「 ✦ SOLO ERES UNA BASTARDA ✦ 」
UN AÑO ANTES…
― ¡No voy a casarme! ¡No! ¡De ninguna manera! ―Sophia se mantuvo firme, su mirada ardía con una mezcla de miedo y desafío.
Norma, su tía, la miró con sus ojos inyectados en sangre por la furia, se levantó de su silla y caminó alrededor del escritorio con pasos medidos que resonaban en el lujoso estudio.
― ¿Cómo dices? ―preguntó, aunque más parecía una demanda que una pregunta.
―Lo que escuchaste, tía. No voy a casarme solo porque tú no quieres sacrificar a tu hija ―replicó Sophia, su voz era temblorosa, pero llena de valentía.
La ira de Norma estalló como un volcán; su mano se alzó y abofeteó a Sophia con una fuerza que la hizo tambalearse.
―Escúchame bien ―gruñó, para luego agarrar el cabello de Sophia con tanta fuerza que las puntas de sus dedos se volvieron blancas. ―Has sido una m*****a carga en esta casa, una molestia, y si digo que te casas, ¡te casas!
Sophia, con el rostro enrojecido por la bofetada y los ojos acuosos no por el dolor, sino por el coraje, se negó a ceder.
―No ―dijo con determinación, su voz apenas un susurro, pero firme. ―No voy a casarme.
―Norma Sanz la odiaba, sí, odiaba a Sophia con cada fibra de su ser, no solo porque era la hija de su hermana, sino porque representaba todo lo que había despreciado en su vida. La única razón por la cual había aceptado a Sophia bajo su techo era la herencia que el padre desconocido había dejado; algo que le permitiría vivir en comodidad el resto de sus días.
―Bien ―dijo Norma con un tono helado, soltando a Sophia con tal brusquedad que la joven cayó hacia atrás, golpeándose la cabeza contra la mesa frente al sofá. ―Encontraré la manera de doblegarte. De alguna manera u otra conseguiré mis propósitos, Sophia. No lo olvides ―la amenazó con un susurro venenoso ―no eres nadie frente a mí.
Sophia, desde el suelo, levantó la vista hacia la mujer que había hecho de su vida un infierno. Recordó las noches oscuras en el ático y el hambre a la que había sido sometida. Muchos se preguntarían por qué soportó tanto. La respuesta era simple: su madre. Su tía había pagado los gastos médicos de su madre enferma y eso la ataba a esta casa y a esta mujer cruel. Pero en su corazón, Sophia sabía que algún día encontraría la forma de liberarse.
Norma le dio una sonrisa antes de inclinarse hacia ella, sus ojos tan verdes como los de la joven brillaban con un desdén y un odio puro.
―Eres igual a ella ―escupió con desprecio, y su zapato de tacón presionó con fuerza la mano de Sophia.
― ¡Ahhh! ―exclamo Sophia, el dolor irradiando desde su mano aplastada. Pero incluso en medio del tormento, se negó a mostrar su debilidad.
―Tu madre fue una desgracia para nuestra familia, y tú solo eres una bastarda, y, aun así, ¿te crees con derecho a negarte? ―continuó Norma, cada palabra como una daga envenenada destinada a herir.
Sophia levantó sus ojos hacia su tía. A pesar de que las palabras le dolían profundamente, su mirada era desafiante, inquebrantable.
―Ya te dije, no me casaré ―reiteró con una voz que, aunque rasgada por la emoción, no mostraba rastro de duda.
Norma sonrió con más frialdad, un gesto que no llegaba a sus ojos. Asintió lentamente, como si reconociera el desafío de Sophia y lo aceptara. Luego, sin más palabras, retrocedió y se dirigió hacia la salida del estudio, su silueta imponente recortada contra la luz que se filtraba por la puerta.
―Eso lo veremos, querida sobrina ―dijo sin girarse, su voz flotando en el aire con la certeza de una amenaza. ―Eso lo veremos.
Sophia permaneció en el suelo y su cuerpo temblaba con la adrenalina del enfrentamiento. Mientras escuchaba los pasos de su tía, desvanecerse, sabía que este era solo el comienzo de su lucha. Pero estaba decidida; esta era su vida y sería ella quien decidiría su destino, no importaba lo que su cruel tía intentara hacer para controlarla.
Sophia regresó a su habitación y en ese momento sonó su celular, se trataba de Jenna, su mejor amiga.
―Janna…
―Sophia, ¿acaso lo olvidaste?
― ¿Olvidar qué?
―Hoy es mi cambio de departamento, quedaste en venir y ayudar.
Sophia suspiró, de hecho, lo había olvidado, los últimos días había estado enfocada en buscar un trabajo, quería ser independiente y conseguir un trabajo estable que pagara los gastos médicos de su madre y poder finalmente escapar del infierno en el que vivía.
―Bien, estaré allí en media hora.
―Ok, date prisa, luego iremos con los chicos al café.
La llamada se cortó con la risa contagiosa de Jana, se habían conocido en una de las clases de la universidad y desde entonces se habían vuelto mejores amigas. Sophia tomó su bolso y se fue a toda prisa. Cuando la puerta principal de la mansión se cerró, Norma salió del estudio mirando hacia la puerta por donde acababa de salir Sophia.
―Mamá, ¡¿qué vas a hacer?! ―preguntó Serena, la hija biológica de Norma.
De hecho, Serena y Sophia se parecían mucho, todo se debía a que Norma y Natalie eran gemelas.
―Conseguiré la manera cariño, no te preocupes ― miró a su hija y sonrió ―no dejaré que arruines tu vida con un monstruo y además… ―sus labios se apretaron ―… lisiado.
Ella no iba a permitir que su hija arruinara su vida junto a un hombre que estaba condenado a una silla de ruedas.
「 ✦ TE COMPRE UNA ESPOSA ✦ 」―Los envíos están listos. ―dijo André, el mejor amigo y mano derecha de Santino.Santino D’ Luca, sentado en su silla de ruedas, asintió levemente. Sus ojos azules, normalmente llenos de una intensidad ardiente, parecían distantes, perdidos en pensamientos más allá de los negocios.―Los mexicanos estarán contentos con la mercancía. ―continuó André, una sonrisa sutil asomando en sus labios. ―Nos han hecho el pago adelantado. Este será el primero de muchos negocios.Hubo un silencio. André observó cómo su jefe procesaba la información, esperando una reacción que confirmara su presencia en el momento. Pero Santino estaba en otro lugar, su mente atormentada por recuerdos y preguntas sin respuesta.―Santino… ¿Santino, estás escuchando? ―preguntó André, su tono ahora teñido de preocupación.El hombre parpadeó, volviendo al presente con un suspiro casi imperceptible.―Sí. ―respondió con voz ronca, como si cada palabra le costara. ―Dijiste que los mexicanos pagaro
「 ✦ SIN CORAZÓN ✦ 」―Santo cielo, Sophia, ¡estás muy caliente! ―exclamó, Janna, su voz teñida de ansiedad mientras tocaba la frente de su amiga, buscando confirmar sus sospechas.Sophia intentó ofrecer una sonrisa tranquilizadora, aunque pálida y débil.―No te preocupes, estoy bien, solo es un resfriado ―respondió con una voz que pretendía ser firme, pero que no lograba ocultar el leve temblor provocado por la fiebre.Janna frunció el ceño aún más preocupada.―Pero eres asmática y… ―Hizo una pausa, sopesando sus palabras antes de continuar con determinación. ― ¿Sabes qué? Vayamos al hospital.La reacción de Sophia fue inmediata, levantando una mano en señal de detención.―No ―dijo con firmeza, aunque su voz se suavizó al explicar su situación. ―Estoy bien, de verdad, además… no tengo dinero para pagarlo.Su expresión se tornó triste al recordar la dependencia financiera de su tía, ella era quien administraba su herencia y apenas le proporcionaba lo justo para sus gastos universitarios
「 ✦ NO QUIERO QUE MUERA EN MI CASA ✦ 」Cuando Sophia abrió los ojos, su frente se arrugó cuando vio la extraña habitación. Se levantó lentamente y miró a su alrededor solo para encontrarse con una anciana de aspecto dulce.―Qué bueno que despertó, señora ―dijo la mujer acercándose.Sophia frunció más las cejas y repitió.― ¿Señora? Yo… ¿Dónde estoy?―No se levante todavía, pasó una mala noche y el médico dijo que debía descansar. ―dijo la mujer instándola a acostarse.―No… yo… quiero saber dónde estoy.El corazón de Sophia latía a toda velocidad y un nudo se formó en su estómago.―Quiero irme, esta no es mi casa.Salió de la cama tambaleándose y la empleada se apresuró a ayudarla.―Señora… no es bueno que…― ¡No me llames, señora! ―Sophia dijo demasiado alto ―No soy ninguna señora. Esta no es mi casa y exijo saber por qué estoy aquí. Yo… ―se llevó una mano a la cabeza para calmar el dolor.―Señora, usted no puede irse, el joven Santino ya sabe que está aquí y ordenó que le prepararan
「 ✦ PRIMER DESAYUNO EN FAMILIA ✦ 」―Señora, por favor… ―el ama de llaves trató de hacer entrar en razón a Sophia.―Ya te he dicho que me voy. No sé qué demonios pasa, pero no soy ninguna señora y no sé por qué estoy aquí. ¡Exijo ver a ese tal Santino!―Mi señora, por favor, baje la voz. ―El tono de la empleada era nervioso. ―Al joven Santino no le gustan los escándalos y además tiene mal carácter, lo mejor será que lo obedezca en todo.― ¿Obedecer? ―Sophia alzó una ceja. ― ¿Y qué se supone que soy: un perro amaestrado?―No, no, mi señora ―el ama de llaves se apresuró a explicarle. ―Es solo que… ― ella miró hacia la puerta y bajó la voz. ―Él no era así, se volvió así.Las cejas de Sophia se fruncieron y la curiosidad picó en ella.― ¿A qué te refieres?―Bueno, él cambió mucho después del accidente ―dijo la mujer en tono bajo. ―El auto donde viajaban él y su padre explotó, el señor murió y el joven Santino sobrevivió, pero a un alto costo. Su cuerpo quedó lleno de quemaduras y… ―la muje
「 ✦ NO TE CREAS LA SEÑORA ✦ 」Cuando Sophia bajó las escaleras, Santino ya los estaba esperando. El hombre sentado en su silla de ruedas no dejaba de ser atractivo, y ella no pudo evitar detallarlo. Llevaba un antifaz que cubría casi todo su rostro, sin embargo, los apetecibles labios estaban a la vista, y se demoró demasiado tiempo en ellos.«¿Qué te pasa, Sophia? ¡Deja de mirarlo y termina con esto de una buena vez!» Se regañó a sí misma.Sin embargo, sus ojos curiosos no obedecieron; siguió mirando y se detuvo en los guantes de cuero, asumió que seguramente las llamas habían quemado también sus manos. Siguió mirando y, cuando finalmente sus miradas se encontraron, vio los ojos más hermosos que jamás hubiera visto, eran de un azul casi verdoso, y estos hicieron que su corazón se agitara y que su estómago se tensara.Era un hecho: él la ponía nerviosa.De repente, Ángelo soltó su mano y corrió hacia él.― ¡Papi! ―gritó el pequeño, sentándose en su regazo. ― ¡Cumpliste tu promesa, has
「 ✦ UN HOMBRE AMARGADO✦ 」 ―Suéltame ―exigió Sophia con firmeza, su voz temblaba ligeramente por la emoción contenida. Santino apretó su muñeca al punto de que Sophia pensó que le quebraría el hueso. Él la miró fijamente, detallando cada rasgo; sus ojos recorrieron sus labios rosados, ligeramente brillantes por la saliva, vio su pequeña nariz respingona, sus pestañas oscuras que resaltaban aún más el verde furioso de sus ojos. Bajó lentamente la mirada y lo que vio hizo que tragara saliva y que su entrepierna se tensara; la respiración agitada movía de arriba a abajo los redondos pechos de Sophia. Ese día llevaba una camiseta de tirantes, y para su mala suerte, la postura no le ayudaba, así que le estaba dando una vista perfecta a Santino de ellos. ―He dicho que me sueltes ―gruñó nuevamente Sophia forcejeando con él. Por un momento, ambos se perdieron en la mirada del otro, pero no fue hasta que el chófer se aclaró la garganta que cada uno salió de su trance. Santino soltó a Sophia
「 ✦ UN TRABAJO TEMPORAL✦ 」― ¡¿Qué diablos hiciste?! ―gruñó Norma agarrándola del cabello con fiereza.Sophia sintió las uñas clavándose en su cuero cabelludo y sin que lo viera venir fue empujada al suelo. Su cabeza cocho contra la esquina de la mesa y al instante la sangre comenzó a deslizarse por sus sienes.Norma no mostró la mínima empatía o remordimiento por sus acciones.―Lo hiciste a propósito, ¿verdad? ¡Intentaste deliberadamente arruinar el matrimonio acordado entre nuestras dos familias!―No, no, yo no he hecho nada. ―Sophia lucho por levantarse, pero antes de que pudiera hacerlo, Norma pateo con fuerza su estómago.—¡Dime, ¿qué demonios hiciste?! —Norma pateó nuevamente con fuerza el estómago de Sophia. —Ya te dije que no hice nada —respondió Sophia, luchando por agarrar aire. —Él solo me echó, yo… no dije nada.—¡Mentirosa! — gritó su prima Serena, quien la agarró del cabello y la jaló al punto de que unas cuantas hebras quedaron en su mano. —Seguramente lo hiciste para m
「 ✦DESPEDIDA✦ 」 —¡¿Oye, que te pasa?! Es mi teléfono, estaba...—No, no estabas en nada. Recuerda cuál es tu lugar aquí o ¿es que necesitas otra dosis de golpes?Sophia apretó las manos con impotencia. —Dame mi teléfono —exigió.Pero Serena no iba a complacerla, había escuchado un poco de la conversación y la palabra abogado llamo su atención, ella estaba al tanto sobre la herencia de Sophia y lo mucho que su madre anhelaba adueñarse de ella. No podía permitir que ella lo supiera. —Tu aquí no tienes nada, no lo olvides, solo eres una simple recogida. Y esto —movió el teléfono ante ella —Se queda conmigo. No lo necesitas, ¿quien podría querer llamar a una huérfana como tú?La impotencia vibro dentro de Sophia, pero se obligo a contenerla. No obstante replicó. —No soy ninguna huérfana, mi madre sigue viva. Serena se echó a reír divertida.—Oh querida, a tu madre solo le queda poco tiempo, así que... ve considerandote una huérfana desde ahora. No tienes nada, ni a nadie Sophia, estás