CAPÍTULO 84. La verdadNecesitaba que alguien lo golpeara. Scott necesitaba que alguien definitivamente lo golpeara porque estaba aturdido y petrificado antes las infinitas y terribles posibilidades de las dos simples palabras: Grabación Original.Por suerte esa persona fue Daniel, que tiró de su manga con fuerza, pero Scott no salió de allí sin meter del nuevo el disco en el sobre y largarse con todos los documentos.Condujo rápidamente hacia la empresa y se detuvo solo el tiempo suficiente como para que Daniel se bajara.—Espera. ¡Scott! ¿¡Qué vas a hacer!? ¡No hagas ninguna tontería! —trató de detenerlo el abogado, pero antes de que hubiera terminado de pronunciar la primera palabra ya el auto se alejaba velozmente de allí.Scott se dirigió a su casa y al llegar se encerró en su estudio, buscó entre sus antiguas computadoras alguna que tuviera cómo reproducir aquel disco y se sentó frente a ella con gesto ansioso.Tenía que escuchar las palabras grabadas allí para saber la verdad d
CAPÍTULO 85. ¿Es mi hija?Alejandra caminó despacio hacia él y tomó el disco.—¿De dónde sacaste esto? —preguntó con curiosidad.—Del detective privado que...—¿Me hiciste vigilar por un detective? —lo increpó Alejandra y Scott se puso más lívido si es que eso era posible.—¡No! Bueno... sí. Cuando pasó lo de Alberto en la fiesta quise saber si era verdad, y le pedí a un detective que te investigara... ¡Él fue quien me dio el audio y hasta hoy no supe que...! —Scott se sentía tan estúpido que ni siquiera podía decirlo—. ¡Él fue quien me entregó el audio... y hoy encontré esto, y lo escuché y tenía...! ¡Maldición, tiene el audio original, la verdadera conversación que tuviste con Howard!—Es una jodida ironía —murmuró ella—. Tú mismo contrataste al tipo que te engañó y encima hasta le pagaste por hacerlo. —Alejandra miró aquel disco con una tristeza infinita y se lo devolvió—. Esto ya no me interesa. Lo que pasó ya no me importa, porque no podemos cambiarlo. Solo quiero irme de aquí, y
CAPÍTULO 86. Paternidad—¿Alejandra, es mi hija? —Pero si Scott Hamilton sentía un dolor sordo en el pecho nada más de imaginarlo, solo se hizo peor cuando vio a Alejandra abrazar a aquella nena como si fuera lo único que tenía en la vida y negar.—No lo sé... —murmuró ella mirándolo a los ojos, mientras los suyos se humedecían y apretaba los labios con una expresión de dolor y agotamiento. No tenía caso mentirle—. No lo sé... porque tampoco sé qué fue lo que pasó con Howard... —Se le atoró la voz en la garganta y Scott sintió que su corazón se hacía pedazos—. No sé quién es el padre de Mar, esa es la verdad.Scott ni siquiera sabía qué decirle. Ese dolor y esa vulnerabilidad que veía en sus ojos lo hacían temblar, sobre todo cuando vio que la nena se colgaba de su cuello con sus pequeñas manitas y escondía la carita sobre su hombro.Scott habría dado cualquier cosa porque fuera suya.—¿Podemos... podemos hacerle una prueba de paternidad? —preguntó él con tristeza—. Sé que no tengo de
CAPÍTULO 87. No necesito pruebas para eso—Tendrías que verla, abuelo. Es la criatura más linda del mundo.—¿Se parece a ti? —preguntó el abuelo con una sonrisa.—No, no se parece a nadie más que a Alejandra, pero eso es bueno porque Alejandra es hermosa, ¿verdad? —susurró Scott con la garganta cerrada por las lágrimas—. Y puede ser mía, abuelo. ¿Te imaginas?—Pues yo pensé que ya lo era —el abuelo se encogió de hombros.—Yo quiero que lo sea. De verdad quiero que lo sea —respondió Scott.—Entonces ya está. Es tuya —sonrió el abuelo Gerard como si no necesitara más pruebas que esa—. Pero que sea tuya, Scott, no cambia lo que está pasando. No significa que Alejandra vaya a aceptarte de nuevo.Él asintió, pensativo, el abuelo tenía razón: estaba inmerso en un caos de conspiraciones y mentiras y solo él podía cambiar eso.Dos días después llegó de nuevo al Waldorf en una de las camionetas de la casa.—Pensé... pensé que a lo mejor no querías caminar —dijo él, solícito, y Alejandra negó.
CAPÍTULO 88. "¿Qué puente?"El abuelo no necesitaba que se lo repitieran mucho, pero sí quería saber que su nieto estaba haciendo aquello por los motivos correctos.—¡Déjame que lo entienda! ¿¡Vas a vender todo aquí, tu empresa completa, el trabajo de tu vida!? —dijo el abuelo—. Me imagino que teniendo todo en tus manos vas a vender a la alza y le vas a sacar un dineral.—¡Exacto! —sonrió Scott subiéndose las mangas del suéter hasta los codos como si estuviera a punto de taclear a alguien.—¿¡Y luego te vas a ir corriendo a mudarte a Mónaco y a arrastrarte frente al amor de tu vida hasta que logres reconquistarla y ser feliz con ella y con tu hija!? —siguió el abuelo.—¡Correcto! ¿Qué te parece? —preguntó Scott.—¡Me parece lo más sensato que has hecho en tu vida! —exclamó el abuelo—. ¿Necesitas mi ayuda para algo?—Siempre —aseguró Scott dándole un abrazo y pronto se sentaron a conversar sobre la mejor forma de vender la empresa en el más absoluto secreto.Hicieron un plan para ello
CAPÍTULO 89. ¡Sal de la Edad de Piedra!Se dio la vuelta y salió de allí directamente a su oficina. Recogió los documentos que necesitaba y se regresó a su casa, haciendo acopio de paciencia porque ir preso un día antes de que todo se resolviera, no era una opción. Alguien estaba seriamente intentando lastimarlo y Alejandra tenía razón, a menos que se alejara no iba a conseguir solucionarlo.Al día siguiente en la mañana se reunieron con el amigo de su abuelo y todo salió a la perfección. Scott logró vender su empresa por un muy buen precio y en cierta medida, aunque dejara atrás el trabajo de toda su vida, sabía que tenía la libertad para empezar de nuevo por donde más le gustara y tenía el dinero suficiente para hacerlo.Debían ser quizás las ocho de la noche de ese mismo día, cuando Daniel recibió una llamada de Scott para que lo encontrara en el aeropuerto. El abogado se quedó mudo cuando vio que el abuelo también iba a viajar con Scott, porque eso significaba que no regresaría pr
CAPÍTULO 90. Esa chispa ya murió—Si las miradas mataran, esos dos ya tendrían las lápidas hechas y todo —susurró el abuelo en el oído de Alejandra y los dos se rieron.—No digas eso. Bas es muy importante para mí, y Scott es el padre de Mar, así que no les quedará más remedio que llevarse bien.Sebastian y Scott estaban en lados opuestos del salón, matándose con los ojos porque en la realidad era ilegal, pero era demasiado evidente que "llevarse bien" no estaba entre sus prioridades.Scott se dirigió a ellos y cargó a la pequeña Mar, que enseguida se emocionó con el avioncito, el astronauta y todos los mimos que le hizo su papá.Sebastian se excusó cuando una asistente tocó a la puerta y le hizo una señal a Alejandra.—Tengo algo que resolver —le dijo ella al abuelo y a Scott—. ¿Pueden quedarse con Mar?A Scott se le iluminó el rostro y el abuelo casi saltaba de la alegría.—¿Podemos llevarla a tomar helado?—Sí, pero solo uno —accedió Alejandra con suavidad.—¿Qué sabor le gusta? —p
CAPÍTULO 91..¿Me dejas hacerte enojar un poquito más?Al día siguiente les anunciaron que la muchacha ya los estaba esperando en la Recepción del hotel, pero solo fue Scott el que bajó.—¿El abuelo no viene?—No pasó una buena noche —murmuró Scott—, prefirió quedarse descansando.—Entonces... podemos hacer esto otro día —dijo Alejandra.—No. Lo que necesito es sacarlo de aquí lo más pronto posible, necesita un lugar estable y cómodo... pero entiendo si no quieres venir...—No, está bien —dijo Alejandra, preocupada—. Es mejor si lo sacamos de aquí. Vamos.Alejandra traía una camioneta y Scott se sorprendió de cómo se veía por dentro el auto de una mamá.—Esto parece una tienda de juguetes —sonrió.—No te imaginas cómo es entretener a una bebé —respondió ella.—Me la voy haciendo, todavía tengo helado en las orejas —replicó Scott y se mordió los labios cuando la vio sonreír.Sacó el grupo de folletos que tenía y ella condujo hasta la primera dirección, pero ni siquiera se detuvo.—Era a