CAPÍTULO 95. ¡Mis días como CEO ya se terminaron!—¡Es que yo te mato, Hamilton! —gruñó ella tratando de bajarse, pero Scott cerró los antebrazos detrás de su espalda y la dejó peligrosamente pegada a él. Era tan hermosa, le gustaba tanto, especialmente enojada, que solo podía sonreír como un idiota mientras la miraba.—Bájate despacito o de verdad te vas a encontrar otra serpiente que no te va a gustar —sonrió Scott, pero por mucho que ella le hizo caso, no pudo evitar que su intimidad rozara con aquella erección por la que, por cierto, él no tenía intención de disculparse.Pasaron el resto de la noche entre el cuarto de Mar y el rincón de Beast, hasta que no pudieron evitar quedarse medio dormidos cada uno en un sofá. Al día siguiente cuando Scott abrió los ojos Beast no estaba en su camita y se puso a buscarlo desesperado hasta que lo encontró durmiendo a pierna suelta a los pies de la cuna de Mar. Sonrió apoyándose en el marco de la puerta y sintió que tocaban su antebrazo en sile
CAPÍTULO 96. Lencería sexy bajo una gabardinaDaniel no podía entenderlo, y Scott no podía explicarle simplemente porque su mejor amigo jamás se había enamorado hasta los huesos de una mujer, y él simplemente no podía explicarle cómo era el amor, más allá del hecho de que con gusto daría su vida por Alejandra y por su hija.—¿Entonces vas a ser un simple empleado a partir de ahora? ¿Eso es lo que quieres? —lo increpó Daniel.—Quiero estar cerca de Alejandra, y quiero ser papá —respondió sinceramente—. Es todo lo que me importa.—¿Vas a ser papá sin saber siquiera si es tu hija? —murmuró Daniel consternado.—Sí lo es, yo lo decidí así que... sí es mi hija.Estuvieron hablando un buen rato mientras Daniel ponía los ojos en blanco por los cochecitos que él estaba diseñando, y luego de eso Scott se fue a su habitación a descansar.Aprovechó el domingo para poner absolutamente todo en orden con respecto a la casa nueva, y ver cómo iban las renovaciones de ese sótano especial que había mand
CAPÍTULO 97. Padres primerizosEl pequeño auto comenzó a brillar en la oscuridad con una suave luz azul, y cada hermoso detalle podía distinguirse en él.—¡Es precioso! —exclamó Alejandra viendo aquel mini auto de carreras que llevaba el número del coche que ella manejaba.—Todavía siento que le falta algo —dijo Scott—. Pero no sé qué es... Oye, ¿me dejarías ir a verte cuando vayas a hacer prácticas de nuevo? A lo mejor me inspiro viéndote correr... jefa.Alejandra levantó una ceja sospechosa pero luego asintió.—Está bien, solo porrrrrrr favorrrrrr ¿te puedes poner zapatos para venir a mi oficina? —lo increpó.—¡Sí, señora! ¡Como diga, señora!Se fue de allí feliz y dos días después la asistente de Alejandra pasó por su pequeña oficina para anunciarle que ella tenía prácticas. Scott se fue al circuito y la vio probar otro de los modelos que le habían mandado del departamento de producción. A Scott se le caía la baba al verla correr, era espectacular. Lo había sabido desde el primer d
CAPÍTULO 98. Un sonido diferenteAlejandra se despertó atontada y para ese momento Scott ya no estaba en la cama. No sabía si aquel calorcito delicioso que se extendía por su espalda había sido él o no, pero al menos no se había quedado a esperar a la paliza que ella podía darle si lo sentía aprovechándose de la situación.Se desperezó y se dio un baño antes de bajar. Apenas eran las once, así que no había dormido tanto. Mar estaba más animada, jugando en la sala con Beast y el abuelo, y este le hizo un gesto para indicarle que Scott estaba en la cocina.Sin embargo antes de que empujara aquella puerta escuchó voces dentro.—De verdad que yo puedo hacer eso... ¡se te va a quemar! —decía Lucy entre risas.—Ya sé, pero ella se lo va a comer quemado —respondía Scott—. Yo puedo.—Una mujer solo come wafles quemados cuando vienen del hombre que ama, Scott, así que mejor ponle mucha miel para que le disimules el sabor —apuntaba Lucy y Alejandra apretó los labios, porque aunque era cierto qu
CAPÍTULO 99. Ella puede con todoScott le entregó la nena al abuelo y salió corriendo detrás de Sebastian. Los dos saltaron las barreras de seguridad para correr hasta ella. No le importaba lo peligroso que pudiera ser, necesitaba llegar hasta Alejandra.Una ambulancia se escuchaba llegando al lugar y varios equipos de seguridad trataban de controlar la situación.Scott la vio inconsciente y trató de encontrarle el pulso de inmediato, en medio de todo aquello aún intentaba reaccionar.—¡Está viva! —exclamó aliviado.—¡No la toques! —le gritó Sebastian—. ¡Ven acá, ven!Contra todos sus instintos Scott dejó a Ale y corrió hacia donde Bas le indicaba y juntos abrieron el capó del auto a la fuerza, lo vio manipular docenas de llaves y botones.—Estoy cortando el suministro de gasolina para que esto no explote —le explicó apurado—. No puedes tocar a Ale, tú no.—Pero...—¡Solo los paramédicos pueden hacerlo, tú podrías empeorar las cosas! —sentenció Bas mientras buscaba la forma de abrir a
CAPITULO 100. La madre de mi hijaAlejandra sentía que todo le dolía, especialmente la cabeza. A su alrededor había muchas voces, pero de todas ellas su cerebro solo podía distinguir una que tiraba de su conciencia hacia la realidad."Tienes que despertarte, amor"."Te extraño mucho"."Mar necesita a su mamá, tienes que despertarte, nena"."Por favor, Ale, quédate conmigo, despierta".La temperatura del cuarto estaba fría, sentía el tubo helado a través de su garganta, pero había un espacio suave y cálido sobre su mano, y esa era la mano de Scott, lo supo en cuanto abrió los ojos y lo vio allí, con la mejilla pegada a su mano y los ojos cerrados por el cansancio.Apenas movió los dedos cuando él abrió los ojos, asustado, y la sonrisa se dibujó en sus labios.—Hola, nena... —murmuró despejando su rostro con delicadeza después de apretar el botón para llamar a la enfermera.Enseguida se asomó una y luego salió corriendo a llamar al doctor.Sebastian había ido a cambiarse de ropa y Scott
CAPÍTULO 101. ¡Yo no hice esto, Ale... yo no lo hice!Scott se llevó una mano a la cabeza, aturdido.—No. No puede ser. ¿Cómo? —gruñó desesperado.—Podría darte una explicación larga que no entenderías, pero me di cuenta cuando estaba cerrando el paso de la gasolina apenas ocurrió todo. Hoy los peritos me lo confirmaron, el auto fue manipulado para provocar ese accidente.Scott miró a Sebastian con sorpresa e incredulidad. ¿Cómo podía estar ocurriendo esto? ¿Quién querría hacerle daño a Alejandra? Se esforzó por procesar toda esta información mientras su mente se llenaba de preguntas y teorías.Sebastián suspiró fuertemente mientras miraba a Scott con atención.—Ale me dijo que hay alguien tratando de hacerte daño desde hace mucho tiempo —dijo lentamente—. ¿No pensaste que podía seguirte hasta aquí?Scott negó.—Creí que si me iba de Estados Unidos todo eso quedaría atrás —respondió—. ¡Maldición! ¡Jamás he lastimado a nadie en mi vida como para que me persigan de esta forma! ¿Por qué?
CAPÍTULO 102. Aprender de los errores—No... no yo hice esto... —Scott miraba aquel papel con desesperación, sin poder creer lo que tenía delante—. ¡Yo no hice esto, Ale... yo no lo hice!Pero por la rabia en la expresión de Alejandra era evidente que no le creía.—¿No lo hiciste? ¿Y de quién es la firma, Scott? —exclamó ella con los ojos llenos de lágrimas—. ¡Me mentiste! ¡Me dijiste que solo querías estar cerca de nosotras, cuando solo estabas buscando la oportunidad para quitarme a mi hija!Nunca en toda su vida Scott Hamilton se había sentido más desesperado ni más indefenso que en aquel momento. Ese papel tenía su firma, pero él no la había puesto ahí, y no tenía forma de demostrar eso.—¡Ale, escúchame por favor!—¡Lárgate de aquí! ¡Ni en sueños, Scott, ni en sueños te vas a llevar a mi niña!—¡Eso no es lo que quiero... Ale...! —intentó llegar a ella, pero Sebastian se metió en medio.—¡Scott, sal de aquí ahora mismo! —le exigió Sebastian, con un tono tan firme y determinado que