Capítulo 6
HelenaCon la llegada de un nuevo día, Julieta lloraba como todas las mañanas para pedir su biberón y yo con gusto se lo preparaba.
De repente, una figura alta se puso delante de mí y me arrebató el biberón.
–Yo alimentaré a mi hija con su leche.
Vi cómo Santiago susurraba algo en voz baja y luego sacaba torpemente unas cucharadas de leche artificial del bote.
Suspiré y reí a carcajadas mientras observaba el ajetreado cuerpo de Santiago.
Era evidente que Julieta tampoco se sentía cómoda siendo cargada por su propio padre y no paraba de llorar.
–Será mejor que lo haga.
Tomé a la pequeña monada de los brazos de Santiago, la acaricié suavemente y luego le llevé el biberón a la boca con delicadeza.
De repente siento un calor a mí alrededor y me arden los oídos.
–Déjame oler si tienes un aroma especial.
Justo cuando sentí que mi corazón latía más rápido y mis mejillas se sonrojaron ligeramente, sonó el teléfono.
Al mirar el identificador de llamadas, dejé de sonreír, me aparté de Santiago y cogí el teléfono.
–Voy para allá. Hasta luego. Mi amor.
– ¿Quién es ese hombre?
–Regresaré más tarde y gracias Santiago por cuidar a Julieta, y te lo explicaré cuando vuelva.
–No me agradezcas por cuidar de mi hija, soy su padre y creo que siempre lo olvidas.
Le di un beso a Julieta que sonrió cuando lo hice y me regaló unos hermosos ojitos que siempre me hacía, al tener muestras de cariño con ella.
Salí de esa casa en la que ahora vivíamos Julieta y yo y me fui al lugar en el que quedé de verme con ese alguien tan especial para mí, sabiendo que iba a ser una noche difícil al tener que explicarle lo que pasó con mi vida en estos escasos días que no nos vimos.
–Por fin llegas hermosa – él me regaló un bouquet de flores – Helena, te he extrañado mucho.
–Yo también te extrañé Peter y tengo algo muy importante que decirte.
–Será una descortesía de mi parte, pero ahora no te puedo dejar hablar a ti primero y ya sabrás mis motivos.
Peter me tomó con delicadeza de la mano y entramos al restaurante a una parte iluminada muy bien con luces de colores y cajas de chocolates colgando por todos lados, él sabe lo que me encantan.
Me soltó al encontrarnos en el centro del lugar y se iluminaron unas iniciales dentro de un corazón de luces de colores “H & P”.
–Esta es la sorpresa que quería darte, Helena.
Peter me tomó de ambas manos para mirarme a los ojos.
Yo sabía a dónde podía ir todo esto y tenía que impedir que ocurriera y no lo pude hacer.
Peter me ganó soltando mis manos y poniéndose de rodillas en el piso del lugar, sacando detrás de él un hermoso y elegante cofrecito y descubriendo el hermoso anillo de compromiso que ahí dentro reposaba.
–Peter, escúchame – le rogué – por favor, tienes que hacerlo. Yo tengo que decirte algo antes.
–Mi amor, no se te da bien sorprenderte – se lamentó – debes dejarme hacer lo que vine a hacer aquí, por favor.
Sentía que dentro de mí me iba a reventar algo, sin que pudiera hacer nada para impedir lo que iba a pasar.
Peter me iba a pedir matrimonio y yo ¿cómo iba a aceptar?
Cuando ya me encuentro casada con alguien más.
Si tan sólo Karla no hubiera dejado este mundo, ahorita estaría por vivir el momento más feliz de mi vida, pero por lo que estaba presenciando no iba a ser más que el momento más difícil que iba a vivir, sin más remedio tuve que dejar que Peter prosiguiera.
–Helena Altamirano Villarreal, te conozco de toda una vida y la que me resta la quiero pasar a tu lado y no solo a tu lado, también con la hermosa Julieta adoptándola como nuestra hija – Peter expuso sus intenciones – Te amo, eres la mejor mujer y madre que he visto, eres la persona ideal para ser mi compañera de vida y con la que quiero despertar hasta que seamos dos ancianos ¿Te quieres casar conmigo?
Me llevé las manos a la boca y empecé a llorar, por el dolor que esto significaba para mí.
Me había casado con un hombre al que no amo y al que nunca iba a amar seguramente, por ser como es y tengo de rodillas frente a mí al hombre que amo, a mi primero en todo y con el que hubiera querido ser feliz para siempre.
Las personas que estaban en el elegante restaurante al ver la escena, aplaudieron emocionados y Peter sacó el anillo del cofre pensando lo obvio que yo, lloraba de felicidad cuando no era así, mis lágrimas eran de dolor y de tristeza.
–Peter, levántate por favor – tuve fuerzas para pedirle – Yo tengo que decirte algo. Te lo suplico.
–Dile que sí – la gente murmuraba.
Yo me arrodillé junto a Peter y le pedí que saliéramos a hablar teniendo privacidad, jamás le diría mi verdad delante de toda esta gente.
Salimos juntos a un sitio apartado, en el que le iba a decir las cosas.
–Peter yo quiero que sepas que te amo y que mi mayor anhelo es casarme contigo, lamentablemente no puedo hacer eso porque me tuve que casar con alguien más.
–¿Qué has dicho Helena? – En su mirada había dolor y desilusión – Anda, repíteme lo que has dicho.
Saqué de mi bolso el contrato matrimonial para demostrarle a Peter, que esto solo era por cumplir la voluntad de mi amiga Karla y por el bien de su pequeña hija, no por el mío.
Peter lo hojeo y después de unos momentos de tensión y silencio se volvió conmigo, para expresar sus pensamientos y emociones.
–Helena, no puedo creer esto – sonó decepcionado – Te has casado ayer y ¿cuándo me consultaste a mí? Creo que jamás quisiste nada serio conmigo, después de años de noviazgo.
Capítulo 7Helena–Peter, yo quería y aún quiero todo contigo y lo digo de verdad – reconocí – pensé en que formáramos un hogar y una familia juntos con Julieta, pero pudo más mi lealtad a Karla. Quise cumplir lo que le prometí en su lecho de muerte, buscar al padre de su hija y las cosas se dieron demasiado rápido.No iba a permitir que Santiago, iniciara una batalla legal y expusiera a la niña, ella estaba muy pequeña para pasar por un problema que teníamos que resolver los adultos.Santiago no se había puesto a pensar en la salud emocional de Julieta, él solo quería apartarnos y ya estábamos acostumbradas la una a la otra.–Tan rápido que te has casado con él, sin importarte ni mis sentimientos, ni mi corazón, ni el que yo quería darles todo mi amor y protección a Julieta y a ti. Cuanto me arrepiento al haber actuado tan precipitadamente, pero era eso o empezar un proceso que podía durar años. Todo lo había hecho por el bien de mi niña y de seguro lo volvería a hacer si tenía que
Capítulo 8SantiagoNo me agradó ver sufrir así a Helena por un desamor, yo mejor que nadie sabía lo que era sentirse así y en lugar de contribuir a que ella siguiera llorando vi en ese momento la oportunidad perfecta para sincerarme y así evitar problemas posteriores.–Te escucho, Santiago. –Helena, yo tengo algunos años de relación con Alicia. Sé que no tengo ni por qué darte explicaciones, ni tú a mí de nuestras vidas personales de todas formas, es mejor que lo sepas y se eviten malos entendidos.–Ambos tenemos derecho a estar con alguien más y no tienes que decirme nada – ella se rehusaba a oír lo que tenía por decirle – eres libre Santiago, de estar con ella y yo habría hecho lo mismo, hubiera continuado en mi relación con Peter, sí él me hubiera perdonado.–Prosigo, sé que tienes la peor impresión de mí por lo que sucedió con Karla y por lo que has visto de mí, pero no soy un monstruo.–Nunca dije que lo fueras y no tengo ideas sobre ti en mi cabeza. Cada quién es el que es y e
Capítulo 9SantiagoMe dirigí a la sala de juntas con un enojo que me iba a costar disimular frente a mi cliente, Alicia sabía que conmigo no iba, que ella quisiera hacer su voluntad y era infantil de su parte que ella estuviera actuando así, cuando sabe que para que ella haga algo, siempre debo permitírselo yo, era su jefe inmediato, no tenía que pedirle a una sustituta que me dijera que no iba a atenderme hoy.–Buenos días, Santiago.Alguien me dio una palmada en la espalda, me di la vuelta y vi a Armando Morales, mi cliente.–Buenos días, Armando, adelante por favor. Por poco y te me adelantas a esperarme.–Eso es imposible, eres la persona más puntual que he conocido amigo. Cedí el paso a Armando y pasamos a la sala de juntas para tratar un asunto que era del interés de ambos.–Amigo mío, te has olvidado que después de esta junta vamos a ir a la obra.Mi amigo se estaba riendo porque olvidé traer conmigo la ropa para ir a la obra y ahora, tendría que ir con la que llevaba puesta.
Capítulo 10HelenaArreglé a la hermosa Julieta y nos fuimos a mi tienda de regalos como todos los días. Mi estado de ánimo estaba de una forma que no podía ni describirlos, era tan notorio que Ximena, mi ayudante en la tienda, se percató de eso de inmediato, pues no podía disimular como me sentía.–Buenos días Helena ¿estás resfriada? Tienes muy colorada la naríz.–Hola Ximena, no estoy resfriada y no te preocupes ¿tienes algún recado para mí? –Te ha llamado tu mamá. Te dejó el recado que cuando llegaras aquí, la llames porque te ha intentado contactar al celular y le ha sido imposible.–Gracias, ahora la llamo. Échale un ojo, por favor a Julieta.–Si, yo cuido a esta niña hermosa. Huele muy rico a bebé.Ximena siempre me ayuda a cuidar en la tienda a la bebé y aparte de eso, lleva un control de todo. Me ha salvado en muchas ocasiones, cuando hemos tenido pedidos urgentes y realmente me facilita la vida y Julieta la quería mucho siempre se quería ir con ella, me fui a sentar a mi es
Capítulo 11SantiagoDormí con mi hija nuevamente y me percaté que cuando estaba con Julieta, todo mi enojo abandonaba mi cuerpo y cambiaba por una felicidad inexplicable. Mi bebé me hizo esa noche por primera vez unos ojitos de amor y con ese gesto de ternura cerré los ojos y me acurruqué con ella para dormir, era tan tierna y dulce.–Señor Santiago, vengo a traerle algo.Gloria me llamaba y me levanté de la cama para cubrirme con la bata y poder abrirle la puerta.–Buenos días, Gloria.–Buenos días, señor Santiago, le vengo a traer el biberón para Julieta. Lo manda la señora Helena, ella no lo quiso despertar y ha salido a correr.–Muchas gracias, Gloria. Yo se lo doy a mi hija.–Sí, necesita ayuda, estaré en la cocina preparando el desayuno.Mi pequeña pareciera que entendía todo lo que hablé con Gloria, se empezó a mover tiernamente y a agitar sus manitas para tomar su biberón. La cargué en mis brazos y la abracé para darle yo mismo su biberón, cada día que pasaba iba aprendiendo
Capítulo 12HelenaJulieta y yo, nos fuimos a mi tienda de regalos y estuvimos ahí con Ximena ocupadas en el trabajo y eso me distraía de mi espantosa realidad desde que me había casado con Santiago, yo soy una persona muy positiva, lo contrario a él y he llegado a pensar que es eso lo que más le molesta.–Helena, han llegado estos muñecos de peluche.Ximena desempacaba una caja de mercancía y estaba acomodando los peluches nuevos que habían llegado.–Están muy bonitos y vienen de varios tamaños, me llevaré uno para Julieta, ¿cuál te gusta, mi amor?Julieta abría sus ojitos y me entendía perfectamente. A Ximena y a mí nos enterneció que estiraba su manita para tomar el peluchito, mi niña era un amor.–Descuéntalo de mi sueldo uno de los peluches, yo se lo quiero regalar a Julieta.–Gracias, Ximena, por el noble gesto de tu parte. Ya no te diré que no, porque lo harás de todas formas.–A pesar de llevar mucho trabajando juntas, apenas me vas conociendo Helena. Yo he llegado a querer mu
Capítulo 13HelenaA la discusión de ese día siguieron muchas más en los días subsecuentes, porque él discutía por todo y por nada, para mí estaba siendo muy difícil soportar esa vida bajo el mismo techo que una persona como Santiago y necesitaba hablar con la persona que sabía que me iba a escuchar y a ayudar, tomé el teléfono y llamé a mi mamá.–Hola, hija, qué bueno que me has llamado, me tenías muy preocupada. Teníamos varios días sin hablarnos ¿te encuentras bien?–Hola, mamá, no me encuentro bien y necesito hablarte de algo. Por favor te pido que me escuches y que me digas que aunque no te guste lo que te diga, me vas a apoyar.Esto con Santiago, ya me estaba afectando anímicamente, y pensar que esta hubiera sido otra historia, la nuestra con Peter.–Sí, te apoyaré, ahora háblame hija.Desahogué y expuse lo que he vivido en éstos últimos días con mi mamá y ella sé que no estaba de acuerdo, no le pareció que me casara con Santiago y ella tenía razón, las cosas no se podían hacer
Capítulo 14SantiagoMi trabajo iba cada vez mejor, debido a que el proyecto del edificio para mi cliente Armando me abrió las puertas para nuevos contratos con otros clientes. Por algo nunca he dudado que yo he nacido para triunfar, por eso a mí siempre me llegan peticiones de empresarios importantes para que tome sus proyectos.–Permiso, Santiago. Vengo a traerte tu agenda del día.Así me gustaba que Alicia viniera a hacer su trabajo, como lo venía haciendo desde que es mi mano derecha, ¿qué le cuesta? –Pasa, Alicia y cierra la puerta con seguro.Aquí podía haber algo, si se me antojaba que lo hubiera.–Hoy tienes cita en una hora en la obra con el cliente del conjunto habitacional, el que vino ayer Edgar Palacios y después de eso, tienes una junta con la cámara de la industria de la construcción.–Prosigue ¿y después?–Más tarde, la comida con los miembros del colegio de ingenieros.Alicia era la mejor asistente ejecutiva que pude desear, además estaba preciosa y con todos mis cli