Las veces que sueño con mis padres, me cuenta un poco poder despertar en las mañanas...
Pero como en mi actual empleo me encuentro en periodo de prueba, lo peor que me podía haber pasado, era quedarme dormida.
-¡No puede ser!-Exclamé, levantándome de la cama de un solo brinco-¿Porque no escuché el despertador?
Ya eran las seis y media de la mañana, y apenas éste era mi tercer día en la mansión así que por mi bien lo mejor era darme prisa.
No tengo la menor idea de cómo logré estar lista en quince minutos, pero lo hice.
Me fui directo a el comedor y ya todos estaban desayunando.
-Buenos días, buenos días, buenos días-Repetí rápidamente.
Ni siquiera me senté, solo serví un jugo de naranja y me lo tomé de un trago.
Todos se me quedaron viendo extrañados.
-¿No piensas desayunar?-Pregunto Violeta.
Me alejé a paso apresurado.-No me da chance...
-Pero sí aun tienes veinte minutos.
-¡No son suficientes!-Respondí saliendo del comedor.
Fui a buscar la ropa del señor que ya se encontraba tal como el dijo, "perfectamente planchada", yo misma me aseguré de eso la noche anterior.
Subí a toda prisa las escaleras y toque la puerta, pero como nadie respondió, entré, ya que supuse que aun no había regresado.
Y no me equivoqué, no estaba en su habitación, pero su cama estaba tendida, algo que imaginé que yo tendría que hacer.
Así que solo me toco esperarlo de pie, durante unos diez minutos.
Cuando mi reloj marcó las siete en punto, Salvatore abrió la puerta y se me quedó mirando algo sorprendido.
"jum', me exigió puntualidad, pero de seguro no contaba con que yo llegara antes de lo acordado"-Pensé.
Caminó hacia mí, con la respiración aún agitada por el ejercicio y cuando estuvo a un metro de distancia se colocó las manos a sus costados haciendo que me sintiera algo intimidada.
-¿Que haces aquí?
-Le traje su ropa señor.
-¿Acaso no hablé claro ayer?
-Por supuesto que sí... dijo que lo esperara con su ropa planchada.
-¿Cuando-yo-qué?-Pregunto en tono prepotente y separando muy bien las palabras.
-Cuando usted saliera de su ducha.
-¿Y en éste momento te parece que estoy saliendo de mi ducha?
-No señor, discúlpeme.
-Ni un minuto mas, ni un minuto menos...-Me recordó-Que esto no vuelva a ocurrir.
Me pasó por el costado para entrar a su baño y sentí como mi cara se enrojecía producto del enojó... En vez de haberme disculpado, debí haberle tirado su atuendo, pero necesito el empleo, así que tendré que acostumbrarme a ese ogro exigente.
Y yo que había dejado a un lado mi desayuno para parecerle una persona responsable, y en lugar de eso, me hizo quedar como una desmemoriada.
-No entiendo porque simplemente no puedo dejarle su ropa ahí tendida sobre la cama-Murmure para mí misma-Creo que lo que le gusta es torturar a las personas y por eso me va a dejar aquí parada hasta que se me duerma el brazo de tanto tenerlo extendido-Continúe refunfuñando.
Y después de pasar unos cuantos minutos inventando insultos para el "señor" en mi mente, la puerta del baño se abrió, sacándome de mis entretenidos pensamientos, y lo vi salir envuelto por la cintura en una simple toalla blanca.
Me quedé paralizada, cómo una estatua, intentando no clavar la mirada en ese cuerpo que parecía estar hecho de puro músculo.
Salvatore se acercó a mí y creí que tomaría su ropa, pero en lugar de eso, se me quedo mirando directamente a los ojos durante unos larguísimos segundos.
-Veo que ya te estás acostumbrando-Admitió, por el hecho de que no desvíe la mirada.
-Su ropa señor-Extendí mi brazo hacía él y la tomo para alejarse.
-¿Piensas quedarte ahí parada mientras me visto?- Inquirió, levantando una ceja.
-No señor, pero no me ha dicho que puedo marcharme...
-Y tampoco te voy a dar el gusto de que me veas desnudo.
La incomodidad me hizo bajar la mirada y sentí que me ardieron la orejas, pero tuve que recordarme a mi misma que yo no había hecho nada malo, y que toda la culpa la tenía el.
-Permiso-Fue lo único que alcance a decir, antes de salir como una bala de la habitación.
¿Qué se cree ese hombre?, Con razón su esposa duerme en otro cuarto, de verdad es insoportable, hasta creo que sentí lastima por ella.
Bajé las escaleras en busca de Violeta y la encontré saliendo de la cocina.
La sostuve del brazo-¿Tienes un momento por favor?
-Salvatore te regaño por estar antes de las siete y diez en su habitación.
Esa no era una pregunta, ella me estaba haciendo una afirmación así que la miré con el seño fruncido-¿Como sabes que me regaño?
-Por qué el joven es bastante... estricto, con respecto a sus rutinas. Su ducha termina exactamente a las siete y quince, así que debes entrar a su habitación cinco minutos antes, no quince, ni veinte, cinco... Y es así con absolutamente todo, así que si quieres conservar el empleo es mejor que te acostumbres.
Se qué "estricto", no era precisamente la palabra que lo describía, yo diría más bien, obsesivo, y de seguro Violeta pensaba igual pero se reservaba sus comentarios.
-¿Pero siempre se comporta tan insoportable, o solo es así conmigo?-Me acerqué a ella para no tener que hablar demasiado alto
-Shhhhh...baja la voz que te pueden escuchar.
-Estoy hablando bajito-Susurre-Ahora responde, y por favor se sincera.
-Te estoy diciendo, que es estricto... Aprende sus rutinas, sigue sus órdenes al pie de la letra, y verás que es bastante tratable.
-"Uy, eso suena tan fácil"-Fui sarcástica.
-Dijiste que podías con esto, ahora demuéstralo.
Quería protestar pero estaba clara de que ella tenía toda la razón.
-¿Y debo hacer esto todos los días?
-Si te quedas con el empleo, si...excepto los domingos, que serán tus días libres.
-Interesante... pero no muy prometedor-Me cruce de brazos.
-Ya niña, no deberías quejarte del él, más bien agradece que no tengas que atender así a Elena.
-¿Por que?, ¿la señora Elena también es así de "estricta" con sus horarios?
-No, ella es todo lo contrario... nunca se levanta a la misma hora, tienes que adivinar cuando tiene hambre y cuando no, es malcriada y uffff...-Resoplo-Las pocas veces que tengas que atenderla, veras que ella sí puede ser un verdadero dolor de cabeza.
-Vaya que sabes como subirle el ánimo a alguien-Volví a utilizar el sarcasmo y levanté mi pulgar, sonriendo forzosamente.
-Tu querías sinceridad-Se encogió de hombros.
Suspiré resignada.
-Si te sirve de consuelo, Elena se la pasa de compras o de fiesta en fiesta, así que casi no la verás por aquí...
-Eso ya es algo...¿Y Salvatore también se la pasa fuera de la casa?
-No, el pasa la mayoría del tiempo en su despacho, trabajando.
Había rezado para que su respuesta fuese sí, pero al parecer no dije bien mis plegarias...Y ahora sé que tendré que aprender a soportar a ese hombre.
-Una última pregunta con respecto al señor.
-Al parecer alguien se levantó hoy con mucha curiosidad.
-Violeta por favor, una más y ya... ésta es importante.
-Esta bien-Puso toda su atención en mi-Te escucho.
-¿Por qué tengo que esperarlo todas las mañanas, de pie, y con la ropa en la mano, como si yo fuese un perchero?, Por qué simplemente no se la dejó sobre la cama.
-Te estoy diciendo que es estricto con todo...acóplate a sus exigencias.
-Esa no es una respuesta muy detallada-Me queje.
-Pues tendrás que conformarte, y ahora señorita-Me tomó por los hombros y me hizo girar sobre mi pies-Ve a cumplir con tus tareas, porque acabas de perder diez valiosos minutos hablando conmigo.
-ok, ok...pero voy a pesar que está platica tendrá una segunda parte.
-Ummm... ya veremos.
Después de mi poco motivadora conversación con Violeta, empecé a realizar mis tareas.Primero sacudí con mucho cuidado los costosos cuadros que habían en varias paredes de la casa, limpié los cristales de las ventanas y como ya Vittorio había terminado de preparar el desayuno de los señores, me fuí con él a la cocina para ayudarlo en lo que sea que necesitara.-Ya la señorina tiene mucho queasere, no e necesario que me ayude aquí-Comento, con su divertido acento italiano.-Ya le dije que ayudarlo también forma parte de mis labores.Tomé los trastes sucios y los metí al fregadero para lavarlos.-No señorina, aquí no lo hacemos de ese modo, para eso tenemos el lavavajillas-Señalo el aparato.-Pero yo no se utilizar esa cosa, así que lo haré a la manera antigua.Enjabone un plato de porcelana y cuando le estaba sacando el detergente, casi se me resbala de las manos.-¡Mamma mia!-Se llevo una mano al pecho-tenga cuidado, esos platos son importados...-Tendré mas cuidado, no se preocupe.-
La alarma de las seis empezó a sonar y dejé escapar un pequeño gruñido de mi garganta en forma de protesta, en serio no quería levantarme de la cama ésta mañana.Mi cuerpo me exigía con fervor que durmiera un poco más, pero con el jefe que tengo, esa idea no estaba en discusión.Llevo poco mas de una semana con el empleo y el cansancio me hace sentir como que llevará un año entero, aunque me he acoplado bastante rápido a las exigencias de Salvatore, pero aun no comprendo lo estricto y específico que es con respecto al tiempo.Además de eso, todas las otras tareas me dejan bastante agotada, hasta en mis sueños me veo trapeando, sacudiendo o puliendo cualquier cosa, ni durmiendo logró descansar. Solo espero que Violeta no haya mentido cuando dijo que al recibir mi paga, todo habrá valido la pena...Después de darme una ducha caliente y de ponerme mi uniforme, me fuí a desayunar con los demás empleados.-Buenos días-Dije acercándome a la mesa y soltando un enorme bostezo.-Niña, "Cuanta
Un mes entero había pasado desde que comencé a trabajar en la mansión...Y ya es notorio el cambio en mi, me encuentro más activa, me despierto con más ánimo y siento que me he acoplado bastante bien a todas las tareas que tengo que cumplir, sin mencionar que me llevo mejor con Salvatore, me atrevo a decir que hasta nos caemos bien.Yo digo que me he acostumbrado a todo, o no, miento, a lo que no me acostumbro es a los malos tratos que me da Elena cuando tengo que atenderla, pero para mi suerte casi no se la pasa aquí en casa, así que eso no sucede muy seguido...Ya mi reloj marcaba las cuatro de la tarde y me encontraba muy agusto en el jardín recogiendo algunas flores con el señor Luis, para colocarlas en jarrones por algunos sitios de la casa y así poder darle un poco más de alegría, pero no pude terminar con mi tarea porque Violeta me avisó que el señor estaba solicitando mi presencia.-¿Me mandó llamar señor Salvatore?-Pregunté asomando la cabeza por las puertas del despacho-Y di
Los días pasaron sin mayores incidentes, excepto por la llegada de la dichosa cita de Elena con el doctor...Esa mañana los señores salieron juntos de la casa y no regresaron hasta medio día.Violeta y yo estabamos platicando a gusto en la sala mientras espojabamos los cojines de los sofás y escuchamos la puerta principal ser abierta de golpe.Salvatore y Elena entraron a la casa discutiendo muy fuerte, llamando por completo nuestra atención, pero estaban hablando en italiano, por lo que no podíamos entender nada de lo que estaban diciendo.Nosotras dos nos quedamos como una estatuas humanas con la escena que estaba sucediendo frente a nuestros ojos.La mujer parecía estarle reclamando algo a su esposo, por los movimientos tan exagerado que hacía con sus manos y el se mostraba bastante frustrado con la situación, y de vez en cuando se pasaba las manos por el cabello para peinarlo hacía atrás con algo de inquietud, o preocupación, no estoy segura.Después de casi dos minutos de gritos
Mi noche se estaba volviendo eterna porque no lograba conciliar el sueño...Mi plática con Violeta me había dejado con tantas preguntas que no pude hacer que mi cerebro dejará de pensar un solo instante.Tome mi reloj de la mesita de noche y pude ver que marcaba casi las dos de la mañana.-No puede ser Stella...ya duérmete o mañana parecerás un zombie-Me regañé a mi misma en tercera persona.Y como si el refrigerador fuese a darme la respuesta a alguna de mis incógnitas, decidí que lo mejor seria ir por un vaso de leche.Salí de la habitación dando pasos cautelosamente lentos para no hacer ningún ruido. No tenía intenciones de despertar a nadie y que me vieran en esa vergonzosa pijama que traía puesta, que ni siquiera se trataba de una verdadera "pijama", era un simple vestido de algodón que me queda algo corto pero a su ves es demasiado cómodo y por eso lo utilizo para dormir.Solo alcance a dar cinco pasos cuándo un sonido captó mi atención y desde luego, porque yo no lo había provo
Ayudar a ese hombre a subir las escaleras parecía mucho mas facil en mi mente de lo que estaba siendo en la realidad.Lograr que saliera del despacho fue bastante sencillo, en comparación a la lucha que estaba resultando hacerlo subir cada peldaño.-Aquí está otro-Le indique, señalando hacía abajo, mientras mi delgado brazo izquierdo lo sostenía con firmeza-Un escalón más, ya falta poco-Lo anime.Y cuando solo nos quedaban cuatro peldaños por subir, se tambaleó y tuve que hacer un esfuerzo gigantesco para no dejarlo caer.-Casi...-Musito sonriente y mirando hacía atrás.-No me da risa señor Salvatore, es aterrador que pueda caerse.-Shhhhh-Coloco un dedo sobre mis labios-No te amargues tanto la vida y deja de llamarme señor que me haces sentir que tengo cuarenta años.No entendí el porqué de esa petici&o
El sueño y yo no nos reconciliamos durante toda la noche... Mi cabeza no paraba de dar vueltas, y yo tampoco sobre aquellas sabanas blancas. Recuerdo haber llorado unas cuantas veces durante mi desvelo, sintiendo la enorme culpa de haberlo estropeado todo. Y aún cuando estaba segura de que lo sucedido con Salvatore no era producto de mi imaginación, anhelaba que hubiese sido así. Un simple sueño del cual me avergonzaría a solas, pero no, dejé que sucediera, estúpidamente había dejado que el señor se propasara conmigo, o mejor dicho, yo me había propasado con el, porque tomando en cuenta su posición y su estado de ebriedad en ese momento, la situación solo se apreciaba de esa manera. Donde yo, quedo como la sirvienta interesada que buscó desesperadamente meterse en la cama de su jefe, aún cuando todo lo inicio él... Y lo peor es que por poco y el incidente llega mucho más lejos, gracias al cielo que mi cerebro conecto con su parte racional en el último instante, porque si no las c
No se que me resulta peor...Tener que atender a Elena, o pasarmela veinticuatro siete pensando en Salvatore.Se supone que éstos días sin el me ayudarían a ordenar las cosas en mi cabeza, sin embargo han pasado cinco días desde que se fué y literalmente he pasado cinco días sin poder sacarlo de mi mente, siento que se mudo a mis pensamientos y no a querido abandonarlos, no se si viajó a Italia o a mi cabeza la verdad.-¡¿Acaso están fabricando el alcohol?!-Grito Elena desde la piscina-¡¿Donde demonios está mi bebita?!Definitivamente lo peor es tener que atender a esa mujer, no se cómo pude llegar a dudarlo.Tome rápido el cóctel que Vittorio le preparó, que por cierto ya es el octavo que se a tomado en menos de dos horas, y salí a la parte trasera de la casa. Elena a sabido muy bien como aprovechar este tiempo sin su esposo, realizando fiestas en la piscina, aunque al menos hoy no vino demasiada gente como sucedió estos días atrás.-Aqui está señora, su cóctel-Le acerque la bandeja