ENFERMA

Sofía sentía que las cosas la sobrepasaban, se sentía culpable de lo sucedido.

Acarició su abdomen con cariño, se levantó del sofá y tomó el abrigo, se lo colocó. Hacía algo de frío, y el viento soplaba con fuerza.

Sofía avanzó por el pasillo, la encargada de cuidarla se preocupó al verla tomar el pomo de la puerta.

—Señorita, por favor, no salga, sabe que es peligroso, el señor se preocupará.

—Volveré en unas horas.

—Está oscureciendo, puede pasarle cualquier cosa hay afuera.

Sofía tomó el pomo de la puerta y abrió, se sentía tan sola en ese momento, la brisa fría golpeó su cuerpo y revolvió su cabello.

Avanzo lentamente por la carretera, solo había un lugar al cual quería ir.

Solo había un lugar que la haría sentir mejor, la lluvia empezó a caer a torrenciales.

Pero eso no le importaba. Darío tenía razón, ella no podía ayudar a nadie en ese momento.

Su abdomen estaba abultado, continuó avanzando, se detuvo en el cementerio de la ciudad.

Ingresó al lugar, se detuvo frente a
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