capitulo 2

El sobre negro descansaba sobre la mesa de la cocina de Valeria como si fuera una bomba a punto de explotar. Era elegante, pero intimidante, y parecía completamente fuera de lugar en su pequeño apartamento. Valeria Cruz, decía en letras doradas, con una caligrafía tan impecable que parecía hecha a mano. Había llegado esa mañana con un mensajero que no aceptó preguntas ni explicaciones. Solo dejó el sobre y desapareció.

Valeria lo había abierto con curiosidad, pero al leer su contenido, su corazón dio un vuelco.

"Moretti Enterprises tiene el placer de invitarla a nuestra gala anual benéfica.

Fecha: 20 de enero.

Lugar: Hotel Imperial, Salón Real.

Código de vestimenta: Formal."

El nombre Moretti brillaba en el centro de la invitación como una advertencia. Aunque no sabía mucho sobre Leonardo Moretti, había escuchado lo suficiente para saber que no era un hombre cualquiera. Era un nombre susurrado en los círculos legales con respeto y miedo. Un cliente poderoso, sí, pero también alguien rodeado de rumores oscuros: negocios turbios, conexiones con el bajo mundo, y una reputación de ser implacable con quienes se interponían en su camino.

Valeria frunció el ceño mientras releía la invitación. No tenía sentido. Ella no pertenecía a ese mundo de élite, y aunque su trabajo como abogada la había llevado a tratar con clientes influyentes, nunca había estado en el radar de alguien como Leonardo Moretti. ¿O sí?

"Esto debe ser un error", pensó, dejando el sobre a un lado. Pero una pequeña voz en su interior le decía que no lo era. Recordó al hombre del pasillo, su mirada intensa y la sensación de que algo en ella había captado su atención. ¿Era posible que él estuviera detrás de esto? Sacudió la cabeza, tratando de apartar esa idea. No tenía tiempo para jugar a las adivinanzas, y mucho menos para asistir a una gala que claramente no era para alguien como ella.

Sin embargo, mientras intentaba concentrarse en su trabajo, la invitación seguía llamándola desde la mesa. Era como si el sobre negro la desafiara, recordándole que no importaba cuánto intentara ignorarlo, el nombre Moretti ya estaba entrelazado con su vida.

Esa noche, en el Hotel Imperial...

El Salón Real del Hotel Imperial era un espectáculo deslumbrante. Las paredes estaban decoradas con paneles dorados y candelabros de cristal que lanzaban destellos de luz sobre los invitados. La élite de la ciudad se paseaba con copas de champán en la mano, vestidos de diseñador y trajes impecables, conversando en murmullos elegantes mientras la música suave de un cuarteto de cuerdas llenaba el aire.

Valeria se sentía completamente fuera de lugar. Había pasado horas dudando si debía venir, pero al final, la curiosidad había ganado. Quería saber por qué la habían invitado y, más importante aún, quién estaba detrás de todo esto. Mientras avanzaba entre los invitados, sintió las miradas de varias personas posarse en ella, algunas curiosas, otras claramente juzgándola. Pero lo que más le inquietó fue la sensación de que alguien la estaba observando con demasiada intensidad.

Y entonces lo vio.

Leonardo Moretti estaba de pie cerca del bar, con una copa de whisky en la mano y su habitual expresión imperturbable. Su presencia dominaba la sala, incluso sin esfuerzo. Era el tipo de hombre que no necesitaba alzar la voz para ser escuchado ni hacer un movimiento brusco para ser notado. Su simple existencia parecía exigir respeto y atención.

Sin embargo, esa noche, su atención estaba completamente centrada en una sola cosa: Valeria Cruz. Había estado esperando su llegada desde el momento en que envió la invitación. No estaba seguro de si ella aceptaría, pero algo en su interior le decía que sí. Valeria no era el tipo de mujer que retrocedía ante un desafío, y esta gala era precisamente eso: un desafío.

Cuando finalmente la vio entrar, su respiración se detuvo por un instante. Ella llevaba un vestido negro sencillo, pero que abrazaba su figura con una elegancia que dejaba sin aliento. Su cabello estaba recogido en un moño bajo, y unos pendientes de diamantes pequeños brillaban en sus orejas. No llevaba joyas ostentosas ni maquillaje exagerado, pero su belleza natural destacaba entre el mar de excesos que llenaba la sala.

Leonardo dejó su copa sobre el bar y comenzó a caminar hacia ella. Cada paso que daba parecía calculado, como si supiera exactamente el efecto que tenía sobre las personas. Valeria se obligó a mantener la compostura mientras él se detenía frente a ella.

—Señorita Cruz —dijo, su voz profunda y suave como el terciopelo—. Me alegra que haya aceptado mi invitación.

Valeria alzó una ceja, intentando ignorar el extraño efecto que su presencia tenía sobre ella.

—¿Y por qué me invitó, señor Moretti? —preguntó, cruzando los brazos frente a su pecho. No tenía tiempo para juegos, y quería respuestas.

Leonardo sonrió, un gesto que era más enigmático que cálido.

—Digamos que me intrigó. No suelo encontrarme con personas que me sorprendan, y usted lo hizo.

Valeria lo miró, desconfiada. Había algo en su tono que la hacía sentir como si estuviera jugando un juego cuyo propósito desconocía.

—No soy alguien que disfrute de ser parte de los caprichos de otros, señor Moretti. Si me trajo aquí solo por curiosidad, temo que ha perdido su tiempo.

Leonardo soltó una pequeña risa, un sonido bajo y casi peligroso.

—Le aseguro que no suelo perder el tiempo, señorita Cruz. Pero creo que este no es el lugar adecuado para tener esta conversación. ¿Me concede un momento en privado?

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP