2/ LA BODA

En Milan, mis padres y yo nos hospedamos en un hotel pagado por Giulano, cuando ya me peinaron, me maquillaron y me pusieron el vestido de novia, mi padre me abrazaron llorando pidiéndome perdón una y otra vez por su mala cabeza, aunque quise animarlo, no sabia como hacerlo, pues la que temía casarse con un narcotraficante tan poderoso como era Giulano era yo.

Entre en la iglesia del brazo de mi padre, mientras nos acercabamos veía a mi futuro marido esperandome en el altar con una sonrisa ladina en sus labios mirándome. llegamos al altar y mi padre beso a mi frente, abrazo a Giulano sentándose después. El obispo empezó a hablar, pero yo no lo podía escuchar, mis pensamientos estaban en mi futuro marido, le temía aún sin conocerlo ya que yo era virgen y los hombres como Giulano tenía más experiencia ya que por su cama habían pasado mujeres de todas clases.

— Bianca, ¿aceptas a Giulano como tu legítimo esposo, prometiendo serle fiel en todas las adversidades? — me preguntó el obispo

— Si lo acepto — dije balbuceando, pues estaba muy nerviosa y mi cuerpo temblaba cuando estaba al lado de mi futuro esposo

— Giulano, ¿aceptas a Bianca como tu legitima esposa, prometiendo serle fiel en todas las adversidades? — le preguntó

— Si la acepto — le dijo mirándome con deseo y lujuria haciéndome estar aún más nerviosa

— VI DICHIARO MARITO E MOGLIE — nos dijo el obispo, intercambiandonos los anillos

— Giuliano puoi baciare tua moglie

Nada más decirnos el obispo que podíamos besarnos, mi ya marido rodeo mi cintura con su brazo acercando mi cuerpo al suyo todo lo que pudo, apretando sus labios a los míos, metiendome la lengua en mi boca todo lo profundo que pudo, mientras yo notaba en mi vientre lo duro que ya tenía su miembro. 

Salimos a la calle cogidos de la mano, subiendo a una limusina que había aparcada en la puerta de la iglesia entre gritos de felicitación por parte de toda la gente que había asistido a la ceremonia y pétalos de rosa. La limusina paró enfrente de la puerta de una gran casa, el chofer nos abrió las puertas ayudandome mi marido a bajar del vehículo dándome cuenta que la casa estaba rodeada de hombres armados. Poco a poco fueron viniendo los invitados en sus coches, mientras Giulano me llevaba cogida de la mano a la parte trasera de la casa, donde había preparada una carpa para celebraciones.

Después de la celebración, Giulano me cogió en brazos vitoreando todos los invitados mientras nos marchamos hacia el interior de la casa, subió conmigo en brazos hasta lo que iba a ser nuestro dormitorio, Giulano me dejo de pie en el suelo, besó, lamió y mordió mi cuello mientras bajaba la cremallera de mi vestido, cuando cayó al suelo me puse los brazos en mis pechos cubriendolos ya que no llevaba sujetador, causando que se riera mi reciente marido .

— ¿No has estado nunca con un hombre? — me preguntó

— No, tu eres el primero — contesté

— Túmbate boca arriba en la cama y abre las piernas para mi, te voy a hacer gritar de placer así sabrás lo que es follar con un hombre — me dijo dándome aún más vergüenza

Me tumbé en la cama como mi marido me dijo, viendo como él se quitaba toda la ropa, cuando se quito los boxer, pensé que me iba a romper al ver su miembro tan grande. Giulano se tumbó a mi lado lamiendo mis labios mientras sus dedos recorrían mi entrepierna dandome placer, metió un dedo en mi interior rotando haciéndome gemir de placer mientras arqueaba mi espalda

— Asi me gusta, quiero escuchar como dices mi nombre cuando tengas un  orgasmo, ya eres mía Bianca Ferrero — me decía

Introdujo un segundo dedo en mi interior mientras mordía cada uno de mis duros pezones, estirando de ellos, mientras movía sus dedos en mi interior estimulando el clítoris, hasta que el primer orgasmo hizo acto de presencia

— Giulano, sigue por favor — grite

— Eso es mi pequeña putita, di mi nombre — me decía

Puso su cabeza en mi sexo, haciendome notar como mordia y succionaba mi clitoris sin cesar, hasta que me hizo tener el segundo orgasmo, subio besando mi vientre hasta que nuestras bocas se juntaron en un lujurioso beso y fue cuando note como aquel gran miembro se hacia paso en mi estrecha obertura, sintiendo un dolor casi insoportable primero y un placer inexplicable despues. 

— Ya eres completamente mía, mi pequeña puta te voy a destrozar por dentro — me decía mientras me embestía cada vez más y más fuerte

— Te voy a dejar toda mi semilla y espero que me des un hijo pronto, zorrita — me dijo dejándome hasta la última gota de su semen en mi interior.

Cuando llegamos al clímax los dos rodeo mis hombros con su brazo, apretó su boca a la mía, danzando nuestras lengua mientras sus dedos pellizcaba mi pezón, haciéndome gemir y dar un grito sordo, en su boca, mirándonos después a los ojos fijamente

— ¿Con cuantas mujeres te has acostado? — le pregunté

— No te importa, si no tengo lo que busco con mi mujer, tendré que buscarlo fuera de casa, piensa en eso gatita — me dijo

— Tú has sido el primer hombre que me ha hecho el amor y me ha gustado Giulano — le dije

— Me alagas, pero no me gustaría matarte si te encuentro en la cama con otro que no sea yo, tu ya eres mía, me perteneces recuérdalo, ponte a cuatro patas como las perras, deseo follarte de nuevo gatita --- me dijo 

Despues de hacerme el amor dos veces más Giulano se quedo dormido y aproveche para ir al cuarto de baño paara ducharme, pero al levantarme de la cama me sentia dolorida en mis partes, viendo como caia por mi entrepierna el semen de mi marido con algo de color rojo, deje que callera por mi cuerpo el agua templada para calmarme, no me podia terminar de creer que a mis veintidos años estuviera casada con un poderoso y peligroso narcotraficante.

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