CAPÍTULO 37

STEVEN

—¿Alan te pusiste en contacto con Barrett para vender la propiedad? —le pregunto a mi amigo con enfado.

Levanta la vista de su portátil y frunce el ceño.

—Le llamé ayer, no creo que sea oportuno insistir, si entiende que tienes prisa por vender, le quitará importancia.

—No me importa, puedes regalarla si quieres, solo deshazte de ese maldito lugar —insisto, cada vez más negro.

—Steve, llevas un mes así, para... estoy harto de trabajar en estas condiciones. —Cierra el portátil bruscamente, arriesgándose a romperlo.

—Entonces dimite... haz lo que te dé la gana, pero salva el equipo con el que trabajamos, si no me veré obligado a descontarlo de tu sueldo —grito, levantándome de la silla para encararlo.

Alan abre los ojos de par en par, estupefacto.

—¿Estás bromeando? Porque si no, me voy ahora mismo. No me gusta en lo que te has convertido... Steve, te daré un consejo amistoso, ponte las pilas, haz un viaje, apúntate a un gimnasio de boxeo, haz lo que sea... pero vuelve a ser el
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