Gabriela ingresó a un bar, ordenó un par de botellas, quería olvidarse de todo, había perdido a una persona realmente importante en su vida.Se tomó el primer trago; si tan solo ese día la hubiera acompañado, todo sería diferente. Pero la había visto tan feliz con la noticia del embarazo que no se preocupó. Se sentía culpable, el tiempo pasaba, pero el dolor no se iba. Se bebió el segundo trago, estaba molesta con ella misma, con el mundo, como podía haber personas tan malas. —¿Puedo acompañarla señorita?Levantó la vista, encontrándose con la mirada de Andrew. —Me gustaría estar sola por si no le molesta —respondió en tono seco. Andrew la miró fijamente por unos segundos, podía notar la tristeza en el rostro de la joven. —¿Pasa algo? —Está muerta, tenías razón todo este tiempo. Andrew tomó asiento, sabía a lo que se refería. —Las paredes tienen oídos, no hables muy fuerte.La joven frunció los labios con molestia, no quería hablar con nadie en ese momento, pero Andrew parec
—Eres un imbécil. Darío le mostró una sonrisa. —¿Por qué? Solo intento ayudarla. Carlo colocó todo lo que necesitaba en la mesa, tomó unas gasas y las empapó con alcohol. —Quítate la camisa. Darío hizo lo que le ordenó su amigo; tenía una herida en el abdomen. —Le pediste matrimonio para ayudarla o para evitar que se marchara. Darío frunció los labios, molesto, Carlo parecía leer sus pensamientos. —Trato de ayudarla, si él la encuentra, sabes lo que le haré. —Lo sé, pero de nada te servirá ocultar tus sentimientos. Darío sintió un dolor agonizante en el momento en que el alcohol tocó la herida, se mordió los labios para evitar gritar. —Sentimientos, de que hablas. —Te conozco mejor que nadie, no juegues conmigo. Darío le dedicó una mirada fría a su amigo, eso lo hizo guardar silencio. Tiempo después, Carlo había terminado su trabajo. —Debes de tener cuidado o van a matarte. —Estaré bien, no te preocupes demasiado. —Además, para proponerle matrimonio a una mujer, se nec
3 MESES DESPUÉS.Darío estaba sentado en su escritorio, sumergido entre los papeles. No había sabido de Linda en meses, era como si la tierra se la hubiera tragado. Su vida era más tranquila, respiró profundamente, se sirvió un trago y lo bebió. Sofía había firmado, eran esposos o eso era lo que debían de fingir que eran. —Señor, le llegó esto. Félix se acercó y le entregó una invitación. Siempre le llegaban ese tipo de invitaciones a diferentes fiestas o eventos, nunca asistía. Sacó la invitación del sobre y frunció los labios, molesto. Patricia le había enviado una invitación a una fiesta, para celebrar su compromiso. Una sonrisa asomó en sus labios. ¿Qué era lo que pretendía esa mujer, ponerle celoso? Eso jamás lo conseguiría, ella no era importante para él. —Es una invitación, celebrarán su compromiso. Félix se cruzó de brazos, acaso esa mujer se había vuelto loca. —¿Qué pretende, joderte la vida? —Efectivamente, quiere restregarme en el rostro lo feliz que es con su nu
A la mañana siguiente Sofía despertó por la gran cantidad de luz que entraba a la habitación.Se sentía mucho mejor, parpadeó un par de veces para acostumbrarse a la luz. Observó a Darío, tenía a la pequeña en brazos. Félix estaba sentado en el sofá leyendo un diario. —Qué bueno, que estás despierta, ¿cómo te sientes cariño? —Como si un camión me hubiera arrollado —respondió sentándose en la cama. María ingresó a la habitación, debía ayudar a la jefe a arreglarse, iban a abandonar el hospital. Darío salió de la habitación con la beba en brazos, sus ojitos lo miraban con atención, le parecía muy hermosa. —Pareces, el padre de esa pequeña criatura. Darío le mostró una sonrisa a su amigo. Había pasado al lado de Sofía mucho tiempo, le tenía cariño a la niña. —Bueno, yo soy el padre, he estado pendiente de ella todo este tiempo. Félix lo miró de reojo, le parecía un hombre diferente desde que Sofía había llegado a su vida. —¿Qué harás cuando ella decida marcharse?Darío se quedó
Patricia caminaba de un lado al otro, furiosa; el muy imbécil se había atrevido a amenazarlos.Era muy estúpido o demasiado inteligente para hacer algo como eso. —Voy a matarlo, ese imbécil no se saldrá con la suya. —No actúes por impulso, eso es lo que quiere. Lo invité a nuestra fiesta, allí podrás eliminarlo, si es lo que quieres. Pablo miró a su novia con disgusto, cómo era posible que Patricia hiciera algo como eso. —¿Por qué lo hiciste? —preguntó molesto. —Conocer sus planes, en este momento lo mejor es no hacer nada. En la fiesta puedes colocar algo en su bebida y eliminarlo, manipular la evidencia a cómo lo hiciste con la muerte de Sofía, es más fácil que pegarle un tiro en la cabeza, nadie sabrá nada. Pablo guardó silencio y se quedó pensativo. Su novia tenía razón, entre menos ruido era mejor. —También invité a Gabriela, sé que esa estúpida se trae algo entre manos, terminará en la cárcel y allí encontrará su fin, no te preocupes demasiado. Pablo se relajó un poco. E
Patricia estaba terminando de arreglarse, llevaba un vestido en color rojo, ajustado al cuerpo, quería destacarse entre la multitud.Había contratado al mejor servicio, la mansión de la familia Clark estaba decorada de manera ostentosa. Podía escuchar la música de fondo, se colocó sus tacones y observó su reflejo en el espejo. Tomo una botella y se bebió unos tragos, era su fiesta y lo iba a disfrutar al máximo. Estaba espectacular, el abuelo de Pablo y Cherry no asistirán, estaban en contra de su compromiso, pero eso poco le importaba. Pablo la amaba, era lo único que importaba en ese momento, no podía permitir que nadie opacara su felicidad. Tenía algunos asuntos que atender, le había ordenado servirle un trago especial a Darío y Gabriela debía de sufrir un accidente en prisión, así mataría dos pájaros de un tiro. Bajo las escaleras para recibir a los invitados, había muchas personas importantes, hombres de negocios, modelos, actrices. No esperaba menos, había invitado a las
—¿Por qué te asustas, si estoy muerta?—respondió con una sonrisa maliciosa.Patricia dio un paso atrás presa del pánico, quería salir corriendo, pero sus piernas no se lo permitían. —Esto no es real, tú estás muerta, no puedes ser tú. Tartamudeó la mujer, su rostro estaba pálido, como si la vida hubiera escapado de ella. —Deberías de cuidarte la espalda, querida, puedes terminar muy mal. Sofía se acercó a Patricia lentamente, y en cuestión de minutos la mansión quedó completamente a oscuras. —Estás muerta —susurró Sofía al oído de su prima. Un grito de horror abandonó los labios de Patricia. El grito de la mujer fue escuchado en todo el lugar. Pablo se alarmó al escuchar el grito de su novia en la planta de arriba; habían sufrido un corte eléctrico.Minutos después todo volvió a la normalidad. El hombre subió las escaleras prácticamente corriendo, encontró a Patricia en el suelo inconsciente. —Mi amor, estás bien. ¿Qué sucede, háblame? Pablo levantó a su novia del suelo y la
Pablo miraba las noticias con disgusto. Un canal de cotilleo hablaba del coche calcinado que había sido encontrado en un barranco.Incluso habían dado con la placa, miraba el video con el entrecejo arrugado. Fueron tan imbéciles que especulaban que el coche pertenecía a su difunta esposa. Patricia salía del baño cuando escuchó las noticias. —Esa desgraciada, pensé que solo eran palabrerías, pero se atrevió a sacarlo a la luz. —¿De qué hablas? —Gabriela, me lo dijo anoche, esa maldita ha continuado buscando lo que no debe —replicó molesta —pero no te preocupes, en este unas horas irá directo a la estación de policía, debo de salir un momento. Pablo apagó la televisión, definitivamente las cosas parecían un poco complicadas y se estaba saliendo de su control. —¿Estás bien?—Creo que estaba muy ebria, no fue nada. Pablo asintió con la cabeza, no había otra explicación lógica, sus hombres habían revisado cada centímetro de la mansión sin encontrar una sola huella. Estaba molesto,