STEVEN Voy directamente a la recepción del hotel y consigo la llave electrónica de la suite.Pido al empleado de turno que informe a Federico Castello de que tiene que reunirse con nosotros allí y cojo a Olivia de la mano, guiándola hacia el ascensor.No habla y su mano está fría en la mía, me preocupa la sumisión que está mostrando en estos momentos y pienso por enésima vez que me estoy equivocando... en su estado no debería sentirse obligada a afrontar estas situaciones... espero no tener que arrepentirme de seguirle la corriente.—Olivia si crees que es demasiado para ti, volvamos —intento convencerla mientras subimos en el ascensor.—Deberías conocerme, soy más terca que una mula —responde, desafiándome con su mirada a que la contradiga.«Fuera la muela, fuera el dolor» decía mi abuela.Salimos del ascensor y la guío hacia la puerta que da acceso a una de las cuatro suites de la planta.Introduzco la llave en el chavetero y, al oír el clic del mecanismo de apertura, doy un gran r
STEVEN —Julia —mi voz es aguda y fría—. Quiero que hagas las maletas inmediatamente, te irás en el primer vuelo a Estados Unidos —ordeno lapidariamente. No tengo tiempo para otra más de sus patéticas tretas.Sonríe maliciosamente y sé que debe tener una carta bajo la manga.—Oh, pobre Steve... siento que te hayan dejado tirado en el momento, pero ya te advertí que nunca aceptaría que pasaran por encima de mí... y yo nunca hablo por hablar, pobre chica —dice haciendo unos estúpidos pucheros. —¡La pobre chica en este caso eres tú! —respondo con los dientes apretados mientras me acerco a ella, amenazante, Dios sabe cuánto me estoy conteniendo para poder comportarme como un caballero—. Te compadezco Julia, sigues aferrándote con uñas y dientes a la última cereza joven disponible... como me recordaste obedientemente aquella famosa noche, tienes más de cuarenta años y una reputación cuestionable, ¿quién crees que te querrá ahora? —le pregunto con desdén y le devuelvo la sonrisa maliciosa
STEVENEs de noche y, en la oscuridad total que envuelve mi vida, conduzco mi coche por carreteras tan desiertas y oscuras como mi estado de ánimo.Olivia destruyó hasta el último atisbo de esperanza que tenía para nuestra relación, si me hubiera disparado al corazón habría dolido menos, si me hubiera apuñalado en el nervio más sensible estaría menos aturdido.Anoche creí que había traspasado el muro y llegado a su corazón, pensé que había percibido lo enamorado que estoy de ella y de nuestro hijo, pero me equivoqué, una vez más me estrellé contra un puto bloque de concreto. Su juicio sobre mí fue único e incuestionable, me condenó sin apelación y eso no lo acepto, pero por el momento debo usar el sentido común y bajar los brazos. Rendirme sin siquiera pensar en luchar una vez más.Llego al hotel a las dos de la mañana y al entrar en la suite veo que Alan está durmiendo en el sofá del salón.Le sacudo para que se despierte.—Oye... —salta inmediatamente alerta, sin duda lo he asustado
Dos meses despuésSTEVENEstoy delante del portátil como todas las mañanas desde hace dos meses y me cuesta mantener los ojos abiertos debido a las innumerables noches de insomnio. Intento concentrarme en el trabajo, el único ocio que me queda fuera de algunas salidas con Alan.Tres veces a la semana visito a mi madre en la clínica, afortunadamente está respondiendo bien a los tratamientos y las sesiones con el psicólogo empiezan a dar sus frutos. Solo espero que esta mejoría sea definitiva.La incontenible rabia que expresó cuando vio las puertas de la clínica abiertas fue sustituida, según el médico, por una dolorosa conciencia del daño causado a la familia Castello y a su propio hijo.A menudo me pide que la perdone y le dé una oportunidad para compensar el mal que ha hecho, pero no sabe que la perdoné hace tiempo, es mi madre y la quiero demasiado para abandonarla a su suerte. Jamás podría odiarla por mucho que lo intente.Otra cosa es Olivia, estoy resentido con ella a muerte y,
STEVEN—María, razona... Steve tiene derecho a conocer el verdadero estado de salud de Olivia... —Alan no se da por vencido, lleva quince minutos intentando convencer a su mujer de que confiese, pero se topa con un muro... Lo sé, porque estoy en las mismas condiciones que él.Llevo desde esta mañana volviéndome loco intentando averiguar, a través de una búsqueda en internet, cuáles podrían ser las implicaciones del problema de Olivia, y los escenarios que aparecen ante mis ojos me aterrorizan, así que no he podido quedarme de brazos cuidado, porque mi hijo y la mujer que amo pueden estar en peligro.Me puse en contacto con el médico de mi madre y le remití el correo electrónico con los resultados de las pruebas de laboratorio, desgraciadamente me confirmó lo que sospechaba... la anemia es bastante grave y, si no se trata de forma preventiva, existe el riesgo de un parto prematuro o de una infección posparto en la madre.Maldita sea... las ganas de coger el primer avión a Italia y tira
STEVEN Aterrizamos en Fiumicino hace una hora y, mientras esperamos para recoger nuestro equipaje, llamo al ingeniero y le digo que estaré en la obra hoy mismo para una inspección. Estoy en Italia por otro motivo, pero aprovecharé para ir a comprobar construcción del complejo que avanza según lo previsto. Tengo el estómago hecho un nudo desde ayer, no pude pegar ojo en el avión y el jet lag está empezando a aparecer. Por suerte Alan está conmigo, mi mejor amigo y mi lado racional, de lo contrario tomaría el primer taxi y correría a casa de Olivia como una furia. —Vamos hermano, he alquilado un coche, así que mientras yo conduzco, tú descansas. —Alan pone su brazo sobre mis hombros—. Llamé a María... Me giro para mirarle, pero él evita mi mirada. —Alan, no estoy de humor para adivinar —le insisto con brusquedad. Se gira para mirarme directamente a los ojos y las comisuras de sus labios se estiran en una ligera sonrisa. —Olivia se enteró de nuestra llegada y... no se lo tomó bie
STEVEN Sigo la mirada de María y al instante me doy cuenta de dónde se ha escondido Olivia, me acerco a la tienda de deportes intentando asomarme a través de las ventanas para ver lo que ocurre dentro y lo que veo me hiela la sangre en las venas. Olivia en el suelo y ese pervertido behemoth de rodillas frente a ella. Doy un empujón a la puerta de entrada, que cede inmediatamente ante mi peso, justo a tiempo para escuchar la propuesta de matrimonio que le están haciendo a mi mujer. Me abalanzo sobre Antonio, tirándolo al suelo, no puedo permitir que otro me quite lo que me pertenece. —Olvídalo novato. La señora ya está ocupada conmigo —digo apretando los puños con ganas de golpearle y partirle la cara. Se levanta con dificultad y se pone delante de mí, aún tambaleándose. Acaso cree que puede darme la pelea, pobre imbécil. —La señora es mayor de edad y está vacunada y, en consecuencia, es capaz de tomar sus propias decisiones —responde Antonio, acercándose con cara seria. Cree q
STEVEN —Sarah, ¿me traes los papeles que tengo que firmar? —vocifero en dirección al interfono, mientras reviso varios documentos a los que recién he autorizado con mi rubrica. —Ahora mismo voy, Steve —responde rápidamente. Ha sido una mañana de locos porque tenemos muchos pendientes. Me levanto del sillón y me pongo delante de la ventana, porque necesito relajarme un poco si deseo estar concentrado para todo el trabajo que tengo por delante. La vista de Central Park es impresionante, como siempre. Los bulevares cubiertos de nieve, las ramas de los árboles dobladas por el peso que les cae encima... ha nevado toda la noche y la ciudad es un caos. Las sirenas de los vehículos de emergencia se oyen pasar continuamente y estoy seriamente preocupado hasta el punto de no oír entrar a Sarah. —Steve, te dejo los papeles en tu mesa —dice, agitada por todo lo que ha estado haciendo en la mañana. Me doy la vuelta, con el ceño fruncido. —¿Ha llegado mi mujer? —preguntó avanzando al escri