Padres míosJeanet MonttDespués de la transformación, ocurrió esa pelea en medio del bosque en donde Casandra salió lastimada. Me he negado rotundamente a volver a mi cuerpo humano; por más que los demás me dicen que no fue culpa mía, no puedo evitar sentirme culpable por lo que sucedió. Si no me comportara como una adolescente, nada de esto hubiese pasado, y Casandra estaría bien, no estaría durmiendo para poder recuperarse.No entiendo qué me sucedió. Sentía tanta ira y estaba perdiendo el control, se nublaba mi visión y mis pensamientos no eran coherentes, tenía tanto miedo de dañar a Isabella, por eso la solución fue querer salir corriendo, jamás pensé en todos las consecuencias que eso traería, nunca imagine que podría pasarme algo o a los demás, de verdad mi cabeza no funcionaba normalmente y si sumamos el dolor corporal que estaba sintiendo mas el dolor por sentirme rechazada la noche anterior, todo en mi se volvió un caos y solo podía correr, alejarme, para no dañarla."Por
No lucho más. Todo el peso que he estado cargando se disuelve en el viento frío de la noche. Me doy vuelta, y allí está ella, tan serena, tan hermosa. Dios... nunca he visto algo tan lindo en mi vida. La luz de la luna cae suavemente sobre su rostro, resaltando cada línea perfecta, cada curva de su piel pálida, como si el universo entero hubiera decidido que solo ella debería brillar esta noche.Mi corazón late tan fuerte que siento como si estuviera a punto de romperme por dentro. Cada respiración es un esfuerzo, porque estar tan cerca de ella, mirarla de esta manera, me llena de una sensación que apenas puedo soportar. No debería estar sintiendo esto, no con tanta intensidad. Pero aquí estoy, incapaz de apartar la vista, incapaz de controlarme.Isabella me mira con esos ojos profundos, tranquilos, pero tan llenos de algo que no puedo descifrar. ¿Acaso sabe lo que está provocando en mí? ¿Siente esta conexión que me está destrozando desde adentro? No lo sé, y eso me asusta, pero al mi
"Yo... también", le respondo, apenas capaz de articular las palabras antes de que ella se lance a mi boca.El mundo se detiene una vez más. Sus labios se encuentran con los míos en un beso que enciende todo lo que hemos mantenido a raya. Es una conexión profunda, como si cada sentimiento reprimido finalmente encontrara su camino a la superficie.Su calidez se irradia a través de mí, y el beso es suave al principio, exploratorio, pero pronto se convierte en una danza apasionada. Me aferro a ella, y cada segundo que pasa me hace desear más. Hay un fuego que arde entre nosotras, un reconocimiento de lo que hemos sentido desde el principio, y cada caricia, cada roce, me confirma que no estoy sola en esto.Cuando nos separamos, nuestros rostros aún tan cerca que puedo sentir su aliento entrelazándose con el mío. Hay una mezcla de asombro y felicidad en su mirada. "¿Lo sentiste?", pregunta, sus ojos brillando con una luz que apenas puedo describir."Sí", murmuro, incapaz de quitarle la vist
“No queríamos preocuparte hasta estar seguros” dijo mi madre, conteniendo las lágrimas “Los exámenes están en la casa de tu abuela. El doctor nos explicó todo. Por favor, ven con nosotros. Necesitamos hablar de lo que sigue...”No podía pensar en otra cosa que no fuera en mi padre. El cáncer. ¿Cómo no me lo dijeron antes? ¿Cómo había sucedido tan rápido?“Papá... ¿Es cierto?” pregunté, buscando desesperadamente algo que me dijera que no era real. Pero en su mirada no había duda, sólo resignación.“Quiero que lo veas con tus propios ojos, Jeanet” me dijo mi padre, con la voz quebrada “Ven a la casa de tu abuela. Hablaremos tranquilos, en familia”.No dudé ni un segundo. No había espacio para pensar en nada más que en mi padre. Las reuniones, el trabajo, todo eso podía esperar.“Está bien, vamos” accedí, sin dudar, sin cuestionar. Lo único que me importaba era estar con él, hacer algo, cualquier cosa para ayudarlo.Durante el trayecto, mi madre seguía hablando de médicos, de tratamiento
Las lágrimas comienzan a arder en mis ojos, pero no las dejo salir. No puedo. No se merecen mis lágrimas. "¡Me traicionaron, los dos! ¡No hay justificación! ¡Yo era su hija y me abandonaron como si no fuera nada! ¿Y piensan que ‘sanar’ significaba quitarme lo que soy? ¡¿Cree que me cambiarán como si fuera una prenda vieja?!"Mis palabras salen como cuchillos, cargadas de la verdad que ellos nunca quisieron enfrentar. El dolor que me consume es más profundo de lo que puedo explicar. No es solo el hecho de que me traicionaron. Es que eligieron hacerlo. Y ahora, la realidad cae sobre mí con toda su crudeza.Mi madre da un paso adelante, extendiendo una mano hacia mí. "Jeanet, solo queríamos lo mejor para ti..."Pero Isabela se interpone, su figura firme y protectora. "No se acerquen," dice con voz baja, pero llena de determinación. "No tienen derecho a tocarla después de lo que han hecho."Mis padres se detienen, sorprendidos por la defensa de Isabela. El miedo brilla en sus ojos. Mi mad
“Qué lamentable. Es increíble que el muy hijo de perra siga causando problemas y no podamos encontrarlo. Pero bueno, en algún momento aparecerá”, dice Cassandra. “Eso esperamos todos”, le respondo mientras Estefan cierra su computadora.“Quiero preguntarte algo, pero quiero que me digas la verdad”, le digo a Cassandra. “¿Cuándo te he mentido?”, responde. No miente, pero es buena escondiendo cosas importantes.“La cicatriz en tu pecho, ¿a qué se debe?” Su mirada cambia a una de incomodidad; no esperaba que preguntara sobre eso. “No me quedan cicatrices del ataque, Issa.” “No es de este ataque, es de algo anterior. Y sé perfectamente que no es vieja, porque jamás te habían herido tanto como ahora. ¿Qué apareció…?” “No es nada.” “¿Cómo que no es nada, si está a unos centímetros de tu corazón?”, le digo, parándome del cómodo sofá en el que me encontraba.“¿Cuál cicatriz? ¿A qué te refieres?”, pregunta Estefan, ahora completamente alerta, mirándonos a las dos, intentando entender de
Él se detiene en seco, los músculos de su mandíbula tensándose mientras aprieta los puños. "No entiendes, siempre será así. ¿Cuándo dejaremos de estar alerta? ¿Y si la ataca nuevamente? ¿Y si esta vez logra matarla? ¡Mierda!"Su voz se quiebra ligeramente al final, aunque lo disimula. Estefan no puede permitirse mostrarse débil, no después de lo que pasó con su hermana. Lo miro a los ojos, reconociendo ese mismo miedo. Ese mismo miedo que lo ha perseguido desde el día en que la perdió."Estefan, estoy tan enojada como tú", le digo, intentando que entre en razón. "Pero no puedes negar lo que existe entre ellas dos... Igual que no puedes negar lo que existe entre tú y Clara. Sea como sea, las cosas pasaron por algo, y pasan para algo..."Él sacude la cabeza, sus ojos ardiendo de frustración. "Mierda, ¡cómo no me di cuenta antes!", murmura, más para sí mismo que para mí."¿De qué habría servido? Dime, ¿de qué hubiera servido saberlo antes? Al final, Cassandra sigue aquí. Aún con todo lo
En ese instante, el ambiente se suaviza. Nos abrazamos los tres, intentando dejar atrás este pequeño incidente, este enfrentamiento que, aunque inevitable, no definirá la fuerza de nuestra relación. La calidez de la cercanía y la conexión nos envuelve, creando un refugio momentáneo donde las preocupaciones se desvanecen, aunque solo sea por un instante.Mientras estamos así, el peso de la culpa y el dolor parece desvanecerse un poco, dejando lugar a la esperanza. Estefan, sintiendo la calidez de Cassandra y de mí, comienza a darse cuenta de que no está solo en esta lucha. Hay un futuro, un camino que recorrer juntos, a pesar de los fantasmas del pasado.“Lo siento si he sido difícil”, murmura Estefan, rompiendo el silencio. “No quise causar más problemas, y menos ahora que necesitamos estar unidos.”“No te preocupes”, le dice Cassandra suavemente. “Todos hemos estado pasando por mucho. Pero eso no significa que no podamos superar esto juntos.”Cassandra sonríe, aliviada de ver que Est