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「 ✦ PRIMER DESAYUNO EN FAMILIA ✦ 」

「 ✦ PRIMER DESAYUNO EN FAMILIA ✦ 」

―Señora, por favor… ―el ama de llaves trató de hacer entrar en razón a Sophia.

―Ya te he dicho que me voy. No sé qué demonios pasa, pero no soy ninguna señora y no sé por qué estoy aquí. ¡Exijo ver a ese tal Santino!

―Mi señora, por favor, baje la voz. ―El tono de la empleada era nervioso. ―Al joven Santino no le gustan los escándalos y además tiene mal carácter, lo mejor será que lo obedezca en todo.

― ¿Obedecer? ―Sophia alzó una ceja. ― ¿Y qué se supone que soy: un perro amaestrado?

―No, no, mi señora ―el ama de llaves se apresuró a explicarle. ―Es solo que… ― ella miró hacia la puerta y bajó la voz. ―Él no era así, se volvió así.

Las cejas de Sophia se fruncieron y la curiosidad picó en ella.

― ¿A qué te refieres?

―Bueno, él cambió mucho después del accidente ―dijo la mujer en tono bajo. ―El auto donde viajaban él y su padre explotó, el señor murió y el joven Santino sobrevivió, pero a un alto costo. Su cuerpo quedó lleno de quemaduras y… ―la mujer bajó la cabeza ―sus piernas no volvieron a funcionar. Además, ahora usa una máscara que oculta su rostro y se volvió un ser amargado y frío.

Los ojos verdes de Sophia se dilataron.

― ¿Dices que está en silla de ruedas y usa una máscara?

La mujer asintió.

―Sí, pero ojalá lo hubiera visto antes, no había rostro como el suyo, era guapo y todas las mujeres se morían por estar con él. ―El ama de llaves suspiró. ―Cuando volvió a casa ordenó retirar todas las fotografías de él, dijo que no quería verse como era antes y que estaba prohibido sacarlas del ático.

Sophia estaba muy confundida, pero tenía la leve impresión de que sabía lo que estaba pasando.

―Bueno, el caso es que yo no soy la señora y no voy a casarme con ese tal Santino, por favor ve por él y dile que quiero verlo.

―Señora…

― ¡Que no me llames, señora! ―Sophia la regañó. ―Llámame Sophia si no es mucha molestia.

―Está bien, le diré al joven que usted quiere verlo.

Cuando el ama de llaves se fue, sonó el celular de Sophia, afortunadamente lo había dejado en el bolsillo de su pantalón.

― ¿Hola?

―Gracias a Dios que contestas ―dijo Janna del otro lado. ―Te llamé un par de veces anoche, pero no contestaste, estaba muy preocupada. ¿Cómo estás?

Sophia miró la habitación y suspiró.

―Estoy bien, pero tengo mucho que contarte. ¿Sigue en pie la oferta de mudarme contigo?

―Sabes que sí, ¿ya te decidiste a mandar al diablo a tu tía?

―Digamos que voy a empezar a labrar mi propio camino.

―Esa es la actitud que debiste tener desde un principio, yo voy a apoyarte en todo, y con lo de tu herencia, contratemos un abogado, tu tía…

―Janna, ahora no quiero pensar en eso, lo único que me importa es encontrar un buen trabajo para poder pagar el tratamiento de mi madre. La herencia me da igual.

―No deberías decir eso, no sabes qué tipo de herencia es, quizás tu padre…

―Mi padre nos abandonó a mi madre y a mí. Eso es todo, lo que él me haya dejado no me interesa. Ahora debo colgar, te llamaré más tarde.

Sophia colgó la llamada y se dejó caer en la inmensa cama soltando un suspiro. De repente las cortinas comenzaron a moverse y ella se tensó. Su corazón se agitó y su estómago se entumeció. Y antes de que el grito saliera de sus labios, un pequeño niño apareció delante de ella.

―¡¡MAMI!!

Sophia se quedó congelada por un momento, mirando al pequeño niño que acababa de aparecer de entre las cortinas, llamándola “mami” con una voz que destilaba inocencia y confusión. Por un instante, su corazón se detuvo, y luego, como si se reactivara, comenzó a latir frenéticamente.

― ¿Quién eres tú? ―preguntó, tratando de mantener la calma.

El pequeño de seis se lanzó sobre el regazo de Sophia, ella fue tomada por sorpresa, pero un momento después lo apartó.

―Niño… Yo… no soy tu madre.

―Claro que sí ―respondió el pequeño mirándola con ojos brillantes de emoción. ―Llevo mucho tiempo esperando una madre y finalmente papá me trajo una casa.

«¿Papa? ¿Quiere decir que este niño es hijo de ese tal Santino?» La cabeza de Sophia trabajaba a toda velocidad.

Apartó nuevamente al niño y se agachó delante de él, dándole una sonrisa.

―Creo que hay una confusión, yo no puedo ser tu mami… yo…

Las palabras se cortaron cuando ella vio la carita triste del niño, los ojos que hace un momento brillaban de felicidad ahora estaban llenos de tristeza.

―Pensé que eras tú, papá, dijo que traería una mamá para mí, todos mis amigos de la escuela tienen a sus madres y yo… nunca puedo llevar a la mía a las actividades escolares.

El corazón de Sophia se apretó, ella podía entenderlo más de lo que pensaba. Aunque no tenía seis años, también extrañaba a su madre.

―A ver, primero dime cómo te llamas.

El chiquillo sonrió de nuevo y se presentó.

―Mi nombre es Ángelo D’ Luca y soy hijo de Santino D’ Luca, papá parece amargado, pero es bueno, espero que pronto me den una hermanita… aunque sería mejor un hermano, las niñas son muy tontas y no pueden jugar a…

―Espera, espera… ―Sophia tapo la boca del pequeño ―Creo que vas muy rápido ―dijo nerviosa. ―Yo… no voy a darte una hermanita y tampoco un hermanito, lamento que…

En ese momento la puerta se abrió y era el ama de llaves.

―Señora, el desayuno está listo, el joven Santino se reunirá con usted en un momento.

― ¡Genial! ―exclamo el pequeño Ángelo ―nuestro primer desayuno en familia.

Sophia sintió cómo la situación se deslizaba entre sus dedos como arena. La palabra “familia” resonó en su mente, creando un eco que no podía ignorar. Ángelo, con su inocencia y sus esperanzas, había creado un escenario que Sophia no sabía cómo manejar. Miró al ama de llaves, buscando algún tipo de ayuda o guía en sus ojos, pero la mujer solo le ofreció una sonrisa comprensiva y un gesto para que la siguieran al comedor.

―Vamos, Ángelo ―dijo Sophia finalmente, tomando de la mano al pequeño. A pesar de la confusión y la sorpresa, no podía negar el calor que le producía el entusiasmo del niño. ―Vamos a desayunar.

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