Capítulo 31: Agarrados infraganti.

Andrew subió a Claudia al asiento del copiloto con una suavidad que contradecía lo que acababa de suceder. Sus dedos, firmes y seguros, encajaron el cinturón de seguridad en su tembloroso cuerpo.

Metió la mano en la guantera, sacó un paquete de toallitas húmedas y procedió a limpiar las manchas de su piel con meticuloso cuidado. Cada toque era una promesa silenciosa, un susurro de preocupación mientras atendía sus necesidades.

Al terminar con un suave beso en la frente, Andrew esperaba transmitir una sensación de calma para tranquilizar la agitación que percibía de su esposa; sin embargo, el estimulante que corría por las venas de Claudia le negaba tal serenidad.

Su respiración entrecortada delató la batalla que se libraba en su interior, una lucha contra una fuerza invisible que la empujaba a la acción, a cualquier acción.

Antes de que Andrew pudiera retirar completamente la mano, los dedos de Claudia, cargados de una energía desesperada, se aferraron a él.

Tiró de él con una fero
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