Capítulo 67: Un hecho inesperado.

El ulular de las sirenas fue creciendo calle abajo, atravesando la bruma de pánico que se había instalado como una vestidura sobre él. En unos instantes, la ambulancia se detuvo frente a la casa y los paramédicos, instrumentos de precisión en medio del caos, salieron disparados.

Trabajaron con rapidez y urgencia, colocando a Claudia en una camilla con el cuidado de quienes se han enfrentado a innumerables emergencias.

Andrew dio un paso, luego otro, un movimiento fluido que no había sentido en años. Sin embargo, ni una sola persona se detuvo para maravillarse ante el muchacho que había estado inválido y que ahora caminaba a zancadas detrás de la conmoción.

Sus padres, con caras de preocupación, apresuradamente subieron al coche, el miedo mezclado con la tensión y el frío del aire.

Él, sin embargo, entró en la ambulancia sin vacilar, agarrando la mano de Claudia con un fervor nacido de la desesperación: un salvavidas que los unía en medio de la tormenta que amenazaba con separarlos.

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