Samantha me mira fijamente y se cruza de brazos. “Oh, no. No me digas que…” Yo evito su mirada, mordiéndome el labio. “Clara…” “Me lo insinuó, Sam.” “¡¿Qué te dijo exactamente?! Dame las palabras literales.” Respiro hondo, sintiendo que me arde la cara. “Dijo… ‘Claro que puedes, pero ten cuidado y no demores mucho… que quiero practicar la noche nupcial’.” Samantha se queda en shock dos segundos y luego estalla en carcajadas. “¡Ese hijo de puta! ¡Te lo dijo así, directo!” “¡Sí!” “¡Dios, ese vampiro no tiene vergüenza! ¡Pero tampoco pierde el tiempo!” Me cubro la cara con las manos mientras ella sigue riendo. “Clara, ¿te das cuenta de que eso significa que esta noche no vas a dormir?” Levanto la cara y la fulmino con la mirada. “¡Cállate, Sam! Además, sabes que no me deja dormir hace mucho, ¡jajajaja!” Samantha suelta una carcajada aún más fuerte y se deja caer en el sofá junto a mí, secándose una lágrima de la risa. “¡No, no puedo! ¡Esto es oro puro!” Me mira con una
“¡Eso es increíble!” dice uno de los pequeños, y otro más pregunta emocionado: “¿Habrá fiesta?” Samantha, que hasta ahora había permanecido en silencio con una sonrisa de lado, se cruza de brazos y me mira fijamente. “Así que al final sí vas a perder la poca dignidad que te quedaba con ese vampiro.” Pongo los ojos en blanco mientras todos se ríen. Estefan, sin soltar mi mano, la lleva a sus labios y deposita un beso suave sobre mis nudillos. “Así es,” dice con voz tranquila, pero con esa intensidad que solo él sabe transmitir. “Y la perderá una y mil veces más, porque es mía.” Los murmullos aumentan y yo siento cómo me arde el rostro. “¡Ew, demasiado romántico para esta mesa, por favor!” se queja Isabella, fingiendo una arcada. Jeanet le da un codazo. “¡Déjalos, deja que sean cursis!” Me río, sintiendo cómo la felicidad me embarga por completo. Esto es real. Voy a casarme con Estefan, y nada en el mundo podría hacerme más feliz. Cassandra es la primera en levantarse. Con u
Todos estallan en risas y, como si nada hubiera pasado, chocamos nuestras copas. Porque nada ni nadie va a arruinar este momento. Sí, esta es mi familia. Y este es el inicio de algo mucho más grande. Estefan Anderson Los nervios jamás han sido parte de mí. Nunca me he sentido intimidado o nervioso, mucho menos por una mujer. Pero hoy, al tenerla frente a mí, cenando tranquilamente, podría jurar que hasta estoy sudando. Llevo más de diez minutos tocando la cajita que tengo en el bolsillo, pensando en cómo proponer lo que he deseado durante estos últimos meses. Tal vez debí pedir consejo a Isabela... aunque después de que mi princesa se enteró de que, en el pasado, ella y yo tuvimos un pequeño "casi algo", sé que no le gustaría que consultara algo tan importante como esto con ella. Por otro lado, también pude haberlo hablado con Cassandra... pero no confío mucho en sus dotes románticos. Y aquí estoy, preguntándome si debo arrodillarme o simplemente proponerlo sentado. No lo sé. E
Clara me mira, suplicando auxilio con los ojos. Y yo... yo no sé. No sé qué queremos. Solo sé que quiero que sea pronto."En un mes" suelto.Todas me miran como si acabara de anunciar el fin del mundo."¿Estás enfermo? ¿La embarazaste o qué?" suelta Isabela, y las risas estallan."¡No! O sea, no sé. Es que ustedes preguntan mucho y yo... yo no sé qué hacer.""Estefan, mínimo seis meses para planear todo bien.""¿Pero por qué tanto? Si solo necesitamos un cura y listo...""¡Qué desubicado! ¡Quítale el "sí"! " dice Isabela entre risas, mientras Clara le lanza un cojín."No le digas eso... Amor, ¿cuánto tiempo crees tú? ¿Tres meses?""¿Yo...? Es que no lo sé...""¿Y las madrinas? ¿Quiénes serán las madrinas?"Mierda... ¿en serio necesitamos todo esto?"Bueno, Samantha es mi madrina" dice Clara, con seguridad."¿Y tú?" preguntan Cassandra e Isabela, casi al unísono, mirándome como si sus ojos pudieran leer mi alma."No lo sé... " respondo, sintiéndome un poco expuesto. Clara me toma la ma
Bufé y me pasé una mano por el rostro. "Claro, ... Pff ¿Y qué se supone que haga mientras tanto?" "Te organizamos algo. Una noche tranquila. Sin Clara, sin escándalos. Sin strippers, por cierto. Lo juré por tu miserable cabeza." Eso me hizo esbozar una sonrisa. "Bien. Porque si llegaba a ver a alguien bailando con orejas falsas de loba, rompía algo. O a alguien." "Lo sé. Pero relájate. Pronto tendrás una luna de miel en una isla sin aullidos ajenos. Solo tú, ella... y el calor." "¿Y nadie interrumpiendo cada dos horas?" pregunté, sabiendo la respuesta. "Nadie. Una eternidad para ustedes solos." Me apoyé contra el marco de la ventana, viendo la sombra de la noche avanzar. "Una última noche lejos de ella... después, todo el tiempo del mundo." "Exacto." Cerré los ojos por un instante. "Entonces que venga la maldita despedida". UNA PROPUESTA Cassandra Voss Dos días de viaje en el jet privado, solo para poder recoger tan preciado legado. Su casa tenía un aire solemne, casi sagra
"Felicidades, pequeña Cassandra" me dijo con sinceridad, y no pude evitar reír otra vez.Vuelvo al jet y doy la orden de regresar a casa. Me dejo caer en el asiento, abrazando la pequeña caja entre mis manos como si fuera un secreto sagrado. Ahora solo queda resolver lo de la cena... o quizás algo aún más íntimo, más hermoso. Quiero que sea romántico, pero no obvio. Quiero que sea inolvidable, pero sincero.Pensé en la comida, en esconderlo en el postre, pero no. No... eso es demasiado típico. No es suficiente. Quiero ser creativa. Quiero que se le quede grabado en la piel, en el alma. Que cada vez que lo recuerde, le tiemble el corazón.Aún tengo varias horas de vuelo para idear algo perfecto. Algo tan cursi y romántico que me haría reír de mí misma si no fuera porque sé, muy dentro de mí, que ella lo merece todo.Vuelvo a sonreír como una idiota. Sí... esto va a ser perfecto.Al llegar a casa, lo primero que hago es ir directo a mi despacho para guardar el preciado tesoro que traigo
El comedor está completamente alegre. Los niños comentan las travesuras que hicieron en la mañana y cómo les fue en sus clases. Sus risas y voces llenan el ambiente con una calidez que me reconforta. Es un verdadero almuerzo familiar.A los pocos minutos, Clara se nos une con una expresión de aturdida felicidad. Parece en otro mundo, con una sonrisa que delata que su mañana fue... interesante. No digo nada, pero la mirada cómplice de Samantha me hace suponer que ella también lo ha notado.Justo cuando estoy a punto de hacerle un comentario para molestarla, Estefan aclara la garganta y llama nuestra atención."Familia, tenemos una noticia que darles" comienza con voz firme. "Sé que tal vez los tiempos no están para esto, pero no queremos esperar a que la vida se nos vaya sin dar este paso que estamos a punto de dar."Mierda. Mi cerebro comienza a conectar sus palabras."¿Te postularás a presidente? Porque te pusiste muy cursi" le lanza Isabela."Amor, déjalo hablar" la regaña Jeanet.T
Estábamos en plena sesión de 'este velo no me convence' cuando, sin previo aviso, Jeanet se cruzó de brazos, se giró hacia Isabela y soltó: “¿Y el anillo para cuándo, eh?” Lo dijo así, con tono de canto y todo, pero lo peor vino después. No contenta con eso, se subió al banco donde minutos antes Clara había estado probándose tacos y empezó a cantar a viva voz, con una voz demasiado buena para no molestar: “¡Y el anillo pa’ cuándoooo! ¡Y el anillo pa’ cuándoooooo!” Casi me caigo del sofá de la risa. Clara tuvo que sentarse porque se estaba doblando de la risa y no quería arrugar el vestido. Isabela solo cerró los ojos como si invocara a todos los santos y demonios conocidos para no tirarle un cojín a la cara. “¡No empieces con eso otra vez, Jeanet!” gruñó Isa, pero ya era tarde. El resto del séquito empezó a corear el estribillo con palmas. Yo también me uní, por supuesto. Si una va a morir entre satín y tul, al menos que sea cantando. Jeanet bajó del banco como una diva, se ace