El silencio en el auto era opresivo. Valeria estaba sentada junto a Samuel, quien no dejaba de mirar por la ventana como si temiera que alguien los estuviera siguiendo. Leonardo, por su parte, estaba en el asiento delantero, con la mirada fija en la carretera. Sus manos estaban firmemente sujetas al volante, y aunque su rostro parecía tranquilo, Valeria podía percibir la tensión en su mandíbula apretada.—¿A dónde vamos ahora? —preguntó finalmente, rompiendo el silencio.Leonardo no respondió de inmediato. Sus ojos permanecieron en la carretera mientras maniobraba el auto con precisión. Después de unos segundos, habló.—A un lugar seguro. Necesitamos tiempo para planear nuestro próximo movimiento.Valeria frunció el ceño.—¿Un lugar seguro? ¿Qué significa eso? ¿Nos vas a esconder en algún sótano hasta que decidas que es seguro salir?Leonardo giró la cabeza hacia ella, su mirada intensa.—Significa que no puedes volver a tu vida normal, Valeria. No después de esto. —Su tono era firme,
Valeria estaba sentada en el sofá, mirando con frustración la puerta por la que Leonardo había salido hacía apenas unos minutos. La llamada que había recibido lo había puesto en acción de inmediato, y aunque él le había dicho que se quedara, ella sabía que algo importante estaba ocurriendo.No podía quedarse de brazos cruzados. No después de todo lo que había pasado esa noche.Se levantó y comenzó a caminar por la sala, sus pensamientos girando en torno a las palabras de Leonardo. "Ellos te quieren a ti". ¿Por qué? ¿Qué podía tener ella que fuera tan importante para un grupo de criminales? Era una simple abogada, no alguien con secretos o conexiones peligrosas. Al menos, eso era lo que siempre había creído.Mientras caminaba, sus ojos se posaron en la mesa donde Leonardo había dejado su vaso de whisky. Junto a él, había un pequeño dispositivo, algo que parecía un auricular. Valeria lo tomó con cuidado, examinándolo. Era un comunicador, probablemente conectado a los hombres de Leonardo
El frío de la noche mordía la piel de Valeria mientras corría junto a Leonardo. Su mano seguía firmemente entrelazada con la de él, y aunque quería soltarla, algo en la intensidad de su agarre le decía que no era el momento para discutir.—¿A dónde vamos? —preguntó, tratando de mantener el ritmo.Leonardo no respondió de inmediato. Su mirada estaba fija en el edificio frente a ellos, una estructura abandonada con ventanas rotas y grafitis en las paredes. Había algo en su postura, una mezcla de tensión y determinación, que le hizo darse cuenta de que esto no era solo una misión más para él. Esto era personal.Cuando llegaron a la entrada del edificio, Leonardo se detuvo y la miró directamente a los ojos.—Escúchame bien, Valeria. —Su voz era baja pero firme—. No importa lo que pase ahí dentro, quédate detrás de mí. ¿Entendido?Valeria frunció el ceño, cruzándose de brazos.—¿Y qué pasa si no quiero quedarme detrás de ti? No soy una niña indefensa, Leonardo.Él soltó un suspiro, pasando
El silencio en la habitación era tan denso que parecía absorber cada respiración. Valeria se mantenía firme frente a Marco, aunque por dentro sentía el peso de cada mirada clavada en ella. Sabía que estaba caminando sobre una cuerda floja, pero no podía retroceder ahora.Marco dio un paso hacia ella, su sonrisa burlona intacta.—Bien, abogada. Si quieres negociar conmigo, tendrás que demostrar que eres tan lista como dices. —Su tono era ligero, casi divertido, pero sus ojos oscuros estaban llenos de amenaza—. Te haré una pregunta. Si la respondes correctamente, dejaré ir a tu hermano. Pero si fallas… bueno, digamos que las cosas se pondrán interesantes.Leonardo dio un paso adelante, su expresión una mezcla de furia y preocupación.—Esto es una pérdida de tiempo, Marco. Si quieres negociar, negocia conmigo. Ella no tiene nada que ver con esto.Marco levantó una mano, deteniéndolo.—Tranquilo, Moretti. Tu pequeña abogada fue quien quiso intervenir. Ahora, déjala jugar. —Se giró hacia V
El aire fresco de la noche envolvía a Valeria mientras caminaban hacia el auto. A pesar de la aparente victoria, una sensación de inquietud la acompañaba. Marco no era alguien que se diera por vencidoUna vez dentro del vehículo, Leonardo arrancó el motor con un rugido que resonó en la oscuridad. El silencio entre ellos era palpable, cargado de emociones no expresadas. Valeria miró por la ventana, tratando de procesar todo lo que había sucedido.—¿Qué demonios pensabas? —preguntó Leonardo, su tono cortante como un cuchillo.Valeria giró la cabeza para enfrentarlo, sintiendo cómo la adrenalina comenzaba a desvanecerse, dejando lugar a la tensión acumulada.—Hice lo que tenía que hacer para salvarnos, Leonardo. No podía dejar que te lastimaran.—Pero arriesgaste todo. No sabes a qué te estás enfrentando. Marco es un jugador peligroso.Valeria apretó los labios, sintiendo que su paciencia se agotaba. —Y tú no estás en posición de darme lecciones. ¿Acaso crees que no sé lo que está en jue
__ Esto es más grande de lo que imaginas. Marco De Luca no es solo un mafioso cualquiera. Pero tu hermano, metió los pies en aguas muy profundas. Piensa y busca en tu mente si no el nombre de marco. El apellido resonó en su mente como un trueno. Marco De Luca. La familia De Luca era conocida en el bajo mundo, un imperio de crimen que se extendía por toda la ciudad. Valeria sintió un escalofrío recorrer su espalda. ¿Cómo había llegado a este punto? ¿Por qué su hermano se había involucrado con alguien así?—¿Cómo es que Samuel tuvo acceso a esa información? —preguntó, tratando de mantener la calma.Leonardo desvió la mirada, y Valeria notó la tensión en su mandíbula. —No lo sé. Pero debemos actuar rápido. Marco no se detendrá hasta conseguir lo que quiere. Y tú te le ofreciste en bandeja de oro.Valeria sintió un nudo en el estómago. Si su hermano estaba en problemas, no podía quedarse de brazos cruzados. Pero también sabía que confiar en Leonardo era un riesgo. Sin embargo, en este mo
Leonardo se volvió hacia Samuel, su mirada fija y desafiante.—¿Quién realizó el trabajo de decodificación? —preguntó, su voz grave resonando en el aire.Samuel, aún aturdido por el sueño, se encogió de hombros. —El tipo no me dijo su nombre. Solo los demás se referían a él como "J".Leonardo sonrió, una expresión que Valeria encontró inquietante, casi demoníaca. Era como si una parte de él disfrutara de la tensión, del juego de poder que se estaba desarrollando. Valeria sintió una oleada de ira.—¿Cómo puede ser tan frío? —murmuró para sí misma, deseando poder golpearlo.Leonardo no pareció escucharla. En cambio, se volvió hacia Samuel con una seriedad que la hizo contener la respiración. —Debes quedarte en la residencia. No debes salir sin mi permiso.—¿Por qué quieres mantenerlo encerrado? —preguntó Valeria, su voz alzándose, llena de indignación.—No está encerrado —respondió Leonardo, su tono firme—. Es libre de ir donde quiera dentro de la residencia. Además, ¿qué necesitará all
El eco de los tacones resonaba en el mármol pulido de la sala del tribunal. Cada paso de Valeria Cruz desprendía una seguridad que no sentía del todo, pero que había aprendido a proyectar a la perfección. Su cabello castaño caía en ondas suaves sobre sus hombros, y sus ojos oscuros, afilados como cuchillas, escudriñaban cada rincón de la sala mientras se dirigía a su lugar. Era su primer caso grande desde que había sido promovida a abogada principal en la firma Stern & Asociados, y no podía permitirse fallar.Frente a ella estaba el abogado contrario, un hombre de mirada arrogante y sonrisa sardónica, que llevaba días intentando intimidarla con tecnicismos legales y comentarios condescendientes. Pero Valeria no era fácil de quebrar. Había sobrevivido a cosas mucho peores que un abogado egocéntrico. Mientras revisaba sus notas, sintió una presencia. No supo decir por qué, pero algo en el aire cambió, como si alguien la estuviera observando con demasiada intensidad.Desde el fondo de la