CAPÍTULO 27. De mí obtendrás lo mismo que me desLas siguientes cinco horas fueron de risas, quejas, historias y bromas entre ellos. Howard era el único amigo que tenía desde que había dejado de ser Alejandra Sanromán.—¿Crees que sea verdad? —preguntó Alexa después de que una docena de martinis le hicieran efecto—. ¿Y si de verdad soy mala en la cama? Solo tuve un novio en mi vida. ¡Ni siquiera sé si soy buena besando!Howard se echó a reír.—¿Estás bromeando? Tú seguro besas increíblemente bien, ¡de verdad! —aseguró él antes de darse cuenta de lo que había dicho—. Bueno... digo que creo... Soy médico después de todo, conozco cosas.Alexa levantó una ceja y bebió otro trago del Martini antes de girar en su silla para quedar cara a cara con Howard. Sus ojos eran sonrientes y desinhibidos.—¿Y si soy la única mujer en el mundo a la que le dieron el trabajo por su talento y no porque es buena folland0 con el jefe? —Alexa siguió y Howard estalló de la risa.—¡Pues no es nada que no podam
CAPÍTULO 28. Un juego en contraAlexa sintió que el mundo le daba vueltas cuando escuchó aquello. Era como volver a revivir todo lo que había pasado hacía un año. El accidente, la explosión, el dolor. Sintió que iba a perder el conocimiento, pero Scott la sostuvo mientras trataba de procesar el hecho terrible.—Pero no puede ser... —susurró ella respirando entrecortadamente—. Mi camioneta no estaba en ese depósito. ¿Cómo...?—La dejaste mal estacionada, una grúa se la llevó, me llamaron para avisarme, por eso te encontré en ese bar —le explicó Scott sintiendo cómo ella hacía un esfuerzo por no echarse a temblar.Era una mujer valiente, pero una cosa así podía asustar a cualquiera. Y si era honesto, debía reconocer que él también estaba asustado.—Esto es una pesadilla... —murmuró ella.—Las autoridades están investigando, claro —dijo Scott—. Pero no creo que vaya a haber muchas dudas de que fue tu vehículo lo que explotó y causó la muerte del hombre. Tengo un par de amigos dentro del
CAPÍTULO 29. Nos arruinamos los dosMedia hora después se levantó, terminó de bañarse y se sentó en el borde de la cama, sintiendo una profunda sensación de malestar en su interior. La habitación parecía tan silenciosa y quieta, como si todo se hubiera detenido. Sabía que aquello no tenía nada que ver con Alberto o Claudette, ellos ni siquiera imaginaban que todavía estaba viva, pero igualmente seguía en peligro. Sus ojos se llenaron de lágrimas y en ese momento, Scott entró en la habitación. Vio a Alexa sentada en la cama con una mirada sombría, dudó un momento pero luego se acercó a ella y se sentó a su lado, rodeando sus hombros con un brazo de forma reconfortante.—¿Estás bien? —le preguntó suavemente, mirándola a los ojos con preocupación—. Pareces muy afectada después de lo que pasó.—Es que ha sido un día muy loco —suspiró Alexa mientras se tensaba involuntariamente y él la soltó.—¿Te mando a Beast o quieres que yo también me quede? —preguntó Scott y ella apretó los labios. No
CAPÍTULO 30. Un momento para olvidarAlexa pasó saliva. Scott Hamilton era escandaloso, arrogante y dramático, pero en las pocas ocasiones en que le había siseado entre dientes, ella sentía que temblaba. Estaba enojado, estaba muy enojado, pero Alexa era demasiado ciega como para ver que no estaba amenazándola por arrogancia sino por celos. O al menos no quería verlo así.Se dedicó por entero a trabajar, ya luego tendría con Howard una conversación seria sobre todo lo que había dicho, no podía darse el lujo de que fuera ventilando sus problemas por ahí.Alexa recordó el momento en que lo había conocido. Por desgracia fingir la muerte no era tan fácil. Hacía un año aquel Ferrari iba sin frenos, y por más lento que condujera, eventualmente no podría parar. Había saltado fuera del coche antes de que se desbarrancara, pero no había contado con que no caería sobre terreno suave.El impuso, aunque leve, la había estampado contra un tocón seco y enmarañado, y una de las raíces se había clava
CAPÍTULO 31. ¡Esto va a ser muy interesante!Scott pasó saliva y respiró hondo—Estoy tratado de sentir tu corazón, tu chichi solo está en medio —respondió él apresuradamente, blanco como el papel—. ¡Joder, eres una psicópata! ¡Ni siquiera estás acelerada y yo aquí casi haciéndome en los putos pantalones! —gruñó.—Bueno, ya que lo comprobaste ¿me sueltas?Scott dejó de tocarla y Alexa echó a andar de nuevo el auto, dirigiéndose a la casa. En todo el camino no dijeron ni una sola palabra, pero apenas llegaron Scott se apresuró hacia ella.—¿Quién eres? —dijo mirándola a los ojos—. Eso que hiciste, correr un Ferrari en tierra como si... eso no lo hace cualquiera, Alexa, ¿quién eres?—¿Te estoy preguntando yo por tu vida y milagros? —replicó ella—. Necesitaba relajarme, gracias por permitirme hacerlo, pero no te debo explicaciones. Sé correr, es lo único extraño.Alexa pasó a su lado con los hombros caídos, con gesto cansado.—Las analistas financieras no manejan como pilotos expertos, A
CAPÍTULO 32. Encima de míScott quería ahogarla, matarla, descuartizarla, estaba a dos pasos de convertirse en Jack el Destripador, así que solo respiró profundo y cerró los ojos, asumiendo el hecho de que estaba perdido. Había puesto a una loca enojada frente a un funcionario de migración. Nada podía empeorar.—Bien, señor Hamilton. ¿Quiere explicarme eso de que la intimidad es, y cito: "escasa"?—Pues no, la verdad no lo quiero explicarle nada, pero no veo que tenga muchas opciones, ¿cierto?—No, no muchas —replicó el señor Gerber—. Veo que está muy enojada con su marido...Alexa apretó los labios, Scott vio un brillo lleno de maldad en su mirada y luego ella lo señaló con el pulgar.—¡Pues es que al niño bonito este se le apareció una ex! ¡Que ni idea tenía de que estaba casado! —escandalizó Alexa—. ¡Y no es que sea una mujer celosa, porque yo no soy una mujer celosa, ni tóxica ni mucho menos, pero la rubia teñida esa llegó a nuestra casa con toda la zalamería del mundo y encima me
CAPÍTULO 33. Veremos si esto te hace gritar.La muchacha levantó la mirada, sorprendida, y él volvió a sonreír.—Después de todo, somos un equipo. ¿O no quieres que te haga compañía? —le preguntó, sin dejar de observar sus ojos incrédulos.Alexa dudó un momento, pero al ver la mirada expectante en los ojos del CEO supo que aquello era una batalla perdida. Suspiró y se rindió, asintiendo lentamente.—De acuerdo —aceptó—. Pero solo vamos a trabajar, ¿sí?Scott asintió y se puso cómodo. Pidió comida, tomaron algunas cervezas y trabajaron juntos en silencio hasta altas horas de la noche.—¿Quieres decirme tus impresiones? —preguntó él y Alexa suspiró.—¿No prefieres los hechos?—El hecho es que me están robando, pero quiero saber qué piensas sobre eso.—Pienso que hay un espía en la empresa.Alexa notó que Scott asentía, como si esperara aquello de alguna manera.—He buscado en todos sus documentos y archivos, pero todavía no he encontrado cualquier pista o indicio sobre quién podría ser
CAPÍTULO 34. Una mujer hermosaAclaremos algo: Scott Hamilton era un maldito mujeriego. Siempre estaba enredado con alguna mujer y a todas se las f0llaba como si solo para eso sirvieran. Entonces era lógico que no supiera entender todo lo que Alexa Carusso le causaba. Para empezar las mujeres no solían desafiarlo y ella parecía la hija perdida del último vikingo ¡siempre lista para dar pelea! Y para continuar, Scott no entendía aquella mezcla de dulzura y fiereza que había en ella.La admiraba por su talento. Detestaba su carácter desafiante. Y odiaba su lengua con la misma intensidad con que quería devorarla.Era la contradicción más grande del mundo. Scott Hamilton era increíble en la cama, pero en las cuestiones del amor era un completo ignorante, quizás por eso no era capaz de ver lo rápido y lo profundo que estaba cayendo por ella.Contuvo la respiración cuando la sintió estremecerse y ahogar un pequeño grito contra su mano al sentir la vibración entre sus piernas.—¡No, no, no,