STEVENEntro en la sala de urgencias del hospital tras despedir a María en el aparcamiento y confesarle mi esperanza de volver a verla en Italia.Olivia y ella juntas hacen una chispa, son divertidísimas, y luego Alan, por la cara de mala leche que tiene ahora, diría que está tan pillado como yo.Volver a ver a María significaría también volver a ver a Olivia, lo que no es obvio dado el tiempo que tenemos que pasar en estrecho contacto.Estoy delante del ascensor cuando oigo que me llaman.—Parker, ¿dónde está mi hermana?Siempre es amistoso este, tal vez sea de la familia...—Buenos días, Claudio, iba a verle —le respondo sin mirarle, dándole la espalda.Entramos en el ascensor y vuelve a atacar.—¿Qué es eso de que se muda a tu casa? ¿Crees que no soy capaz de proteger a mi hermana? —se adelanta con el ceño fruncido, pero intento mantener la calma, después de todo, el joven caballero podría ser mi futuro cuñado.—Nunca he afirmado eso, más bien diría que durante el día no estás nunc
STEVENConduzco por las calles de Manhattan prestando atención al tráfico y mirando de vez en cuando por el espejo retrovisor para comprobar si los agentes de Dick nos siguen.Evito pensar que Olivia está en el asiento contiguo al mío, pues de lo contrario se me ocurriría algo inapropiado.Ahora mismo he estado a punto de estrangularla por lo furioso que me ha puesto... después de la experiencia que hemos tenido y las horas de cercanía e intimidad, ha sido capaz de apartarme como si fuera un don nadie.Caramba, soy un hombre de treinta y ocho años, no un novato de toma y daca.Llegamos frente al edificio de Parker Estate y bajo la rampa hasta el aparcamiento subterráneo, prefiriendo dejar a Olivia lejos de miradas indiscretas.Aparco y salgo del coche, abro la puerta del asiento trasero donde he colocado su bolsa de viaje y me la pongo al hombro, mientras evito cuidadosamente ayudarla, la ignoro deliberadamente imitando su comportamiento, ahora mismo sabiendo que Olivia es demasiado o
STEVEN La subo a mi habitación.Todavía tiene sus piernas envueltas alrededor de mi pelvis, así que claramente siente el deseo que tengo por ella.Me introduzco en mi santuario al que ninguna mujer ha tenido acceso y esto debería ser significativo para explicar cómo me siento.La coloco suavemente en la cama y recorro con mi mirada voraz su cuerpo... entonces tengo que reírme.—¿Qué hacemos con los unicornios? —le preguntó y yo mismo soy consciente de mi voz ronca producto de la excitación. —Yo diría que podemos ponerlos en la cama por ahora —exclama en respuesta a mi sonrisa, puedo notar como me recorre con sus pupilas completamente dilatadas.Es maravillosa cuando sonríe, con sus labios carnosos estirados, mostrando una dentadura blanca y perfecta.—¿Quieres moverte o seguir contemplándome? —se toma el labio inferior entre los dientes y me vuelvo completamente loco.Me inclino sobre ella y le quito la parte superior del pijama... y qué puedo decir, mis fantasías no llegaron tan
STEVEN Hoy no puedo concentrarme, oigo a mis contables desgranar los datos de las inversiones de Parker Estate, lo que debería animarme porque demuestra lo bueno que soy en mi trabajo, pero mi mente está en otro lugar, exactamente arriba, donde reside actualmente la mujer que me hizo perder la cabeza... literalmente.Las imágenes de anoche no dejan de venir a mi cabeza, y mi pene corre el riesgo de hacer un ridículo colosal si se me ocurre levantarme de detrás de mi escritorio.Oigo toser y Alan me llama la atención.—Steven, si hemos terminado... —Me mira con curiosidad.—Sí, pueden volver a sus despachos —ordeno a mis empleados, retomando mi habitual tono frío y distante, como requiere mi posición en la empresa.Solo queda mi amigo, que sonríe divertido.—¿Escuchaste una sola palabra de lo que se dijo? —me pregunta elevando las cejas. Yo también sonrío.—Sí, la primera y... la última. —Con Alan no necesito fingir.—Apuesto a que tus pensamientos se dirigieron hacia arriba. —Mira
STEVENMi madre lleva una hora fuera, cuando me encuentro impaciente y con ganas de ver a mi pequeña.Le di tiempo material para trabajar su ira hacia Angela, en caso de que lo necesitara.—Sarah me voy a casa, estoy cansado. Dile a Alan que me sustituya el resto del día... Nos vemos mañana. —No le doy oportunidad de responder y me dirijo al ascensor privado.Lo desbloqueo de nuevo y tecleo el botón del ático.Mi respiración es agitada, como si hubiera estado corriendo, y aflojo el nudo de la corbata elegida por Olivia.Desde que mi madre se fue, he sentido que me faltaba el aire y lo atribuí a que quería volver a ver a mi amor, ¿no se dice que se puede echar de menos a alguien como el aire que se respira?Todavía estoy sonriendo cuando se abren las puertas de mi piso.—¿Olivia? —llamo para no alarmarla—. Princesa, he vuelto —lo intento de nuevo.No se oye ningún ruido... debe estar en la ducha.Voy a su habitación y luego al baño... nada. Quizá me esté esperando en la cama y quiera s
STEVEN —¿Alan te pusiste en contacto con Barrett para vender la propiedad? —le pregunto a mi amigo con enfado.Levanta la vista de su portátil y frunce el ceño.—Le llamé ayer, no creo que sea oportuno insistir, si entiende que tienes prisa por vender, le quitará importancia.—No me importa, puedes regalarla si quieres, solo deshazte de ese maldito lugar —insisto, cada vez más negro.—Steve, llevas un mes así, para... estoy harto de trabajar en estas condiciones. —Cierra el portátil bruscamente, arriesgándose a romperlo.—Entonces dimite... haz lo que te dé la gana, pero salva el equipo con el que trabajamos, si no me veré obligado a descontarlo de tu sueldo —grito, levantándome de la silla para encararlo.Alan abre los ojos de par en par, estupefacto.—¿Estás bromeando? Porque si no, me voy ahora mismo. No me gusta en lo que te has convertido... Steve, te daré un consejo amistoso, ponte las pilas, haz un viaje, apúntate a un gimnasio de boxeo, haz lo que sea... pero vuelve a ser el
STEVEN Entro en la casa a las diez de la noche, después de la discusión que he tenido con Robert me he encerrado en un mutismo que a Alan le parece alarmante, tanto que propone una salida estratégica al bar de enfrente.Nos tomamos una botella de whisky de doble malta para dos, y ahora no diré que estoy borracho, pero casi.Parece que estoy flotando en un mar de felicidad y el pensamiento de ella es menos opresivo.Las palabras dirigidas a la examiga infiel son un recuerdo lejano y me dirijo al dormitorio riendo como un idiota y dejando zapatos y ropa a mi paso.Me quedo en calzoncillos y mi calor corporal baja unos grados, se me ocurre la idea de ducharme, pero luego pienso que no hay nadie que pueda oler el hedor a alcohol y sudor que llevo.Busco a tientas el interruptor de la luz y, cuando consigo encontrarlo, la habitación se ilumina, revelando una presencia inoportuna en mi cama.—Julia, qué demonios...Retira la manta mostrando la desnudez de su cuerpo y, sonriendo socarroname
—Hola Steve.Abro los ojos, repentinamente despierto y alerta, respondí a la llamada mecánicamente, sin comprobar el indicativo en la pantalla, y ahora estoy pagando caro este descuido porque estoy atascado, congelado, sin poder emitir nada.Me levanto de un salto de la cama y peino el mechón de pelo rubio que me ha caído en la frente, con el corazón galopando como una manada de sementales.—¿Qué quieres? —logro articular, esforzándome por sacar estas dos simples palabras de mi boca.—¿Te he despertado? Perdone la hora, pero...—¡Qué quieres! —repito, esta vez con más énfasis, mi proverbial frialdad sale por la ventana al tratar con ella.—Necesito hablar contigo de algo... Sé que no está bien hacerlo por teléfono, pero no tengo otra alternativa —su voz tiembla y trago con fuerza, tratando de sofocar la ola de emoción que, a pesar de todo, se acumula en mi interior como un tsunami.—¡Habla! —le ordeno.—Mira, Steven... entiendo que despertarte a las seis de la mañana puede haberte cau