El aire fresco del balcón chocó contra el rostro de Valeria, un alivio momentáneo ante la intensidad que irradiaba Leonardo Moretti. Su figura alta y dominante se recortaba contra las luces de la ciudad, pero sus ojos oscuros estaban fijos en ella, como si intentaran descifrarla, como si ella fuera un enigma que él estaba decidido a resolver.
Leonardo extendió el sobre que había estado sosteniendo en su mano. Era del mismo color negro que la invitación, pero más delgado. Valeria lo miró con desconfianza antes de aceptarlo.
—¿Qué es esto? —preguntó, sin molestarse en ocultar su reticencia.
—Respuestas —respondió él, con un tono tan seguro que hizo que su corazón latiera más rápido—. O al menos, el comienzo de ellas.
Valeria abrió el sobre con cuidado, sus dedos temblando ligeramente. Dentro había una sola fotografía. Al sacarla, su respiración se detuvo.
Era una imagen de su hermano menor, Samuel, tomada claramente sin su conocimiento. Estaba sentado en un café, con su característico cabello desordenado y sus auriculares puestos, completamente ajeno al hecho de que alguien lo había estado observando. Valeria sintió un nudo en el estómago. Había pasado meses intentando mantener a Samuel lejos de cualquier peligro, asegurándose de que su vida estuviera lo más lejos posible de los problemas que ella enfrentaba como abogada. Pero ahora, esa sensación de seguridad se desmoronaba frente a sus ojos.
—¿Qué significa esto? —exigió, levantando la vista hacia Leonardo. Su voz era firme, pero había una nota de pánico que no podía disimular.
Leonardo no se inmutó. Su mirada seguía siendo intensa, pero ahora había algo más en ella: una mezcla de seriedad y... ¿protección?
—Significa que no eres tan invisible como crees, Valeria. —Su voz era baja, casi un susurro, pero cada palabra parecía pesar una tonelada—. Hay personas que saben quién eres, quién es tu familia, y están dispuestas a usar eso en tu contra.
Valeria sintió que el suelo bajo sus pies se tambaleaba. Había lidiado con amenazas antes, pero esto era diferente. Esto era personal.
—¿Quién está detrás de esto? —preguntó, su tono más severo ahora.
Leonardo dio un paso más cerca, invadiendo su espacio personal de una manera que la hizo retroceder instintivamente. Pero él no parecía intimidante, al menos no de la forma que esperaba. Había algo casi... tranquilizador en su proximidad, aunque su cabeza le gritaba que no confiara en él.
—Eso es lo que estoy tratando de averiguar —dijo él—. Pero lo que sí sé es que no puedes enfrentarlo sola.
Valeria apretó los labios, su mente trabajando a toda velocidad. No confiaba en él, pero tampoco podía ignorar la evidencia frente a ella. ¿Cómo había conseguido esa foto? ¿Y por qué estaba tan interesado en ayudarla?
—¿Por qué harías esto? —preguntó finalmente, sus ojos buscándolo, intentando descifrar sus verdaderas intenciones—. ¿Qué ganas tú con esto?
Leonardo inclinó ligeramente la cabeza, como si estuviera considerando su respuesta. Luego, una sonrisa lenta y peligrosa se formó en sus labios.
—Digamos que tengo un interés personal en mantenerte a salvo, Valeria. Eres más valiosa de lo que crees.
La declaración la dejó sin palabras. Había algo en su tono que la hacía sentir vulnerable, como si él supiera algo sobre ella que ni siquiera ella misma entendía. Pero antes de que pudiera responder, Leonardo continuó.
—Si quieres proteger a tu hermano, vas a necesitar mi ayuda. Y yo... —hizo una pausa, acercándose aún más hasta que casi podía sentir su aliento contra su piel— ...voy a necesitar algo de ti a cambio.
Valeria lo miró con los ojos entrecerrados, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que no había nada gratuito en este mundo, y menos cuando se trataba de alguien como Leonardo Moretti.
—¿Qué quieres? —preguntó, su voz más baja ahora, casi un susurro.
Leonardo sonrió, pero esta vez su sonrisa no tenía nada de cálida. Era una sonrisa calculadora, peligrosa.
—Quiero que trabajes para mí. Exclusivamente para mí.
Valeria parpadeó, sorprendida.
—¿Qué? ¿Quieres que sea tu abogada?
—No solo eso. —Leonardo negó con la cabeza, su mirada clavada en la de ella—. Quiero que estés a mi lado, que formes parte de mi círculo. Necesito a alguien en quien pueda confiar, alguien que sea lo suficientemente inteligente como para anticiparse a mis enemigos. Y tú, Valeria, eres esa persona.
Ella se quedó en silencio, procesando sus palabras. Todo en su interior le decía que aceptar esa oferta sería un error, que involucrarse con Leonardo Moretti solo la arrastraría a un mundo del que probablemente no podría escapar. Pero al mismo tiempo, sabía que no tenía muchas opciones. Si Samuel estaba en peligro, haría lo que fuera necesario para protegerlo.
—¿Y si digo que no? —preguntó finalmente, levantando la barbilla con desafío.
Leonardo sonrió de nuevo, pero esta vez había un atisbo de algo más en su expresión: respeto.
—Entonces te deseo suerte enfrentándolos sola. Pero te advierto, Valeria... —Se inclinó hacia ella, susurrando las siguientes palabras cerca de su oído— ...no soy el peor hombre que podría cruzarse en tu camino. Y si yo puedo encontrarte, ellos también pueden.
Un escalofrío recorrió su columna mientras Leonardo se alejaba, dándole espacio nuevamente. Valeria sabía que estaba jugando con fuego, pero también sabía que él tenía razón. No podía hacer esto sola.
Finalmente, asintió, su voz firme cuando respondió:
—Está bien. Acepto. Pero si descubro que estás jugando conmigo, Moretti, te aseguro que lo lamentarás.
Leonardo sonrió, como si hubiera esperado exactamente esa respuesta.
—Eso espero, Valeria. Eso espero.
El reloj marcaba las dos de la madrugada, pero Valeria seguía despierta, sentada en el borde de su cama con el sobre negro todavía en sus manos. La fotografía de Samuel parecía mirarla como un recordatorio constante de lo vulnerable que era su mundo. Había pasado horas dándole vueltas a la conversación con Leonardo, preguntándose si había tomado la decisión correcta al aceptar su oferta."Trabajar para él", pensó con amargura. Como si fuera tan simple. Sabía que aceptar significaba mucho más que eso. Leonardo Moretti no era un hombre que hiciera favores sin esperar algo a cambio, y aunque había dicho que quería su ayuda, Valeria no podía evitar sentir que ella misma era parte del trato.Un golpe suave en la puerta de su apartamento la sacó de sus pensamientos. Su cuerpo se tensó de inmediato. Nadie venía a verla a esas horas. Se levantó con cuidado, sus pasos silenciosos mientras cruzaba la sala. Miró por la mirilla y su corazón se detuvo.Era él.Leonardo Moretti, vestido impecableme
El auto avanzaba por la ciudad en silencio, pero dentro del vehículo, la tensión era palpable. Valeria estaba sentada junto a Leonardo, su cuerpo rígido, sus manos apretadas en el regazo mientras intentaba mantener la calma. Cada fibra de su ser quería gritar, exigir respuestas, pero algo en la expresión de Moretti la detuvo. Su mandíbula estaba tensa, y sus ojos oscuros miraban fijamente al frente, como si estuviera calculando cada posible escenario.Finalmente, no pudo contenerse más.—¿Qué significa que encontraron a mi hermano? —preguntó, su voz temblando ligeramente.Leonardo giró la cabeza hacia ella, su mirada intensa.—Significa que está vivo, por ahora. —La frialdad de su tono la hizo estremecerse—. Pero no está en un lugar seguro.Valeria sintió que el aire abandonaba sus pulmones. La imagen de Samuel, solo y asustado, se formó en su mente. Su hermano siempre había sido su prioridad, su razón para luchar, y ahora estaba en peligro por algo que ella ni siquiera entendía del t
El motor del auto rugía mientras avanzaba por las calles desiertas de la ciudad. Valeria estaba sentada en el asiento trasero, con las manos apretadas sobre su regazo. Leonardo estaba a su lado, con el rostro iluminado por la tenue luz de la pantalla de su teléfono. Estaba enviando mensajes, dando órdenes, su expresión tensa pero controlada.—¿Qué sabemos? —preguntó Valeria, rompiendo el silencio.Leonardo levantó la vista hacia ella. Sus ojos oscuros brillaban con una intensidad que la hizo estremecerse.—Sabemos que está en un almacén en las afueras de la ciudad —respondió—. Es una trampa, por supuesto, pero no tenemos otra opción.Valeria sintió un nudo en el estómago. La idea de que Samuel estuviera en un lugar así, rodeado de peligros, era casi insoportable. Pero también sabía que no podía dejar que el miedo la paralizara. Tenía que ser fuerte, por él.—¿Y cuál es el plan? —preguntó, tratando de mantener su voz firme.Leonardo la miró por un momento, como si estuviera evaluando s
El silencio en el auto era opresivo. Valeria estaba sentada junto a Samuel, quien no dejaba de mirar por la ventana como si temiera que alguien los estuviera siguiendo. Leonardo, por su parte, estaba en el asiento delantero, con la mirada fija en la carretera. Sus manos estaban firmemente sujetas al volante, y aunque su rostro parecía tranquilo, Valeria podía percibir la tensión en su mandíbula apretada.—¿A dónde vamos ahora? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio.Leonardo no respondió de inmediato. Sus ojos permanecieron en la carretera mientras maniobraba el auto con precisión. Después de unos segundos, habló.—A un lugar seguro. Necesitamos tiempo para planear nuestro próximo movimiento.Valeria frunció el ceño.—¿Un lugar seguro? ¿Qué significa eso? ¿Nos vas a esconder en algún sótano hasta que decidas que es seguro salir?Leonardo giró la cabeza hacia ella, su mirada intensa.—Significa que no puedes volver a tu vida normal, Valeria. No después de esto. —Su tono era firme,
Valeria estaba sentada en el sofá, mirando con frustración la puerta por la que Leonardo había salido hacía apenas unos minutos. La llamada que había recibido lo había puesto en acción de inmediato, y aunque él le había dicho que se quedara, ella sabía que algo importante estaba ocurriendo.No podía quedarse de brazos cruzados. No después de todo lo que había pasado esa noche.Se levantó y comenzó a caminar por la sala, sus pensamientos girando en torno a las palabras de Leonardo. "Ellos te quieren a ti". ¿Por qué? ¿Qué podía tener ella que fuera tan importante para un grupo de criminales? Era una simple abogada, no alguien con secretos o conexiones peligrosas. Al menos, eso era lo que siempre había creído.Mientras caminaba, sus ojos se posaron en la mesa donde Leonardo había dejado su vaso de whisky. Junto a él, había un pequeño dispositivo, algo que parecía un auricular. Valeria lo tomó con cuidado, examinándolo. Era un comunicador, probablemente conectado a los hombres de Leonardo
El frío de la noche mordía la piel de Valeria mientras corría junto a Leonardo. Su mano seguía firmemente entrelazada con la de él, y aunque quería soltarla, algo en la intensidad de su agarre le decía que no era el momento para discutir.—¿A dónde vamos? —preguntó, tratando de mantener el ritmo.Leonardo no respondió de inmediato. Su mirada estaba fija en el edificio frente a ellos, una estructura abandonada con ventanas rotas y grafitis en las paredes. Había algo en su postura, una mezcla de tensión y determinación, que le hizo darse cuenta de que esto no era solo una misión más para él. Esto era personal.Cuando llegaron a la entrada del edificio, Leonardo se detuvo y la miró directamente a los ojos.—Escúchame bien, Valeria. —Su voz era baja pero firme—. No importa lo que pase ahí dentro, quédate detrás de mí. ¿Entendido?Valeria frunció el ceño, cruzándose de brazos.—¿Y qué pasa si no quiero quedarme detrás de ti? No soy una niña indefensa, Leonardo.Él soltó un suspiro, pasando
El silencio en la habitación era tan denso que parecía absorber cada respiración. Valeria se mantenía firme frente a Marco, aunque por dentro sentía el peso de cada mirada clavada en ella. Sabía que estaba caminando sobre una cuerda floja, pero no podía retroceder ahora.Marco dio un paso hacia ella, su sonrisa burlona intacta.—Bien, abogada. Si quieres negociar conmigo, tendrás que demostrar que eres tan lista como dices. —Su tono era ligero, casi divertido, pero sus ojos oscuros estaban llenos de amenaza—. Te haré una pregunta. Si la respondes correctamente, dejaré ir a tu hermano. Pero si fallas… bueno, digamos que las cosas se pondrán interesantes.Leonardo dio un paso adelante, su expresión una mezcla de furia y preocupación.—Esto es una pérdida de tiempo, Marco. Si quieres negociar, negocia conmigo. Ella no tiene nada que ver con esto.Marco levantó una mano, deteniéndolo.—Tranquilo, Moretti. Tu pequeña abogada fue quien quiso intervenir. Ahora, déjala jugar. —Se giró hacia V
El aire fresco de la noche envolvía a Valeria mientras caminaban hacia el auto. A pesar de la aparente victoria, una sensación de inquietud la acompañaba. Marco no era alguien que se diera por vencidoUna vez dentro del vehículo, Leonardo arrancó el motor con un rugido que resonó en la oscuridad. El silencio entre ellos era palpable, cargado de emociones no expresadas. Valeria miró por la ventana, tratando de procesar todo lo que había sucedido.—¿Qué demonios pensabas? —preguntó Leonardo, su tono cortante como un cuchillo.Valeria giró la cabeza para enfrentarlo, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a desvanecerse, dejando lugar a la tensión acumulada.—Hice lo que tenía que hacer para salvarnos, Leonardo. No podía dejar que te lastimaran.—Pero arriesgaste todo. No sabes a qué te estás enfrentando. Marco es un jugador peligroso.Valeria apretó los labios, sintiendo que su paciencia se agotaba. —Y tú no estás en posición de darme lecciones. ¿Acaso crees que no sé lo que está en jue