3/ LA RECEPCIÓN

Al día siguiente de la boda, me despertó la luz del sol que entraba por la terraza del dormitorio, me levanté de la cama, entre en el cuarto de baño para asearme, me vesti y baje a la cocina para tomarme un café que era lo único que me podía despejar después de la noche que me dio mi marido.

— buongiorno signora — me dijo la sirvienta

— Buongiorno ¿y el señor? — le pregunté

— Se marchó de viaje con Raffaello y la señorita Adrianna, antes de que amaneciera — me respondió

— ¿Quién es esa señorita y por qué se ha ido con mi marido?

— Adrianna es la secretaria del señor desde hace muchos años — me dijo

— Si y tambien es la que le calentaba la cama al jefe, antes de casarse con usted señora — dijo uno de los sicarios de Giulano que entró en la cocina en ese momento

— ¿Te dijo cuando volvería antes de marcharse? — dije

— Dentro de una semana signora — contestó

Estaba sentada en un sillón de  la terraza de mi dormitorio cuando me di cuenta que había llegado la limusina de Giuliano, entre en el dormitorio y abri la puerta y bajando las escaleras ilusionada esperando encontrarme con mi marido, pero cuando mire en el salón vi a Giuliano de pie, rodeando su cuello los brazos de Adrianna besándole la cara sin darse cuenta de que yo la estaba mirando, entre sin avisar mirándome los dos sorprendidos.

— Estoy cansada, si me necesitas sabes donde encontrarme — le dijo ella

—  Adrianna espera, no te he presentado a mi esposa — contestó él

— La conoci en la boda, encantada chao bambino — dijo ella

— ¿Es tu amante Giuliano? — pregunté

— ¿Estás celosa cariño? — me dijo mientras se acercaba a donde yo estaba

— No, pero no voy a consentirte que me seas infiel — le grite

— Quiero follarte, vamos al dormitorio — me dijo

— ¿Te has cansado de follar con ella? pues buscala y sigue follandotela, — le dije marchándome corriendo del salón

— “””Bianca”” ven aquí ahora mismo, no hagas que vaya yo a buscarte o te arrepentirás  — me grito, pero no le hice caso, subiendo a mi dormitorio

Giuliano abrió la puerta del dormitorio dando un fuerte golpe, se acercó hasta donde yo estaba mirándonos los dos, me cogió del brazo tumbandome en la cama boca arriba, poniéndose encima mía mientras yo le pegaba y le daba patadas.

— Me case contigo para cobrarme la deuda de tu padre, no para darte a ti explicaciones de lo que yo hago, si me quiero acostar con ella lo haré, tú no eres nada para mi, te enteras — me dijo

— A mi no me toques hijo de puta, no te lo consentiré — le grite

— Eres mi esposa, te compre por mucho dinero, abre bien las piernas como la puta que eres,--- me dijo mientras se desabrochaba los pantalones, 

De una embestida se adueño de mi interior mientras yo seguía intentando apartarlo de mi, me rompió la blusa que llevaba dejando mis pechos desnudos, sintiendo como sus dientes se clavaban  en mi carne y succionaba cada uno de mis pezones estirando de ellos sin compasión.

— Te odio — le dije

— No me odiaras tanto cuando tienes muy mojado el coño — me dijo mientras dejaba todo su semen en mi interior, apartándose de mí poco después

Giuliano se fue al cuarto de baño, mientras yo me quedaba rota y destrozada en la cama pensando en  que me case con él para que no matara a mi padre, pero al mismo tiempo me sentía sucia y ultrajada por mi propio marido. Giuliano salió desnudo del cuarto de baño secándose con una toalla el pelo, se acercó a la cama poniendo sus brazos a cada lado de mi cuerpo acercando su cara a la mía

.— Duchate y vístete, te espero en el salón para comer y no quieras saber, si tengo  que subir a por ti — me dijo

— Déjame tranquila, no quiero saber nada de ti — le dije cuando me levanté de la cama, viendo como sonreía.

Entre en el cuarto de baño, me quite la ropa, metiendome en la ducha dejando que el agua templada recorriera mi cuerpo para relajarme, la discusión que tuve con mi marido me puso muy nerviosa y me dejó muy desconcertada, porque no entendía  ¿como una recién casada podía admitir que su reciente  marido tuviera una amante? esa pregunta me la hacía una y otra vez mientras me duchaba. Sequé mi cuerpo en el mismo cuarto de baño, rodee mi cuerpo con la toalla y salí del baño vistiendome en mi dormitorio, bajando después al salón para comer.

— Pensaba que tendría que ir a por ti — me dijo Giuliano

— Como ves, no ha hecho falta que fueras, se venir yo solita — le contesté

— Mañana estamos invitados a una recepción — me dijo

— ¿Quien da la recepción? —- pregunté

—  Un tal Dominique Baratelli, es uno de los mejores traficantes de Italia y quiero asociarme con él, tiene una coca colombiana muy buena y me dará buenos beneficios si consigo que admita la sociedad que le voy a proponer mañana — me dijo

— Yo en eso te puedo ayudar, soy muy buena aconsejando — le dije

— Te meteria en su cama sin dudarlo – me dijo

— Y tú te meterias en su sociedad piensalo querido maridito — respondí

— Tú eres solamente mia ¿me entiendes? y nadie toca lo que es mio — me dijo entredientes

— Yo no digo de meterme en su cama, pero te podría ayudar a conseguir la sociedad que quieres con ese hombre, como ves te has casado con una Ferrero que también entiende de negocios, al menos que estés pensando en que tu amiguita Adrianna te consiga la sociedad usando sus encantos ocultos  — le dije

— No te consiento que la insultes, Adrianna me ha hecho ganar mucho dinero y ademas es mi socia en mis negocios — respondió

— Pues si no te importa, que te acompañe tu amante mañana, yo no estoy disponible — le dije levantándome de la mesa dándole la espalda a Giuliano marchándome al jardín

Entre en mi dormitorio y fui hasta la terraza  ya que hacía una noche maravillosa, me senté en uno de los sillones que habían escuchando como corria en agua de la ducha en el cuarto de baño, Giuliano se estaba duchando, cerré los ojos acomodando mi cabeza en el respaldo del sillón imaginándome, cómo le corría el agua a mi marido por su perfecto y musculoso cuerpo, sus manos paseando por cada centímetro de ese cuerpo que yo deseaba tanto, como el agua corría desde su cabeza hasta sus pies mientras yo le acariciaba y besaba sus deseoso labios, su perfecto torso bajando hasta su virilidad escuchándolo gemir por el placer que yo le estaba dando.

— No me esperes a dormir — me dijo sacándome de mis pensamientos, viendo su desnudez mientras buscaba en el vestidor la ropa que se iba a poner para asistir a la recepción

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