capitulo 3

El aire fresco del balcón chocó contra el rostro de Valeria, un alivio momentáneo ante la intensidad que irradiaba Leonardo Moretti. Su figura alta y dominante se recortaba contra las luces de la ciudad, pero sus ojos oscuros estaban fijos en ella, como si intentaran descifrarla, como si ella fuera un enigma que él estaba decidido a resolver.

Leonardo extendió el sobre que había estado sosteniendo en su mano. Era del mismo color negro que la invitación, pero más delgado. Valeria lo miró con desconfianza antes de aceptarlo.

—¿Qué es esto? —preguntó, sin molestarse en ocultar su reticencia.

—Respuestas —respondió él, con un tono tan seguro que hizo que su corazón latiera más rápido—. O al menos, el comienzo de ellas.

Valeria abrió el sobre con cuidado, sus dedos temblando ligeramente. Dentro había una sola fotografía. Al sacarla, su respiración se detuvo.

Era una imagen de su hermano menor, Samuel, tomada claramente sin su conocimiento. Estaba sentado en un café, con su característico cabello desordenado y sus auriculares puestos, completamente ajeno al hecho de que alguien lo había estado observando. Valeria sintió un nudo en el estómago. Había pasado meses intentando mantener a Samuel lejos de cualquier peligro, asegurándose de que su vida estuviera lo más lejos posible de los problemas que ella enfrentaba como abogada. Pero ahora, esa sensación de seguridad se desmoronaba frente a sus ojos.

—¿Qué significa esto? —exigió, levantando la vista hacia Leonardo. Su voz era firme, pero había una nota de pánico que no podía disimular.

Leonardo no se inmutó. Su mirada seguía siendo intensa, pero ahora había algo más en ella: una mezcla de seriedad y... ¿protección?

—Significa que no eres tan invisible como crees, Valeria. —Su voz era baja, casi un susurro, pero cada palabra parecía pesar una tonelada—. Hay personas que saben quién eres, quién es tu familia, y están dispuestas a usar eso en tu contra.

Valeria sintió que el suelo bajo sus pies se tambaleaba. Había lidiado con amenazas antes, pero esto era diferente. Esto era personal.

—¿Quién está detrás de esto? —preguntó, su tono más severo ahora.

Leonardo dio un paso más cerca, invadiendo su espacio personal de una manera que la hizo retroceder instintivamente. Pero él no parecía intimidante, al menos no de la forma que esperaba. Había algo casi... tranquilizador en su proximidad, aunque su cabeza le gritaba que no confiara en él.

—Eso es lo que estoy tratando de averiguar —dijo él—. Pero lo que sí sé es que no puedes enfrentarlo sola.

Valeria apretó los labios, su mente trabajando a toda velocidad. No confiaba en él, pero tampoco podía ignorar la evidencia frente a ella. ¿Cómo había conseguido esa foto? ¿Y por qué estaba tan interesado en ayudarla?

—¿Por qué harías esto? —preguntó finalmente, sus ojos buscándolo, intentando descifrar sus verdaderas intenciones—. ¿Qué ganas tú con esto?

Leonardo inclinó ligeramente la cabeza, como si estuviera considerando su respuesta. Luego, una sonrisa lenta y peligrosa se formó en sus labios.

—Digamos que tengo un interés personal en mantenerte a salvo, Valeria. Eres más valiosa de lo que crees.

La declaración la dejó sin palabras. Había algo en su tono que la hacía sentir vulnerable, como si él supiera algo sobre ella que ni siquiera ella misma entendía. Pero antes de que pudiera responder, Leonardo continuó.

—Si quieres proteger a tu hermano, vas a necesitar mi ayuda. Y yo... —hizo una pausa, acercándose aún más hasta que casi podía sentir su aliento contra su piel— ...voy a necesitar algo de ti a cambio.

Valeria lo miró con los ojos entrecerrados, su corazón latiendo con fuerza. Sabía que no había nada gratuito en este mundo, y menos cuando se trataba de alguien como Leonardo Moretti.

—¿Qué quieres? —preguntó, su voz más baja ahora, casi un susurro.

Leonardo sonrió, pero esta vez su sonrisa no tenía nada de cálida. Era una sonrisa calculadora, peligrosa.

—Quiero que trabajes para mí. Exclusivamente para mí.

Valeria parpadeó, sorprendida.

—¿Qué? ¿Quieres que sea tu abogada?

—No solo eso. —Leonardo negó con la cabeza, su mirada clavada en la de ella—. Quiero que estés a mi lado, que formes parte de mi círculo. Necesito a alguien en quien pueda confiar, alguien que sea lo suficientemente inteligente como para anticiparse a mis enemigos. Y tú, Valeria, eres esa persona.

Ella se quedó en silencio, procesando sus palabras. Todo en su interior le decía que aceptar esa oferta sería un error, que involucrarse con Leonardo Moretti solo la arrastraría a un mundo del que probablemente no podría escapar. Pero al mismo tiempo, sabía que no tenía muchas opciones. Si Samuel estaba en peligro, haría lo que fuera necesario para protegerlo.

—¿Y si digo que no? —preguntó finalmente, levantando la barbilla con desafío.

Leonardo sonrió de nuevo, pero esta vez había un atisbo de algo más en su expresión: respeto.

—Entonces te deseo suerte enfrentándolos sola. Pero te advierto, Valeria... —Se inclinó hacia ella, susurrando las siguientes palabras cerca de su oído— ...no soy el peor hombre que podría cruzarse en tu camino. Y si yo puedo encontrarte, ellos también pueden.

Un escalofrío recorrió su columna mientras Leonardo se alejaba, dándole espacio nuevamente. Valeria sabía que estaba jugando con fuego, pero también sabía que él tenía razón. No podía hacer esto sola.

Finalmente, asintió, su voz firme cuando respondió:

—Está bien. Acepto. Pero si descubro que estás jugando conmigo, Moretti, te aseguro que lo lamentarás.

Leonardo sonrió, como si hubiera esperado exactamente esa respuesta.

—Eso espero, Valeria. Eso espero.

Sigue leyendo en Buenovela
Escanea el código para descargar la APP

Capítulos relacionados

Último capítulo

Escanea el código para leer en la APP