RACHEL

Miro a Maximiliano qué me toma de la mano dándome un apretón qué siento que me revitaliza.

No quiero sentirme así vulnerable y más teniendo esa sensación de seguridad a su lado. Pero todo en él, desde su mirada y su calor me hacen sentir en una fortaleza.

Desde la muerte de mis padres siempre hemos sido mi abuela y yo solas luchando y siento que, con él, a mi lado, ya no estoy sola. No quiero desviarme, las palabras de mi amiga ahora toman fuerza y nunca me imaginé que Max se presentara en el hospital.

Me salvo de nuevo, y ya debo parecer la damisela en peligro.

—Deberíamos salir los cuatro, sería genial.

Dice mi amiga y ella como siempre adelantándose a las cosas.

—Tu idea no me desagrada, de hecho, estoy muy de acuerdo.

Secunda Benjamín qué al parecer se llevan muy bien. Mi hijo duerme en mis brazos y escuchamos la plática que tienen los dos, Maximiliano y yo. Mi hijo lo entretengo cuando lo acerco a la ventana para que observe las calles.

Estacionamos al frente de su ca
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