CAPÍTULO 88. "¿Qué puente?"El abuelo no necesitaba que se lo repitieran mucho, pero sí quería saber que su nieto estaba haciendo aquello por los motivos correctos.—¡Déjame que lo entienda! ¿¡Vas a vender todo aquí, tu empresa completa, el trabajo de tu vida!? —dijo el abuelo—. Me imagino que teniendo todo en tus manos vas a vender a la alza y le vas a sacar un dineral.—¡Exacto! —sonrió Scott subiéndose las mangas del suéter hasta los codos como si estuviera a punto de taclear a alguien.—¿¡Y luego te vas a ir corriendo a mudarte a Mónaco y a arrastrarte frente al amor de tu vida hasta que logres reconquistarla y ser feliz con ella y con tu hija!? —siguió el abuelo.—¡Correcto! ¿Qué te parece? —preguntó Scott.—¡Me parece lo más sensato que has hecho en tu vida! —exclamó el abuelo—. ¿Necesitas mi ayuda para algo?—Siempre —aseguró Scott dándole un abrazo y pronto se sentaron a conversar sobre la mejor forma de vender la empresa en el más absoluto secreto.Hicieron un plan para ello
CAPÍTULO 89. ¡Sal de la Edad de Piedra!Se dio la vuelta y salió de allí directamente a su oficina. Recogió los documentos que necesitaba y se regresó a su casa, haciendo acopio de paciencia porque ir preso un día antes de que todo se resolviera, no era una opción. Alguien estaba seriamente intentando lastimarlo y Alejandra tenía razón, a menos que se alejara no iba a conseguir solucionarlo.Al día siguiente en la mañana se reunieron con el amigo de su abuelo y todo salió a la perfección. Scott logró vender su empresa por un muy buen precio y en cierta medida, aunque dejara atrás el trabajo de toda su vida, sabía que tenía la libertad para empezar de nuevo por donde más le gustara y tenía el dinero suficiente para hacerlo.Debían ser quizás las ocho de la noche de ese mismo día, cuando Daniel recibió una llamada de Scott para que lo encontrara en el aeropuerto. El abogado se quedó mudo cuando vio que el abuelo también iba a viajar con Scott, porque eso significaba que no regresaría pr
CAPÍTULO 90. Esa chispa ya murió—Si las miradas mataran, esos dos ya tendrían las lápidas hechas y todo —susurró el abuelo en el oído de Alejandra y los dos se rieron.—No digas eso. Bas es muy importante para mí, y Scott es el padre de Mar, así que no les quedará más remedio que llevarse bien.Sebastian y Scott estaban en lados opuestos del salón, matándose con los ojos porque en la realidad era ilegal, pero era demasiado evidente que "llevarse bien" no estaba entre sus prioridades.Scott se dirigió a ellos y cargó a la pequeña Mar, que enseguida se emocionó con el avioncito, el astronauta y todos los mimos que le hizo su papá.Sebastian se excusó cuando una asistente tocó a la puerta y le hizo una señal a Alejandra.—Tengo algo que resolver —le dijo ella al abuelo y a Scott—. ¿Pueden quedarse con Mar?A Scott se le iluminó el rostro y el abuelo casi saltaba de la alegría.—¿Podemos llevarla a tomar helado?—Sí, pero solo uno —accedió Alejandra con suavidad.—¿Qué sabor le gusta? —p
CAPÍTULO 91..¿Me dejas hacerte enojar un poquito más?Al día siguiente les anunciaron que la muchacha ya los estaba esperando en la Recepción del hotel, pero solo fue Scott el que bajó.—¿El abuelo no viene?—No pasó una buena noche —murmuró Scott—, prefirió quedarse descansando.—Entonces... podemos hacer esto otro día —dijo Alejandra.—No. Lo que necesito es sacarlo de aquí lo más pronto posible, necesita un lugar estable y cómodo... pero entiendo si no quieres venir...—No, está bien —dijo Alejandra, preocupada—. Es mejor si lo sacamos de aquí. Vamos.Alejandra traía una camioneta y Scott se sorprendió de cómo se veía por dentro el auto de una mamá.—Esto parece una tienda de juguetes —sonrió.—No te imaginas cómo es entretener a una bebé —respondió ella.—Me la voy haciendo, todavía tengo helado en las orejas —replicó Scott y se mordió los labios cuando la vio sonreír.Sacó el grupo de folletos que tenía y ella condujo hasta la primera dirección, pero ni siquiera se detuvo.—Era a
CAPÍTULO 92. Una entrevista de trabajoAlejandra trató de soltarse, lo mordió, lo pateó y por fin terminó gruñendo como un animalito acorralado y apretando los labios con fuerza hasta que Scott suspiró y la soltó.—¡No vuelvas a hacer eso! —espetó ella con rabia limpiándose la boca—. Cómprate la maldita casa y que te aproveche, pero si piensas que mudándote aquí va a cambiar algo entre tú y yo...Scott se mesó los cabellos y tomó su rostro haciendo que lo mirara a los ojos.—Escúchame bien, porque tengo que decir esto con todas sus letras —dijo con seriedad—: No tengo perdón. Ni de Dios ni tuyo ni de nadie. Yo, más que nadie en el mundo, debí protegerte, porque te amaba. Debí confiar en ti, debí escucharte, debí defenderte porque amar a alguien no es algo que se dice, es algo que se demuestra... y yo no te lo demostré. —Los ojos de los dos se humedecieron pero él no se detuvo—. Te fallé, nada en el mundo podrá cambiar eso. Te fallé y me arrepiento todos los días. Te fallé y entiendo q
CAPÍTULO 93. Nunca más voy a irmeScott le dio la mano con entusiasmo y fue a hacer todo su papeleo en Recursos Humanos. Sobra decir que hizo su baile de la victoria al regresar al hotel, y el abuelo estaba tan emocionado como si tuviera quince y hubiera conseguido su primer trabajo.Y al otro día a las diez de la mañana, en el edificio de Fast Diamond, ya Scott derrapaba por el pasillo frente a la oficina de Alejandra y empujaba la puerta sin siquiera llamar mientras la asistente de la CEO corría tras él.—¡Te están robando! —exclamó Scott llevando en la mano un montón de documentos—. ¡Te están robando!Alejandra se puso de pie impactada. Venía descalzo, despeinado, con la corbata suelta y jadeando como si acabara de correr un maratón.—Señora, lo siento, yo no pude...—Está bien, Anika, déjanos solos —replicó Alejandra y esperó a que la puerta se cerrara para increparlo—. ¿¡Te volviste loco, Scott!? ¿¡Qué es esto!? ¿¡Qué haces aquí así, en esas fachas y descalzo!? ¿¡Y qué es eso de
CAPÍTULO 94. ¡Ups! Me confundí.Scott sentía que se ahogaba mientras conducía como un loco por las calles de la ciudad. Por supuesto que no quería pensar lo peor, él adoraba a Beast, pero finalmente era un animal y uno grande y peligroso, no podía siquiera imaginar que pudiera estar enfermo y atacar a Alejandra o a Mar.Estacionó de un frenazo ante la verja de entrada y la saltó. Desde fuera escuchó los ladridos de Beast. Gruñía y ladraba furiosamente y parecía que había destruido media sala.—¡Hey, muchacho, muchacho! —lo llamó—. Beast corrió hacia él pero no lo atacó, solo mordió su pantalón y trató de arrastrarlo—. ¡Beast! ¡Para!—¿¡Scott!? —gritó Alejandra desde el segundo piso y él le respondió.—¡Estoy aquí! ¡Estoy aquí!La vio asomarse a lo alto de la escalera.—¿Mar? —preguntó Scott apurado.—En el baño con Lucy —le gritó ella—. ¿Qué le pasa? ¿Por qué está así?—¡No tengo idea! Pero no me está atacando.Alejandra bajó un poco y vio que Beast seguía igual de desesperado, mordie
CAPÍTULO 95. ¡Mis días como CEO ya se terminaron!—¡Es que yo te mato, Hamilton! —gruñó ella tratando de bajarse, pero Scott cerró los antebrazos detrás de su espalda y la dejó peligrosamente pegada a él. Era tan hermosa, le gustaba tanto, especialmente enojada, que solo podía sonreír como un idiota mientras la miraba.—Bájate despacito o de verdad te vas a encontrar otra serpiente que no te va a gustar —sonrió Scott, pero por mucho que ella le hizo caso, no pudo evitar que su intimidad rozara con aquella erección por la que, por cierto, él no tenía intención de disculparse.Pasaron el resto de la noche entre el cuarto de Mar y el rincón de Beast, hasta que no pudieron evitar quedarse medio dormidos cada uno en un sofá. Al día siguiente cuando Scott abrió los ojos Beast no estaba en su camita y se puso a buscarlo desesperado hasta que lo encontró durmiendo a pierna suelta a los pies de la cuna de Mar. Sonrió apoyándose en el marco de la puerta y sintió que tocaban su antebrazo en sile