Capítulo 4
Santiago–Sí, asistiré, adiós.
Colgué el teléfono y observé a la “madre” que jugaba con mi hija en el salón mientras me acercaba con un suspiro.
–Helena disculpa lo de hace rato y quería decirte que saldremos esta noche, tenemos un evento hoy en la empresa – le anuncié educadamente.
–Me parece bien, Santiago. Solo que te aclaro que a dónde vayamos a ir, Julieta viene con nosotros. Yo no la pienso dejar con ninguna niñera y en ningún lado.
–Claro, mi hija viene con nosotros. De aquí nos vamos a las ocho.
–De acuerdo.
Cuando estaba listo, me sorprendí al ver en la sala, a mi hija vestida muy hermosa y a Helena vistiendo muy informal.
– ¿Quería ir así? Pensé que sabías qué ponerte.
Lleva a mi hija y camina hacia la puerta.
–No tienes derecho a interferir en mi forma de vestir.
Nos trasladamos con mi chofer a la empresa y en el camino, mi hija me dedicó su primera sonrisa, lo que sin duda me hizo feliz mi noche.
Al llegar a la fiesta entré con mi hija en brazos y con Helena caminando a mi lado, como si en serio fuéramos una familia feliz.
Noté de inmediato las miradas de todas las asistentes a la cena, notando que se quedaron perplejos al verme acompañado de alguien.
Debido a que en todos los eventos de la empresa yo siempre asistía solo.
–Adelante Santiago, ve con tus invitados y dame a Julieta – solicitó Helena – La gente que está presente aquí debe querer hablar contigo.
–Ahorita regreso pequeña – besé a mi hija – Ahora, te dejaré con Helena.
–Gracias.Me separé apenas lo necesario para ir a platicar con unos clientes muy importantes de la constructora y estuve con ellos apenas lo necesario.
Cuando me percaté que unas mujeres no gratas, que eran esposas de unos de mis colaboradores, se habían acercado a mi mesa para burlarse de Helena.
No es que ella me interesara, pero siempre he sido un caballero y nadie se iba a burlar de la mujer que me acompaña y mucho menos, estando mi hija presente.
–Buenas noches, señoras, ¿se les ofrece algo?
Al preguntarles eso, ellas parecieran que se quedaron sin lenguas o que ya no querían usarlas para tirar su veneno.
Ninguna me respondió y la que terminó haciéndolo fue Helena, pues ellas habían sido muy descaradas al agredirla directamente.
–Ellas estaban burlándose de mí – sostuvo Helena – Pero, déjalas Santiago. Lo que digan, a mí no me interesa. Al contrario, me halaga que se tomen la molestia de venir hasta aquí a reírse, eso demuestra que les importo, si no hubieran hecho lo que yo hice con ellas, ignorarlas.
Las mujeres no esperaban esa respuesta de Helena y sus caras se tornaron coloradas de la vergüenza que acababan de pasar.
–Les presento a mi esposa, la señora Treviño – comenté ante su asombro – Sobra pedirles, que pido respeto y buen trato para quién es, a partir de ahora, la futura dueña de la empresa donde trabajan sus esposos.
Ellas, sabían a qué me refería yo con esas palabras, que el cargo de sus esposos ahora iba a depender de lo que dijera Helena, yo no me iba a andar con rodeos.
–Lo sentimos Santiago – se apresuró a decir una de ellas – No era nuestra intención. No sabíamos que tú eras casado.
–Claro que era su intención – las desafió Helena – Si se veía que se divertían atacándome, cuando yo no les falté al respeto a ustedes.
–No lo sientan, les exijo que se disculpen con mi esposa delante de mí – demandé un tanto enojado – Es lo menos que pueden hacer, de paso demuestran un mínimo de la educación que se supone que tienen.
–Lo sentimos mucho, señora – dijeron con la cabeza gacha – Con permiso Santiago, no quisimos molestar. Con permiso.
–Es propio.
Ellas se retiraron como alguien que se roba algo de un establecimiento y quiere salir corriendo, tenían que aprender a respetar a los demás.Me senté a su lado y al poco rato empezaron a servir la cena.
–Te agradezco por lo que hiciste Santiago, pero como te puedes dar cuenta, yo sé defenderme sola.
–Eso lo sé, pero no quiero problemas y además ellas tienen que respetarte. Eres mi esposa ahora y deben tratarte como tal.
Mientras cenábamos pude ver a quién deseaba que no apareciera en la cena, por no estar desde temprano, yo hasta pensé que ella no iba a venir.
Lamentablemente, me equivoqué y eso no fue lo peor, Alicia se saludó con las mujeres a las que hice que se disculparan con Helena y seguramente ellas le iban a decir a Alicia que yo me había casado con Helena.
Traté de pasar eso por alto y terminamos de cenar y fue en ese momento exacto que Alicia, llegó a mi mesa con una cara de coraje y resentimiento.
–Buenas noches, ingeniero y muchas felicidades por su matrimonio – su sarcasmo fue evidente – Para usted y su señora esposa.
–Muchas gracias – Helena le respondió por ambos.
Y no quería que Helena, se diera cuenta de que Alicia era mi amante.
Porque en el contrato estipula en una de las cláusulas.
Que no debía haber ningún compromiso que interfiriera con la crianza de nuestra hija, porque en el momento que nos casamos Helena pasó a ser la madre legal de Julieta.
–Gracias Alicia, ¿se te ofrece algo? – me vi forzado a preguntar.
Sus ojos me miraban fijamente, era como si no quisiera ver ni a Helena, ni a Julieta.
Tenía su mirada clavada en mí, como si quisiera retorcerme el cuello, claro que estaba en todo su derecho de reclamar, porque a mí también me había caído de sorpresa.
–Sí, ingeniero, necesito hablar de algo urgente con usted. En verdad, necesita atenderme, se trata de algo muy importante.
–Regreso, Helena.
Alicia se dio la media vuelta y se condujo a un lugar apartado del salón en el que estaba llevándose a cabo el evento y yo, la seguí.
Menos mal que se contuvo y que no me hizo un escándalo delante de Helena, no quiero perder a mi hija por una tontería ni de Alicia, ni de nadie.Nos detuvimos en un lugar que no nos alcanzaran a ver y ella me dio una cachetada.
–No puedo creer, que seas tan cobarde Santiago, ¿Cuándo me ibas a decir que esa mujer, era tu esposa? Por eso te había venido a buscar y tú actuando como si no la conocieras– De sus ojos salía fuego – Tú llevas casado mucho tiempo con esa mujer seguramente y solo estuviste utilizándome.
–Alicia, permíteme que te explique – le supliqué – Las cosas, no son lo que tú estás pensando.
– ¿Tú qué sabes de lo que pienso? Sí, nunca te he importado. Me debes muchas explicaciones, Santiago, y bien sabes que me las merezco, traes a esa insulsa mujer a la cena sin que yo te importara.
–Por supuesto que te las mereces y te las pienso dar.
–Adelante, te escucho – Alicia golpeaba su zapato en el piso y de sus ojos salía fuego.
Capítulo 5Santiago–Te diré por ahora que me he casado, solamente por mi hija – comenté lo que era verdad – Pero, antes que te hagas ideas erróneas. Ella no es la madre de mi hija, es su tutora. Es todo lo que te puedo decir por ahora.–Esa explicación a mí no me convence de nada Santiago – Alicia hizo aspavientos – No quiero saber más nada de ti, lo nuestro se ha terminado. Adiós.Ella se giró para darme la espalda y se alejó de mí, siendo eso lo menos que yo quería. –Alicia, tú no me puedes dejar así ¿ya no me amas? – Le lancé la interrogante – Sí es así, acepto lo que acabas de decirme.–Claro que te amo, Santiago – sostuvo – Pero, nunca has sido justo conmigo. No me dejas ser modelo, porque tienes celos de todos los hombres que puedan mirarme y tú si te has casado con otra que no soy yo, sin siquiera tener la atención de decírmelo.–Lo siento y te lo explicaré todo mañana en la empresa, te lo prometo. Además de eso, te recompensaré con lo que tú me pidas.–Quiero que me consigas
Capítulo 6HelenaCon la llegada de un nuevo día, Julieta lloraba como todas las mañanas para pedir su biberón y yo con gusto se lo preparaba. De repente, una figura alta se puso delante de mí y me arrebató el biberón.–Yo alimentaré a mi hija con su leche.Vi cómo Santiago susurraba algo en voz baja y luego sacaba torpemente unas cucharadas de leche artificial del bote.Suspiré y reí a carcajadas mientras observaba el ajetreado cuerpo de Santiago.Era evidente que Julieta tampoco se sentía cómoda siendo cargada por su propio padre y no paraba de llorar.–Será mejor que lo haga.Tomé a la pequeña monada de los brazos de Santiago, la acaricié suavemente y luego le llevé el biberón a la boca con delicadeza.De repente siento un calor a mí alrededor y me arden los oídos.–Déjame oler si tienes un aroma especial.Justo cuando sentí que mi corazón latía más rápido y mis mejillas se sonrojaron ligeramente, sonó el teléfono.Al mirar el identificador de llamadas, dejé de sonreír, me aparté
Capítulo 7Helena–Peter, yo quería y aún quiero todo contigo y lo digo de verdad – reconocí – pensé en que formáramos un hogar y una familia juntos con Julieta, pero pudo más mi lealtad a Karla. Quise cumplir lo que le prometí en su lecho de muerte, buscar al padre de su hija y las cosas se dieron demasiado rápido.No iba a permitir que Santiago, iniciara una batalla legal y expusiera a la niña, ella estaba muy pequeña para pasar por un problema que teníamos que resolver los adultos.Santiago no se había puesto a pensar en la salud emocional de Julieta, él solo quería apartarnos y ya estábamos acostumbradas la una a la otra.–Tan rápido que te has casado con él, sin importarte ni mis sentimientos, ni mi corazón, ni el que yo quería darles todo mi amor y protección a Julieta y a ti. Cuanto me arrepiento al haber actuado tan precipitadamente, pero era eso o empezar un proceso que podía durar años. Todo lo había hecho por el bien de mi niña y de seguro lo volvería a hacer si tenía que
Capítulo 8SantiagoNo me agradó ver sufrir así a Helena por un desamor, yo mejor que nadie sabía lo que era sentirse así y en lugar de contribuir a que ella siguiera llorando vi en ese momento la oportunidad perfecta para sincerarme y así evitar problemas posteriores.–Te escucho, Santiago. –Helena, yo tengo algunos años de relación con Alicia. Sé que no tengo ni por qué darte explicaciones, ni tú a mí de nuestras vidas personales de todas formas, es mejor que lo sepas y se eviten malos entendidos.–Ambos tenemos derecho a estar con alguien más y no tienes que decirme nada – ella se rehusaba a oír lo que tenía por decirle – eres libre Santiago, de estar con ella y yo habría hecho lo mismo, hubiera continuado en mi relación con Peter, sí él me hubiera perdonado.–Prosigo, sé que tienes la peor impresión de mí por lo que sucedió con Karla y por lo que has visto de mí, pero no soy un monstruo.–Nunca dije que lo fueras y no tengo ideas sobre ti en mi cabeza. Cada quién es el que es y e
Capítulo 9SantiagoMe dirigí a la sala de juntas con un enojo que me iba a costar disimular frente a mi cliente, Alicia sabía que conmigo no iba, que ella quisiera hacer su voluntad y era infantil de su parte que ella estuviera actuando así, cuando sabe que para que ella haga algo, siempre debo permitírselo yo, era su jefe inmediato, no tenía que pedirle a una sustituta que me dijera que no iba a atenderme hoy.–Buenos días, Santiago.Alguien me dio una palmada en la espalda, me di la vuelta y vi a Armando Morales, mi cliente.–Buenos días, Armando, adelante por favor. Por poco y te me adelantas a esperarme.–Eso es imposible, eres la persona más puntual que he conocido amigo. Cedí el paso a Armando y pasamos a la sala de juntas para tratar un asunto que era del interés de ambos.–Amigo mío, te has olvidado que después de esta junta vamos a ir a la obra.Mi amigo se estaba riendo porque olvidé traer conmigo la ropa para ir a la obra y ahora, tendría que ir con la que llevaba puesta.
Capítulo 10HelenaArreglé a la hermosa Julieta y nos fuimos a mi tienda de regalos como todos los días. Mi estado de ánimo estaba de una forma que no podía ni describirlos, era tan notorio que Ximena, mi ayudante en la tienda, se percató de eso de inmediato, pues no podía disimular como me sentía.–Buenos días Helena ¿estás resfriada? Tienes muy colorada la naríz.–Hola Ximena, no estoy resfriada y no te preocupes ¿tienes algún recado para mí? –Te ha llamado tu mamá. Te dejó el recado que cuando llegaras aquí, la llames porque te ha intentado contactar al celular y le ha sido imposible.–Gracias, ahora la llamo. Échale un ojo, por favor a Julieta.–Si, yo cuido a esta niña hermosa. Huele muy rico a bebé.Ximena siempre me ayuda a cuidar en la tienda a la bebé y aparte de eso, lleva un control de todo. Me ha salvado en muchas ocasiones, cuando hemos tenido pedidos urgentes y realmente me facilita la vida y Julieta la quería mucho siempre se quería ir con ella, me fui a sentar a mi es
Capítulo 11SantiagoDormí con mi hija nuevamente y me percaté que cuando estaba con Julieta, todo mi enojo abandonaba mi cuerpo y cambiaba por una felicidad inexplicable. Mi bebé me hizo esa noche por primera vez unos ojitos de amor y con ese gesto de ternura cerré los ojos y me acurruqué con ella para dormir, era tan tierna y dulce.–Señor Santiago, vengo a traerle algo.Gloria me llamaba y me levanté de la cama para cubrirme con la bata y poder abrirle la puerta.–Buenos días, Gloria.–Buenos días, señor Santiago, le vengo a traer el biberón para Julieta. Lo manda la señora Helena, ella no lo quiso despertar y ha salido a correr.–Muchas gracias, Gloria. Yo se lo doy a mi hija.–Sí, necesita ayuda, estaré en la cocina preparando el desayuno.Mi pequeña pareciera que entendía todo lo que hablé con Gloria, se empezó a mover tiernamente y a agitar sus manitas para tomar su biberón. La cargué en mis brazos y la abracé para darle yo mismo su biberón, cada día que pasaba iba aprendiendo
Capítulo 12HelenaJulieta y yo, nos fuimos a mi tienda de regalos y estuvimos ahí con Ximena ocupadas en el trabajo y eso me distraía de mi espantosa realidad desde que me había casado con Santiago, yo soy una persona muy positiva, lo contrario a él y he llegado a pensar que es eso lo que más le molesta.–Helena, han llegado estos muñecos de peluche.Ximena desempacaba una caja de mercancía y estaba acomodando los peluches nuevos que habían llegado.–Están muy bonitos y vienen de varios tamaños, me llevaré uno para Julieta, ¿cuál te gusta, mi amor?Julieta abría sus ojitos y me entendía perfectamente. A Ximena y a mí nos enterneció que estiraba su manita para tomar el peluchito, mi niña era un amor.–Descuéntalo de mi sueldo uno de los peluches, yo se lo quiero regalar a Julieta.–Gracias, Ximena, por el noble gesto de tu parte. Ya no te diré que no, porque lo harás de todas formas.–A pesar de llevar mucho trabajando juntas, apenas me vas conociendo Helena. Yo he llegado a querer mu