Capitulo 2.

Tome el primer taxi que pasó y cuando llegue al sitio indicado me quede boquiabierta mirando hacía todas partes.

El lugar era enorme y hermoso, una mansión como esas que solo se ven en las películas, con grandes jardines repletos de flores.

Le pagué al taxista y me baje del auto para acercarme hasta un enorme portón negro que era custodiado por dos hombres, los cuales sostenían en sus manos enormes armas de fuego, como una especie de rifle, creo, sinceramente es la primera vez que veo una cosa así en persona y me sentí algo nerviosa.

"Acaso está gente es famosa, mafiosa o que carajos"-Pensé para mi adentros.

Y algo vacilante, me acerque a los tipos para presentarme.

-Hola...

De inmediato clavaron su mirada en mi y colocaron sus diestras en un extremo de sus armas en completa sincronía, detallándome de arriba abajo... Admito que en ese instante si sentí pánico.

-Yo, yo, soy Stella, y vine porque... porque me ofrecieron un empleo como sirvienta.

No respondieron, pero uno de ellos se colocó un dedo en la oreja donde tenía una especie de auricular y empezó a hablar en otro idioma, mientras que el otro seguía observándome. Me cuestione si me habrían entendido o no.

-Disculpe, ¿Hablan español?

Continuaron ignorandome, pero el portón se abrió detras de ellos y se hicieron a un lado para que yo pudiera pasar.

-Gracias... maleducados-Susurre la última palabra.

-Te escuchamos-Aseguro uno de ellos, demostrando que si me habían entendido y que simplemente no quisieron responderme. No sentí vergüenza por haberlos llamado así, pero si tuve que apurar el paso.

De cerca todo parecía más impresionante. Me pare frente a la enorme puerta principal y cuando estuve apunto de tocar el timbre salió una señora algo mayor, que aparentaba poco más de cincuenta años, y supuse que era Violeta, ya que tenía cierto parecido con Julia.

-Hola, me llamo Stella y soy quien la llamo hace un rato por teléfono.

-Hola Stella, yo soy Violeta, y sinceramente me preocupa ver que solo eres una jovencita, creí que eras mayor cuando escuche tu voz.

-¡Lo soy!-Respondí de inmediato y con más desespero del necesario-Le aseguro que soy mayor de edad, tengo ventiuno.

-Te creo, pero igual pienso que eres demasiado joven para este empleo, no se si sepas manejar la presión de...

-Por favor señora Violeta-Rogué, uniendo mis manos palma con palma-De verdad necesito el trabajo, deme una oportunidad y le demostraré que se hacer de todo, no se va a arrepentir.

-Bueno, si Julia te recomendó por algo debe ser, yo confío en mi sobrina... Aunque te advierto que trabajar para los Lombardi no es nada sencillo.

-Hare mi mejor esfuerzo, se lo aseguro.

-Eso espero-Hizo seña para que pasara y lo primero que noté al entrar, fue la escalera en forma de caracol que estaba cerca la puerta-Te voy a explicar todo lo que debes hacer, y se que te parecerá demasiado, pero al final de mes devengaras un sueldo que hará que todo valga la pena.

-Eso último ya me llena de entusiasmo.

-Espero que pienses lo mismo de tus futuras tareas.

Inició dándome un recorrido por la planta baja, que se ve mucho más grande cuando estás dentro.

Me informó que deberé encargarme de la limpieza y de vez en cuando atender a los señores de la casa. Aseguró que no es necesario que me acerque a la cocina, ni al comedor principal, ya que cuentan con un chef profesional. Solo deberé hacerlo cuando uno de esos lugares amerite ser limpiado.

Conforme íbamos avanzando yo quedaba más fascinada con cada espacio de la mansión, y al mismo tiempo me daba jaqueca de solo pensar que tendría que limpiar todo eso, y eso sin contar que aun no habíamos ido a ver la parte de arriba, ni el patio donde hay una exorbitante piscina, según Violeta.

-Éste es el despacho del señor-Dijo abriendo dos enormes puertas y entramos a una especie de oficina-Debes cerciorarte de que siempre esté reluciente, no puede haber ni una particular de polvo... Las sillas, y ese sofá que está ahí-Señalo un mueble a nuestra derecha-Tienes que sacudirlos todos los días, así no haya sido utilizado.

-Entendido.

El lugar estaba repleto de libros ordénanos en estantes justo detrás de un bonito escritorio de madera, y sobre éste, había un portarretratos con la fotografía de unos recién casados, así que me acerque con algo de curiosidad.

La novia era una mujer muy bonita, pero con un bronceado algo exagerado, su cabello rubio estaba recogido en un elegante peinado que dejaba sueltos unos cuantos rulos, llevaba un enorme vestido blanco que resaltaba su escultural figura. La chica podría fácilmente bajarle el autoestima a cualquier mujer. Pero no fue eso lo que atrajo mi atención, si no, el verla a ella con el rostro contraído por una sonrisa de oreja a oreja, mientras que el novio, se veía muy diferente, totalmente inexpresivo, aunque me pareció bastante atractivo también.

Tenía el cabello negr*, largo y algo rizado, o más bien rebelde, que le llegaba un poco más abajo de las orejas, un rostro con facciones muy masculinas y llamativas, como sus intensos ojos de color marrón, y sobre ellos tenia unas cejas algo pobladas.

En cuanto a su cuerpo, se veía como alguien que se la pasa ejercitándose, mas no levantando pesas ya que a través de la tela de su elegante traje se podían apreciar unos músculos muy bien definidos pero no exagerados...

Ambos parecen igual de altos y resultaba difícil decidir quien de los dos era más apuesto, aunque a mi parecer, el puesto se lo llevaba él, pero ese solo era mi punto de vista.

-Ellos son los dueños de la mansión-Me informó Violeta, al notar mí indiscreta curiosidad-Ella es Elena y el, Salvatore. Son los señores Lombardi.

-Parece como si la fotografía la hubiesen sacado de una revista-Admití atontada-Pero se ven algo jóvenes para ser los señores, ¿Qué edad tienen?-De inmediato me arrepentí de haber abierto la bocata-Lo lamento, no quiero parecer una chismosa.

-Tranquila... En realidad si se cansaron siendo bastante jóvenes, ya llevan cuatro años de matrimonio y ahorita, Elena tiene veintiséis años y Salvatore veintisiete.

-Entonces supongo que contrajeron matrimonio porque están muy enamorados...¿Cierto?

Violeta puso cara de "no lo creo", y me pregunté por qué alguien querría cansarse siendo tan joven, si no es por esa razón.

-La fotografía habla por si sola, ahí puedes ver, quién está feliz y quién no parece estarlo.

Fruncí el ceño.

-¿Como puede alguien casarse sin estar enamorado?

-Como se nota que no conoces a el señor Massimo Lombardi.

-¿A quien?

-A el padre de Salvatore... Si ese hombre dice que debe caer nieve durante el verano, hasta el mismo cielo cumpliría sus órdenes. No ha nacido quién se atreva a llevarle la contraria-Se estremeció con solo hablar del hombre-Como te podrás imaginar, el fue quién arregló todo.

Sentí miedo de solo escuchar la referencia que me dio del tal Massimo.

-¿Y el vive aquí?, El padre de Salvatore-Intente mantener un tono neutro pero creo que se notó un leve temblor en mi voz.

-No... -Casi suspiré aliviada-El vive en Italia, pero viaja de vez en cuando para acá.

Esa última parte no me entusiasmo demasiado.

-Y supongo que Elena y Salvatore si están aquí.

-Tampoco, se encuentran de viaje y lo más probable es que regresen en una semana...ah, pero mucho cuidado con llamarlos por sus nombres, cuando te dirijas a ellos debes hacerlo con respeto, decirles señor y señora.

-Entendido mi generala-Me paré firme como un soldado y Violeta se sonrió.

-Ay Stellita, espero que al final de esta semana tengas ese mismo sentido del humor.

"Yo también espero lo mismo".

Ambas salimos del despacho y caminamos hasta una puerta que queda a pocos metros de distancia.

-Me faltó por mostrarte las habitaciones de arriba, y la alberca, pero eso puedo hacerlo más tarde...Por ahora necesito que pulas todos los adornos de la casa y para eso, tienes que cambiarte esa ropa y colocarte el uniforme.

-Comprendo.

-También debes traer tus cosas para que te instales aquí, aunque eso tendrá que esperar hasta mañana.

-¿Voy a dormir aquí?

-No pensarás viajar todos los días, ¿O sí?

-No, no, tiene razón, me parece bien quedarme aquí.

-Entonces en ese caso-Abrió la puerta que estaba frente a nosotras-Esta será tu habitación.

No pude evitar poner cara de asombro al ver el dormitorio que ocuparía.

-¿Te gusta?-Pregunto Violeta, con una media sonrisa, supongo que por mi expresión.

-Me encanta-Admití, caminando hasta la enorme cama que había en el centro, muy distinta a la colchoneta en la que suelo dormir-¿Éste cuarto es solo para mi?

-Si, esos de ahí son el baño y el closet-Señalo dos puertas adicionales que estaban a la izquierda-El el closet están los uniformes... cuando te hayas cambiado, me avisas para presentarte a los demás empleados, y después, para indicarte donde van a empezar a limpiar.

-Esta bien señora Violeta, muchas gracias.

-Lo de señora déjalo para los dueños de la casa, a mi llámame Violeta.

-Esta bien Violeta, y gracias de nuevo, por la oportunidad.

-No es nada, pero en serio espero que no me defraudes.

-No lo haré, lo prometo.

-Bueno Stella, mejor empieza a cambiarte que tenemos mucho trabajo que hacer.

-De inmediato.

Salió de la habitación y lo primero que hice fue lanzarme en la cama boca arriba con los brazos abiertos, sonriendo plácidamente porque era como acostarse en una nube suave y esponjosa.

-Definitivamente, me va a encantar éste empleó.

Si en ese instante hubiese sabido todo lo que sucedería en ésa mansión, nunca habría dicho esa frase... Por algo mi madre siempre me decía "No cuentes los pollitos antes de nacer".

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