. Darío regresó en altas horas de la noche al departamento. Linda lo estaba esperando en la sala de estar. —No crees que es algo tarde, llame a tu asistente y ni siquiera quizo decirme dónde estabas. —Estaba ocupado atendiendo negocios. Linda se rio en el rostro de Darío, ella no era estúpida y odiaba que la
Patricia estaba desayunando junto a su novio, su celular empezó a timbrar.Miró la pantalla, se trataba de un número desconocido, decidió responder. —Patricia Zamora, ¿con quién tengo el gusto? —Eso no importa, no es necesario que sepa quién soy. La voz del otro lado de la línea era realmente escalofriante. La mujer sintió un escalofrío recorrerle la espalda. Era una sensación realmente espantosa. —¿Qué es lo que quiere? Voy a colgar. —Sofía está viva y va a cobrar venganza por lo que le hiciste. Vives en su casa, comes su comida y gastas su dinero, eres una escoria de persona, no vales nada, enterraste el cadáver de alguien más, fingiendo que era el de ella, qué ingenioso. El teléfono cayó de las manos de Patricia; la mujer respiró profundamente una y otra vez. Debía de ser una broma. Pablo se acercó al ver lo pálida que estaba su novia. —¿Amor, estás bien? —preguntó Pablo, preocupado. —Un hombre me llamó, dice que Sofía está viva, eso no puede ser verdad, está muerta, la
Sofía estaba en la cocina tratando de cocinar algo delicioso; era su manera de agradecer a Darío por cuidarla. —Eso no se ve apetitoso —habló Félix mirando la carne medio quemada en la mesa. Sofía se sentía apenada. Darío podía sufrir una indigestión si probaba su comida. En el pasado tenía un chef que le cocinaba lo que ella deseaba comer. No tenía que preocuparse por cosas como esa, su vida era muy fácil en ese entonces. —Mi señora, yo puedo hacerlo —le habló María al ver la cara de decepción de la joven. —Quieres probarlo, quizás sabe mejor de como se ve. Félix se acercó, tomo una cuchara y probó un bocado, pero la comida no tenía bien sabor. —Lo lamento preciosa, pero no tiene buen sabor. Sofía se sentó, había pasado toda la mañana en la cocina y lo que había preparado se veía horrible. —¿Qué huele a quemado? Hablo Darío entrando a la cocina, miro a Sofía con un delantal, en su carita había decepción. Miró lo que había en la mesa, luego su mirada volvió a Sofía. —¿Lo c
Agatha estaba realmente preocupada, gracias a su nuera sabía que su hijo salía todas las mañanas y regresaba por las tardes.Pero era consciente de que no iba a la oficina, solo su secretaria se mantenía en ese lugar. Había ido en varias ocasiones y la respuesta de la mujer era la misma. En toda esa semana su hijo no había ido a trabajar. Quería que su hijo se casara con Linda, ella era la mujer perfecta, pero no siempre los hijos estaban de acuerdo con la decisión de los padres. Su hombre de confianza le había dado la información que había solicitado; pero quería verlo con sus propios ojos, de lo contrario no le creería. Agatha empezó a conducir por las abarrotadas calles de la ciudad; había obtenido la información que necesitaba. Quería saber quién era la amante de su hijo, tenía esa duda clavada, que no la dejaba dormir, su intuición de madre le decía que algo no estaba bien. Debía de llegar al fondo de todo eso o se volvería loca. Darío, en algunas ocasiones, era demasiado b
Agatha soltó a la joven.Darío notó las marcas en el brazo de Sofía, quien parecía estar asustada. Sofía corrió a su lado y se ocultó detrás de él. La mujer notó la mirada fría en el rostro de su hijo. María se acercó al escuchar el alboroto y se sorprendió al ver a una mujer desconocida en la mansión. —¿Puedo saber qué hace esa mujer aquí? Supuestamente, debería de estar en el cementerio. Darío sabía que su madre odiaba a Sofía, pero no podía permitir que su secreto saliera a la luz. —Ella es la misteriosa amante de la que todos hablan, no es verdad, que dirá su esposo si se entera de que está aquí. —No puedes hacer eso, mamá —le advirtió Darío —ese hombre es peligroso y lo sabes. Agatha sabía que su hijo tenía razón, había muchos rumores acerca de Pablo, se murmuraba que tenía sus manos manchadas con sangre. —¿Por qué no? Acaso te da miedo que algo malo le pase a esa mujer, ella es tu enemiga, acaso lo olvidas. Darío estaba pensando en una manera de disipar el enojo de su
Gabriela ingresó a un bar, ordenó un par de botellas, quería olvidarse de todo, había perdido a una persona realmente importante en su vida.Se tomó el primer trago; si tan solo ese día la hubiera acompañado, todo sería diferente. Pero la había visto tan feliz con la noticia del embarazo que no se preocupó. Se sentía culpable, el tiempo pasaba, pero el dolor no se iba. Se bebió el segundo trago, estaba molesta con ella misma, con el mundo, como podía haber personas tan malas. —¿Puedo acompañarla señorita?Levantó la vista, encontrándose con la mirada de Andrew. —Me gustaría estar sola por si no le molesta —respondió en tono seco. Andrew la miró fijamente por unos segundos, podía notar la tristeza en el rostro de la joven. —¿Pasa algo? —Está muerta, tenías razón todo este tiempo. Andrew tomó asiento, sabía a lo que se refería. —Las paredes tienen oídos, no hables muy fuerte.La joven frunció los labios con molestia, no quería hablar con nadie en ese momento, pero Andrew parec