CAPÍTULO 35. ¡Tú a mí no me dices qué hacer!—¿Estás bien? —susurró Scott con el corazón desbocado mientras le quitaba el velcro de las muñecas. Aquella mujer probablemente ni supiera lo hermosa que era.Alexa asintió, pero la verdad era que apenas podía mantener los ojos abiertos. Solo sintió que la cubrían completamente con una manta y la levantaban un par de brazos fuertes mientras el mundo se convertía en un lugar pacífico y agradable.—¿Puede llevarnos el desayuno a la habitación, por favor, señora Flora? —pidió Scott pasando por la cocina y su ama de llaves asintió un poco descolocada porque aquella escena no era normal en la casa.Él solo sonrió mientras acostaba a Alexa en la cama y la dejaba descansar. Del desayuno apenas bebió un poco de café, pero no fue suficiente para mantenerlo despierto, y tres horas después, cuando volvió a abrir los ojos, se dio cuenta de que tenía el pequeño cuerpo desnudo aquella mujer calentando el suyo y que no lo odiaba... sino todo lo contrario.
CAPÍTULO 36. Cartas y fotosScott estaba listo para descontrolarse, le hervía la sangre, y le molestaba hasta el infinito que ella ni siquiera se tomara el trabajo de medirse frente a él. Se lo había advertido. ¡Maldita fuera se lo había advertido! ¿Por qué se atrevía a desafiarlo de aquella manera?Su mano fue a la primera cosa “arrojable” que tuvo cerca, pero sus ojos tropezaron con algo oscuro que había sobre el suelo de la oficina. Caminó hasta eso y vio el sobre negro, junto a él, había una carta, y Scott la levantó, perdiendo el aliento en cuanto se dio cuenta de lo que era.“Vete ahora, o no solo tú sufrirás las consecuencias”.La foto que había a su lado era una clara demostración de que aquella advertencia no era en vano. Una imagen del médico, brutalmente golpeado, aseguraba que quien hubiera enviado aquella carta para amenazar a Alexa iba muy en serio.Scott guardó todo en el sobre y corrió al ascensor. En menos de dos minutos estaba en su auto y salía del estacionamiento j
CAPÍTULO 37. Ya no está solo tras su dineroEl doctor los llevó hasta la habitación del paciente y los dejó a solas. Alexa permaneció sentada junto a aquella cama durante horas, apoyando a veces la cabeza en la cama y otras, cuando ya el sueño la vencía, Scott se sentaba a su lado y la hacía descansar sobre su hombro.Ya había amanecido cuando lo sintieron moverse y tratar de despertar. Scott salió corriendo a buscar al médico y Alexa tomó la mano de Howard.—Howie, sé que puedes oírme. Por favor mejórate pronto. Por favor —besó su mano con expresión desesperada, nadie podía entenderlo pero aquel hombre era la única familia que había tenido en el mundo desde su accidente.Lo doctores llegaron y la sacaron de la sala. Tenían que hacerle a Howard toda clase de estudios ahora que estaba consciente, pero incluso con todos aquellos tubos metidos en la garganta, él pudo regalarle a Alexa una sonrisa tranquilizadora.—Tienes que dejar que te lleve a casa —murmuró Scott acercándose a ella y c
CAPÍTULO 38. La bella y la bestiaScott respiró profundo antes de mover suavemente a Alexa para despertarla.—Vamos, bella durmiente. Tienes que despertar —susurró y por un instante se permitió ser una persona sensible y agradable y lo que vio fue a una mujer al límite de sus fuerzas—. Vamos, nena, levántate.Alexa abrió los ojos con cansancio. La cabeza le daba vueltas y tenía demasiadas emociones a flor de piel.—¿Sabemos...? ¿Hay alguna noticia de Howard? —preguntó.—El doctor dijo que estará bien —respondió Scott—. ¿Cómo te sientes? Lamento que hayas tenido que verlo así.Alexa se llevó la mano al abdomen inconscientemente y Scott se fijó en aquel gesto, recordando de inmediato la cicatriz de su abdomen.—Hace un año pasé por... un momento difícil —murmuró Alexa—. Howard me encontró... me operó él mismo, me salvó la vida. Así que no importa qué pase entre nosotros o los malentendidos que haya... no le voy a dar la espalda.Scott asintió en silencio, podía comprender eso aunque no
CAPÍTULO 39. ¡Dos minutos de silencio!Por primera vez Scott no fue capaz de aguantarse la carcajada y Alexa rio también, muy bajito, hasta que el carraspeo del señor Gerber los hizo prestarle atención.—Lo siento, lo siento —murmuró Scott recomponiéndose y el funcionario comenzó con la entrevista.Las preguntas llovían, lo mismo profesionales, laborales, íntimas, profundas o estúpidas. Alexa y Scott las respondían lo mejor que podían, pero al final nada les garantizaba que no estaban metiendo la pata. A medida que avanzaba la entrevista, el señor Gerber observaba atentamente a Scott y Alexa, fijándose en cada una de sus palabras y movimientos.—Scott, ¿cuáles son las alergias de tu esposa?—Las nueces —dijo él de inmediato.—¿Cómo lo descubrió?—Estaba en su informe laboral.—¿O sea que nunca lo ha comprobado, nunca ha vivido uno de sus episodios de alergia?—No, todavía no la odio tanto como para querer comprobarlo —replicó Scott—. Cuando siento que ya no puedo aguantarla más, recur
CAPÍTULO 40. ¿Qué diablos es un 10-26?Llegar a la estación le tomó a Scott menos de media hora, y enseguida Daniel se reunió con él. El detective Hollis ya los estaba esperando y poco después los conducía a su oficina para explicarles la situación.—Seguimos el nombre de Lloyd Malcovich y el de Austin James, pero no surgió nada... hasta que encontramos una tarjeta de crédito a nombre de Liris James, su hermana, que está en Canadá, y que sin embargo fue usada aquí hace solo unos días —dijo Hollis—. No les haré el cuento largo, señores, la tarjeta nos llevó a un comercio, algunas cámaras de seguridad, y un departamento. Por desgracia Malcovich escapó, pero pudimos agarrar a quien parece ser uno de sus cómplices. ¿El nombre Gunter Phelp le dice algo?Scott se quedó pensativo por algunos minutos y luego negó.—No, no me suena para nada. ¿Debería?—Es un tipo con cargos por robo y fraude, sobre todo de tecnología digital. Él dice que es una especie de hacktivista, pero para mí solo es un
CAPÍTULO 41. Oficialmente un caso de secuestroScott sentía que le estaban revolviendo las entrañas con una tenaza al rojo vivo. No podía describir aquella sensación desesperada y furiosa que lo embargaba al recordar el rostro de Alexa en aquella foto. Daniel trataba de calmarlo, pero era inútil. Pocos minutos después el Detective regresó con una explicación detallada.—Golpearon a su ama de llaves...—La señora Flora.—Esa misma. Ella confirmó que vio cómo un hombre enmascarado intentaba llevarse a Alexa y trató de detenerlo, pero el hombre la golpeó un par de veces y la dejó inconsciente.—No entiendo —dijo Daniel—. Alexa no es una mansa paloma y la señora Flora todavía está fuerte, ¿cómo pudo con las dos?—Según el ama de llaves, Alexa ya estaba inconsciente —dijo el detective y Scott se cubrió el rostro con las manos—. Oficialmente estamos declarando esto como un caso de secuestro, y no tenemos que esperar ninguna llamada porque el cómplice del secuestrador está sentado en esa sal
CAPÍTULO 42. Me agrada, señor HamiltonLa esquina de la Avenida Madisson con 8va era un lugar bastante concurrido. Justo a un lado quedaba uno de los edificios de oficinas más grandes si se exceptuaba al grupo HHE.Scott accedió a aquel estacionamiento y bajó dos niveles de sótanos hasta ver al fondo un par de camionetas negras. Varios hombres estaban afuera, su abuelo entre ellos. Junto él había una mujer mayor, como de unos cincuenta años, alta, rubia y con aspecto tan controlado que podía transmitirle seguridad hasta a un hombre en la horca.Pero todo aquel que no fuera Gerard Hamilton y la mujer, era joven, tenía barba y parecía un pitbull de pelea muy enojado.Scott bajó y le extendió la mano a la señora, que la estrechó con un gesto firme y una sonrisa segura. Había algo en ella que invitaba a la obediencia desde el respeto, y eso era algo que no todo el mundo, por más líder que fuera, podía lograr en sus subordinado, mucho menos en extraños.—Señor Hamilton, su abuelo me ha exp