CAPÍTULO 92. Una entrevista de trabajoAlejandra trató de soltarse, lo mordió, lo pateó y por fin terminó gruñendo como un animalito acorralado y apretando los labios con fuerza hasta que Scott suspiró y la soltó.—¡No vuelvas a hacer eso! —espetó ella con rabia limpiándose la boca—. Cómprate la maldita casa y que te aproveche, pero si piensas que mudándote aquí va a cambiar algo entre tú y yo...Scott se mesó los cabellos y tomó su rostro haciendo que lo mirara a los ojos.—Escúchame bien, porque tengo que decir esto con todas sus letras —dijo con seriedad—: No tengo perdón. Ni de Dios ni tuyo ni de nadie. Yo, más que nadie en el mundo, debí protegerte, porque te amaba. Debí confiar en ti, debí escucharte, debí defenderte porque amar a alguien no es algo que se dice, es algo que se demuestra... y yo no te lo demostré. —Los ojos de los dos se humedecieron pero él no se detuvo—. Te fallé, nada en el mundo podrá cambiar eso. Te fallé y me arrepiento todos los días. Te fallé y entiendo q
CAPÍTULO 93. Nunca más voy a irmeScott le dio la mano con entusiasmo y fue a hacer todo su papeleo en Recursos Humanos. Sobra decir que hizo su baile de la victoria al regresar al hotel, y el abuelo estaba tan emocionado como si tuviera quince y hubiera conseguido su primer trabajo.Y al otro día a las diez de la mañana, en el edificio de Fast Diamond, ya Scott derrapaba por el pasillo frente a la oficina de Alejandra y empujaba la puerta sin siquiera llamar mientras la asistente de la CEO corría tras él.—¡Te están robando! —exclamó Scott llevando en la mano un montón de documentos—. ¡Te están robando!Alejandra se puso de pie impactada. Venía descalzo, despeinado, con la corbata suelta y jadeando como si acabara de correr un maratón.—Señora, lo siento, yo no pude...—Está bien, Anika, déjanos solos —replicó Alejandra y esperó a que la puerta se cerrara para increparlo—. ¿¡Te volviste loco, Scott!? ¿¡Qué es esto!? ¿¡Qué haces aquí así, en esas fachas y descalzo!? ¿¡Y qué es eso de
CAPÍTULO 94. ¡Ups! Me confundí.Scott sentía que se ahogaba mientras conducía como un loco por las calles de la ciudad. Por supuesto que no quería pensar lo peor, él adoraba a Beast, pero finalmente era un animal y uno grande y peligroso, no podía siquiera imaginar que pudiera estar enfermo y atacar a Alejandra o a Mar.Estacionó de un frenazo ante la verja de entrada y la saltó. Desde fuera escuchó los ladridos de Beast. Gruñía y ladraba furiosamente y parecía que había destruido media sala.—¡Hey, muchacho, muchacho! —lo llamó—. Beast corrió hacia él pero no lo atacó, solo mordió su pantalón y trató de arrastrarlo—. ¡Beast! ¡Para!—¿¡Scott!? —gritó Alejandra desde el segundo piso y él le respondió.—¡Estoy aquí! ¡Estoy aquí!La vio asomarse a lo alto de la escalera.—¿Mar? —preguntó Scott apurado.—En el baño con Lucy —le gritó ella—. ¿Qué le pasa? ¿Por qué está así?—¡No tengo idea! Pero no me está atacando.Alejandra bajó un poco y vio que Beast seguía igual de desesperado, mordie
CAPÍTULO 95. ¡Mis días como CEO ya se terminaron!—¡Es que yo te mato, Hamilton! —gruñó ella tratando de bajarse, pero Scott cerró los antebrazos detrás de su espalda y la dejó peligrosamente pegada a él. Era tan hermosa, le gustaba tanto, especialmente enojada, que solo podía sonreír como un idiota mientras la miraba.—Bájate despacito o de verdad te vas a encontrar otra serpiente que no te va a gustar —sonrió Scott, pero por mucho que ella le hizo caso, no pudo evitar que su intimidad rozara con aquella erección por la que, por cierto, él no tenía intención de disculparse.Pasaron el resto de la noche entre el cuarto de Mar y el rincón de Beast, hasta que no pudieron evitar quedarse medio dormidos cada uno en un sofá. Al día siguiente cuando Scott abrió los ojos Beast no estaba en su camita y se puso a buscarlo desesperado hasta que lo encontró durmiendo a pierna suelta a los pies de la cuna de Mar. Sonrió apoyándose en el marco de la puerta y sintió que tocaban su antebrazo en sile
CAPÍTULO 96. Lencería sexy bajo una gabardinaDaniel no podía entenderlo, y Scott no podía explicarle simplemente porque su mejor amigo jamás se había enamorado hasta los huesos de una mujer, y él simplemente no podía explicarle cómo era el amor, más allá del hecho de que con gusto daría su vida por Alejandra y por su hija.—¿Entonces vas a ser un simple empleado a partir de ahora? ¿Eso es lo que quieres? —lo increpó Daniel.—Quiero estar cerca de Alejandra, y quiero ser papá —respondió sinceramente—. Es todo lo que me importa.—¿Vas a ser papá sin saber siquiera si es tu hija? —murmuró Daniel consternado.—Sí lo es, yo lo decidí así que... sí es mi hija.Estuvieron hablando un buen rato mientras Daniel ponía los ojos en blanco por los cochecitos que él estaba diseñando, y luego de eso Scott se fue a su habitación a descansar.Aprovechó el domingo para poner absolutamente todo en orden con respecto a la casa nueva, y ver cómo iban las renovaciones de ese sótano especial que había mand
CAPÍTULO 97. Padres primerizosEl pequeño auto comenzó a brillar en la oscuridad con una suave luz azul, y cada hermoso detalle podía distinguirse en él.—¡Es precioso! —exclamó Alejandra viendo aquel mini auto de carreras que llevaba el número del coche que ella manejaba.—Todavía siento que le falta algo —dijo Scott—. Pero no sé qué es... Oye, ¿me dejarías ir a verte cuando vayas a hacer prácticas de nuevo? A lo mejor me inspiro viéndote correr... jefa.Alejandra levantó una ceja sospechosa pero luego asintió.—Está bien, solo porrrrrrr favorrrrrr ¿te puedes poner zapatos para venir a mi oficina? —lo increpó.—¡Sí, señora! ¡Como diga, señora!Se fue de allí feliz y dos días después la asistente de Alejandra pasó por su pequeña oficina para anunciarle que ella tenía prácticas. Scott se fue al circuito y la vio probar otro de los modelos que le habían mandado del departamento de producción. A Scott se le caía la baba al verla correr, era espectacular. Lo había sabido desde el primer d
CAPÍTULO 98. Un sonido diferenteAlejandra se despertó atontada y para ese momento Scott ya no estaba en la cama. No sabía si aquel calorcito delicioso que se extendía por su espalda había sido él o no, pero al menos no se había quedado a esperar a la paliza que ella podía darle si lo sentía aprovechándose de la situación.Se desperezó y se dio un baño antes de bajar. Apenas eran las once, así que no había dormido tanto. Mar estaba más animada, jugando en la sala con Beast y el abuelo, y este le hizo un gesto para indicarle que Scott estaba en la cocina.Sin embargo antes de que empujara aquella puerta escuchó voces dentro.—De verdad que yo puedo hacer eso... ¡se te va a quemar! —decía Lucy entre risas.—Ya sé, pero ella se lo va a comer quemado —respondía Scott—. Yo puedo.—Una mujer solo come wafles quemados cuando vienen del hombre que ama, Scott, así que mejor ponle mucha miel para que le disimules el sabor —apuntaba Lucy y Alejandra apretó los labios, porque aunque era cierto qu
CAPÍTULO 99. Ella puede con todoScott le entregó la nena al abuelo y salió corriendo detrás de Sebastian. Los dos saltaron las barreras de seguridad para correr hasta ella. No le importaba lo peligroso que pudiera ser, necesitaba llegar hasta Alejandra.Una ambulancia se escuchaba llegando al lugar y varios equipos de seguridad trataban de controlar la situación.Scott la vio inconsciente y trató de encontrarle el pulso de inmediato, en medio de todo aquello aún intentaba reaccionar.—¡Está viva! —exclamó aliviado.—¡No la toques! —le gritó Sebastian—. ¡Ven acá, ven!Contra todos sus instintos Scott dejó a Ale y corrió hacia donde Bas le indicaba y juntos abrieron el capó del auto a la fuerza, lo vio manipular docenas de llaves y botones.—Estoy cortando el suministro de gasolina para que esto no explote —le explicó apurado—. No puedes tocar a Ale, tú no.—Pero...—¡Solo los paramédicos pueden hacerlo, tú podrías empeorar las cosas! —sentenció Bas mientras buscaba la forma de abrir a