STEVEN Hoy no puedo concentrarme, oigo a mis contables desgranar los datos de las inversiones de Parker Estate, lo que debería animarme porque demuestra lo bueno que soy en mi trabajo, pero mi mente está en otro lugar, exactamente arriba, donde reside actualmente la mujer que me hizo perder la cabeza... literalmente.Las imágenes de anoche no dejan de venir a mi cabeza, y mi pene corre el riesgo de hacer un ridículo colosal si se me ocurre levantarme de detrás de mi escritorio.Oigo toser y Alan me llama la atención.—Steven, si hemos terminado... —Me mira con curiosidad.—Sí, pueden volver a sus despachos —ordeno a mis empleados, retomando mi habitual tono frío y distante, como requiere mi posición en la empresa.Solo queda mi amigo, que sonríe divertido.—¿Escuchaste una sola palabra de lo que se dijo? —me pregunta elevando las cejas. Yo también sonrío.—Sí, la primera y... la última. —Con Alan no necesito fingir.—Apuesto a que tus pensamientos se dirigieron hacia arriba. —Mira
STEVENMi madre lleva una hora fuera, cuando me encuentro impaciente y con ganas de ver a mi pequeña.Le di tiempo material para trabajar su ira hacia Angela, en caso de que lo necesitara.—Sarah me voy a casa, estoy cansado. Dile a Alan que me sustituya el resto del día... Nos vemos mañana. —No le doy oportunidad de responder y me dirijo al ascensor privado.Lo desbloqueo de nuevo y tecleo el botón del ático.Mi respiración es agitada, como si hubiera estado corriendo, y aflojo el nudo de la corbata elegida por Olivia.Desde que mi madre se fue, he sentido que me faltaba el aire y lo atribuí a que quería volver a ver a mi amor, ¿no se dice que se puede echar de menos a alguien como el aire que se respira?Todavía estoy sonriendo cuando se abren las puertas de mi piso.—¿Olivia? —llamo para no alarmarla—. Princesa, he vuelto —lo intento de nuevo.No se oye ningún ruido... debe estar en la ducha.Voy a su habitación y luego al baño... nada. Quizá me esté esperando en la cama y quiera s
STEVEN —¿Alan te pusiste en contacto con Barrett para vender la propiedad? —le pregunto a mi amigo con enfado.Levanta la vista de su portátil y frunce el ceño.—Le llamé ayer, no creo que sea oportuno insistir, si entiende que tienes prisa por vender, le quitará importancia.—No me importa, puedes regalarla si quieres, solo deshazte de ese maldito lugar —insisto, cada vez más negro.—Steve, llevas un mes así, para... estoy harto de trabajar en estas condiciones. —Cierra el portátil bruscamente, arriesgándose a romperlo.—Entonces dimite... haz lo que te dé la gana, pero salva el equipo con el que trabajamos, si no me veré obligado a descontarlo de tu sueldo —grito, levantándome de la silla para encararlo.Alan abre los ojos de par en par, estupefacto.—¿Estás bromeando? Porque si no, me voy ahora mismo. No me gusta en lo que te has convertido... Steve, te daré un consejo amistoso, ponte las pilas, haz un viaje, apúntate a un gimnasio de boxeo, haz lo que sea... pero vuelve a ser el
STEVEN Entro en la casa a las diez de la noche, después de la discusión que he tenido con Robert me he encerrado en un mutismo que a Alan le parece alarmante, tanto que propone una salida estratégica al bar de enfrente.Nos tomamos una botella de whisky de doble malta para dos, y ahora no diré que estoy borracho, pero casi.Parece que estoy flotando en un mar de felicidad y el pensamiento de ella es menos opresivo.Las palabras dirigidas a la examiga infiel son un recuerdo lejano y me dirijo al dormitorio riendo como un idiota y dejando zapatos y ropa a mi paso.Me quedo en calzoncillos y mi calor corporal baja unos grados, se me ocurre la idea de ducharme, pero luego pienso que no hay nadie que pueda oler el hedor a alcohol y sudor que llevo.Busco a tientas el interruptor de la luz y, cuando consigo encontrarlo, la habitación se ilumina, revelando una presencia inoportuna en mi cama.—Julia, qué demonios...Retira la manta mostrando la desnudez de su cuerpo y, sonriendo socarroname
—Hola Steve.Abro los ojos, repentinamente despierto y alerta, respondí a la llamada mecánicamente, sin comprobar el indicativo en la pantalla, y ahora estoy pagando caro este descuido porque estoy atascado, congelado, sin poder emitir nada.Me levanto de un salto de la cama y peino el mechón de pelo rubio que me ha caído en la frente, con el corazón galopando como una manada de sementales.—¿Qué quieres? —logro articular, esforzándome por sacar estas dos simples palabras de mi boca.—¿Te he despertado? Perdone la hora, pero...—¡Qué quieres! —repito, esta vez con más énfasis, mi proverbial frialdad sale por la ventana al tratar con ella.—Necesito hablar contigo de algo... Sé que no está bien hacerlo por teléfono, pero no tengo otra alternativa —su voz tiembla y trago con fuerza, tratando de sofocar la ola de emoción que, a pesar de todo, se acumula en mi interior como un tsunami.—¡Habla! —le ordeno.—Mira, Steven... entiendo que despertarte a las seis de la mañana puede haberte cau
CAPÍTULO 40STEVEN—Sarah, búscame dos asientos en el primer vuelo a Fiumicino —exclamo mientras paso por delante del escritorio donde mi secretaria está trabajando en el ordenador.—Steve, tienes varias citas estos días...—Aplázalas todas hasta la semana que viene, debo irme cuanto antes y Alan vendrá conmigo —le ordeno, no quiero que siga recordándome mis compromisos.Quiero a Sarah como a una hermana, pero desde esta mañana mis prioridades han cambiado, Alan me ha inculcado la semilla de la duda y hasta que no esté seguro de que Olivia mintió, el trabajo pasará inevitablemente a un segundo plano.Estoy ansioso por llegar pronto a Italia, Robert me lleva un día de ventaja y no quiero que se vea a Olivia.Alan me aseguró que se pondrá en contacto con María para informarle de nuestra llegada e intentará hacerla nuestra cómplice para que actúe como intermediaria con Olivia.Soy consciente de que la he ofendido y humillado y tendré que esforzarme por encontrar su perdón pero, en su est
STEVENEntro en el hospital seguido por mi amigo y pido que me indiquen cómo llegar al área de ginecología.María me acaba de mandar un mensaje, Olivia está a punto de hacerse la ecografía y no quiero perderme el primer encuentro con el que podría ser mi hijo.Fuera de la consulta del médico oigo un sonido rítmico y cadencioso, como el tamborileo de un tambor, y acerco la oreja a la puerta para escuchar, fascinado y emocionado, el pequeño corazón del bebé que late con rapidez.Nadie me da permiso para entrar, pero lo tomo, no me perdería este momento por nada del mundo, y entro con decisión sin llamar.El médico que realiza el examen levanta la vista, sorprendido.—¿Quién es usted? —pregunta, molesto, lo sé por su tono y su ceño fruncido.Miro sus manos sobre el cuerpo de Olivia, no la tocan, solo la rozan, pero me sigue molestando.Es un hombre guapo y esto podría ser un problema porque mi posesividad hacia esta mujer, me doy cuenta ahora, no ha disminuido en absoluto.—Soy el papá d
STEVEN Volvemos a Roma, son las diecinueve y el conserje del hotel nos informa de que mi madre y Julia aún no han regresado.Subimos a la enorme suite que Sarah, por recomendación mía, ha reservado para toda la semana; ocupa el último piso del edificio y tiene una terraza panorámica con una vista espectacular sobre la Ciudad Eterna.Nos sentamos en las sillas de mimbre del exterior, disfrutando del aperitivo que nos ha proporcionado el bar del hotel.—¿Insistirás con Olivia o te rendirás?—Oye... ya me conoces, no me he rendido en mi vida ¿y se supone que tengo que capitular delante del pequeño? —Me río de mi propia broma y Alan viene detrás de mí.—Sin embargo, hoy te ha dado un dos por uno —insiste.De repente me pongo serio.—Hoy ha sido un día especialmente emotivo... volver a verle después de un mes de... sufrimiento —admito y dejo salir un largo suspiro— ...me desestabilizó, si luego añades las imágenes de mi... el bebé, tendrás que estar de acuerdo conmigo, en que no lo hice t