Leonardo se volvió hacia Samuel, su mirada fija y desafiante.—¿Quién realizó el trabajo de decodificación? —preguntó, su voz grave resonando en el aire.Samuel, aún aturdido por el sueño, se encogió de hombros. —El tipo no me dijo su nombre. Solo los demás se referían a él como "J".Leonardo sonrió, una expresión que Valeria encontró inquietante, casi demoníaca. Era como si una parte de él disfrutara de la tensión, del juego de poder que se estaba desarrollando. Valeria sintió una oleada de ira.—¿Cómo puede ser tan frío? —murmuró para sí misma, deseando poder golpearlo.Leonardo no pareció escucharla. En cambio, se volvió hacia Samuel con una seriedad que la hizo contener la respiración. —Debes quedarte en la residencia. No debes salir sin mi permiso.—¿Por qué quieres mantenerlo encerrado? —preguntó Valeria, su voz alzándose, llena de indignación.—No está encerrado —respondió Leonardo, su tono firme—. Es libre de ir donde quiera dentro de la residencia. Además, ¿qué necesitará all
El eco de los tacones resonaba en el mármol pulido de la sala del tribunal. Cada paso de Valeria Cruz desprendía una seguridad que no sentía del todo, pero que había aprendido a proyectar a la perfección. Su cabello castaño caía en ondas suaves sobre sus hombros, y sus ojos oscuros, afilados como cuchillas, escudriñaban cada rincón de la sala mientras se dirigía a su lugar. Era su primer caso grande desde que había sido promovida a abogada principal en la firma Stern & Asociados, y no podía permitirse fallar.Frente a ella estaba el abogado contrario, un hombre de mirada arrogante y sonrisa sardónica, que llevaba días intentando intimidarla con tecnicismos legales y comentarios condescendientes. Pero Valeria no era fácil de quebrar. Había sobrevivido a cosas mucho peores que un abogado egocéntrico. Mientras revisaba sus notas, sintió una presencia. No supo decir por qué, pero algo en el aire cambió, como si alguien la estuviera observando con demasiada intensidad.Desde el fondo de la
El sobre negro descansaba sobre la mesa de la cocina de Valeria como si fuera una bomba a punto de explotar. Era elegante, pero intimidante, y parecía completamente fuera de lugar en su pequeño apartamento. Valeria Cruz, decía en letras doradas, con una caligrafía tan impecable que parecía hecha a mano. Había llegado esa mañana con un mensajero que no aceptó preguntas ni explicaciones. Solo dejó el sobre y desapareció.Valeria lo había abierto con curiosidad, pero al leer su contenido, su corazón dio un vuelco."Moretti Enterprises tiene el placer de invitarla a nuestra gala anual benéfica.Fecha: 20 de enero.Lugar: Hotel Imperial, Salón Real.Código de vestimenta: Formal."El nombre Moretti brillaba en el centro de la invitación como una advertencia. Aunque no sabía mucho sobre Leonardo Moretti, había escuchado lo suficiente para saber que no era un hombre cualquiera. Era un nombre susurrado en los círculos legales con respeto y miedo. Un cliente poderoso, sí, pero también alguien r
El aire fresco del balcón chocó contra el rostro de Valeria, un alivio momentáneo ante la intensidad que irradiaba Leonardo Moretti. Su figura alta y dominante se recortaba contra las luces de la ciudad, pero sus ojos oscuros estaban fijos en ella, como si intentaran descifrarla, como si ella fuera un enigma que él estaba decidido a resolver.Leonardo extendió el sobre que había estado sosteniendo en su mano. Era del mismo color negro que la invitación, pero más delgado. Valeria lo miró con desconfianza antes de aceptarlo.—¿Qué es esto? —preguntó, sin molestarse en ocultar su reticencia.—Respuestas —respondió él, con un tono tan seguro que hizo que su corazón latiera más rápido—. O al menos, el comienzo de ellas.Valeria abrió el sobre con cuidado, sus dedos temblando ligeramente. Dentro había una sola fotografía. Al sacarla, su respiración se detuvo.Era una imagen de su hermano menor, Samuel, tomada claramente sin su conocimiento. Estaba sentado en un café, con su característico c
El reloj marcaba las dos de la madrugada, pero Valeria seguía despierta, sentada en el borde de su cama con el sobre negro todavía en sus manos. La fotografía de Samuel parecía mirarla como un recordatorio constante de lo vulnerable que era su mundo. Había pasado horas dándole vueltas a la conversación con Leonardo, preguntándose si había tomado la decisión correcta al aceptar su oferta."Trabajar para él", pensó con amargura. Como si fuera tan simple. Sabía que aceptar significaba mucho más que eso. Leonardo Moretti no era un hombre que hiciera favores sin esperar algo a cambio, y aunque había dicho que quería su ayuda, Valeria no podía evitar sentir que ella misma era parte del trato.Un golpe suave en la puerta de su apartamento la sacó de sus pensamientos. Su cuerpo se tensó de inmediato. Nadie venía a verla a esas horas. Se levantó con cuidado, sus pasos silenciosos mientras cruzaba la sala. Miró por la mirilla y su corazón se detuvo.Era él.Leonardo Moretti, vestido impecableme
El auto avanzaba por la ciudad en silencio, pero dentro del vehículo, la tensión era palpable. Valeria estaba sentada junto a Leonardo, su cuerpo rígido, sus manos apretadas en el regazo mientras intentaba mantener la calma. Cada fibra de su ser quería gritar, exigir respuestas, pero algo en la expresión de Moretti la detuvo. Su mandíbula estaba tensa, y sus ojos oscuros miraban fijamente al frente, como si estuviera calculando cada posible escenario.Finalmente, no pudo contenerse más.—¿Qué significa que encontraron a mi hermano? —preguntó, su voz temblando ligeramente.Leonardo giró la cabeza hacia ella, su mirada intensa.—Significa que está vivo, por ahora. —La frialdad de su tono la hizo estremecerse—. Pero no está en un lugar seguro.Valeria sintió que el aire abandonaba sus pulmones. La imagen de Samuel, solo y asustado, se formó en su mente. Su hermano siempre había sido su prioridad, su razón para luchar, y ahora estaba en peligro por algo que ella ni siquiera entendía del t
El motor del auto rugía mientras avanzaba por las calles desiertas de la ciudad. Valeria estaba sentada en el asiento trasero, con las manos apretadas sobre su regazo. Leonardo estaba a su lado, con el rostro iluminado por la tenue luz de la pantalla de su teléfono. Estaba enviando mensajes, dando órdenes, su expresión tensa pero controlada.—¿Qué sabemos? —preguntó Valeria, rompiendo el silencio.Leonardo levantó la vista hacia ella. Sus ojos oscuros brillaban con una intensidad que la hizo estremecerse.—Sabemos que está en un almacén en las afueras de la ciudad —respondió—. Es una trampa, por supuesto, pero no tenemos otra opción.Valeria sintió un nudo en el estómago. La idea de que Samuel estuviera en un lugar así, rodeado de peligros, era casi insoportable. Pero también sabía que no podía dejar que el miedo la paralizara. Tenía que ser fuerte, por él.—¿Y cuál es el plan? —preguntó, tratando de mantener su voz firme.Leonardo la miró por un momento, como si estuviera evaluando s
El silencio en el auto era opresivo. Valeria estaba sentada junto a Samuel, quien no dejaba de mirar por la ventana como si temiera que alguien los estuviera siguiendo. Leonardo, por su parte, estaba en el asiento delantero, con la mirada fija en la carretera. Sus manos estaban firmemente sujetas al volante, y aunque su rostro parecía tranquilo, Valeria podía percibir la tensión en su mandíbula apretada.—¿A dónde vamos ahora? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio.Leonardo no respondió de inmediato. Sus ojos permanecieron en la carretera mientras maniobraba el auto con precisión. Después de unos segundos, habló.—A un lugar seguro. Necesitamos tiempo para planear nuestro próximo movimiento.Valeria frunció el ceño.—¿Un lugar seguro? ¿Qué significa eso? ¿Nos vas a esconder en algún sótano hasta que decidas que es seguro salir?Leonardo giró la cabeza hacia ella, su mirada intensa.—Significa que no puedes volver a tu vida normal, Valeria. No después de esto. —Su tono era firme,