CAPÍTULO 42. Me agrada, señor HamiltonLa esquina de la Avenida Madisson con 8va era un lugar bastante concurrido. Justo a un lado quedaba uno de los edificios de oficinas más grandes si se exceptuaba al grupo HHE.Scott accedió a aquel estacionamiento y bajó dos niveles de sótanos hasta ver al fondo un par de camionetas negras. Varios hombres estaban afuera, su abuelo entre ellos. Junto él había una mujer mayor, como de unos cincuenta años, alta, rubia y con aspecto tan controlado que podía transmitirle seguridad hasta a un hombre en la horca.Pero todo aquel que no fuera Gerard Hamilton y la mujer, era joven, tenía barba y parecía un pitbull de pelea muy enojado.Scott bajó y le extendió la mano a la señora, que la estrechó con un gesto firme y una sonrisa segura. Había algo en ella que invitaba a la obediencia desde el respeto, y eso era algo que no todo el mundo, por más líder que fuera, podía lograr en sus subordinado, mucho menos en extraños.—Señor Hamilton, su abuelo me ha exp
CAPÍTULO 43. Un comando más que preparado.—¡No olvides que tú no eres el cerebro de esto! —gritaba Gunter con aquel graznido propio del hombre que quiere hacerse obedecer a cualquier precio—. ¡Solo eres un maldito peón, aunque nadie lo crea!—¡Cállate! —le respondió furiosa una voz que Scott identificó inmediatamente como la de Malcovich o como se llamara.—¿Por qué? ¡No tienes idea de lo que estás haciendo! -exclamó Gunter.—¡Claro que tengo idea! ¡He estado planeando esto durante años!—¿Y también planeaste este secuestro? —preguntó Gunter con rabia—. ¿Te recuerdo que tuvimos que hacer esto porque todo el trabajo que planeaste se fue al demonio?—¡Esta perra lo jodió todo! —gritó Malcovich desaforado, porque si algo no podía soportar era que le echaran la culpa de ese o cualquier otro fracaso—. ¡Todo iba bien hasta que tuve el mal tino de contratarla!—Entonces igual fue tu culpa por contratar a quien no debías. ¡Ahora haz lo que te digo o serás tú quien pague las consecuencias, no
CAPÍTULO 44. No sé de qué habla.La camioneta volaba, Scott podía jurarlo. Estaban a medio segundo de tener un accidente y no le importaba, solo quería que llegaran al hospital lo más pronto posible.Ya los estaban esperando en Urgencias apenas llegaron e inmediatamente la subieron a una camilla.—¡Le inyectaron algo! —explicó Scott asustado—. ¡No sabemos qué! —Se metió la mano en un bolsillo y sacó todos los bulbos que se había llevado de la bandeja.El médico los revisó de prisa y solo uno le preocupó lo suficiente como para ponerse a gritar órdenes.—¡Tenemos una posible sobredosis de Keta! —se inclinó sobre Alexa y la revisó—. ¡Vamos, muévanse, tengo depresión respiratoria, preparen ventilación mecánica! ¡Directo a la sala 4! ¡Señor tiene que soltarla! —Scott ni siquiera se había dado cuenta de que la estaba agarrando tan fuerte—. ¡Suéltela, tienen que llevársela!Scott la dejó ir y fue apartado por un enfermero para que no interfiriera.—¡Llévenla, ahora! — otro médico agarró a S
CAPÍTULO 45. Estás conmigo...Scott extendió sus manos con gesto controlado y la criminalista restregó los hisopos sobre el dorso de cada una. Luego frente a ellos sacó un pequeño frasco donde se leía: HNO3 Grado Reactivo, vertió varias gotas en cada hisopo pero ninguno de los dos cambió de color.—Es oficial, Detective Hollis —dijo la criminalista escribiendo en su informe—. El señor Scott Hamilton no ha disparado ningún arma recientemente. ¿Necesita algo más?El detective parecía confuso pero negó.—No, está bien, puede irse.—Parece decepcionado, Detective —siseó Scott.—No, solo confundido. Alguien mató a Malcovich e hirió fuertemente a Gunter Phelp, quiere decir que hay otro involucrado...—O que usted está manejando mal su línea de tiempo, quizás Gunter mató a Malcovich en defensa propia, porque lo molió a golpes —replicó Scott—. En cualquier caso, ese es su problema ahora. Le pido por favor que se retire, preferiría no tener a la policía rondando mientras espero noticias de mi
CAPÍTULO 46. Una cita canceladaAlejandra Sanromán había muerto un día veintiséis de abril, en la víspera de su luna de miel. Un año y tres meses después, mientras aquel hombre la golpeaba en la cabeza y la secuestraba, su último pensamiento fue si realmente estaba destinada a morir. Era como si simplemente la vida no la acompañara. Y ahora no eran Alberto y Claudette los que querían matarla, sino unos ladrones y secuestradores relacionados con Scott.Mientras Malcovich la drogaba y ella se defendía, no podía evitar pensar en eso, en si era mejor morirse de una buena vez, pero el instinto de supervivencia en ella era más fuerte.Y por suerte, de alguna forma todos aquellos malos pensamientos pasaban un poco cuando él estaba con ella. Alexa podía sentir los brazos de Scott alrededor de su cuerpo, sosteniéndola, aunque no sabía si estaba despierta o dormida.Pasó otro día más hasta que Alexa fue capaz de sentarse por sí misma en aquella cama y mirarlo.—Gracias por salvarme —murmuró y é
CAPÍTULO 47. Tú no quieres esoAlexa lo miró a los ojos y Scott se estremeció al ver en ellos un vacío tan grande. No podía explicar aquella extraña necesidad de verla a salvo y feliz. Tomó su mano y le hizo una señal de que lo siguiera.—OK, lo que te voy a enseñar es alto secreto de estado —aseguró—. Nadie, pero nadie nadie conoce esto más que yo, ni siquiera Beast.—¿En serio? —murmuró Alexa sin creerle.—Ya vas a ver por qué.Entraron al cuarto de juegos y Scott cerró la puerta con seguro. Apretó un botón en la parte trasera del mueble del televisor y Alexa vio cómo el panel se corría para dar paso a una entrada estrecha y oscura.—¡Sí tienes un calabozo! ¡Lo sabía! —exclamó Alexa.—Mucho mejor.Scott entró primero y a su paso se iban encendiendo pequeñas luces con sensores de movimiento. Bajaron por una escalera de caracol, quizás unos seis metros de profundidad, y Alexa se quedó atónita al ver la hermosa luz azul que salía del medio de aquella... ¿cueva?—¿¡Tienes una cueva bajo
CAPÍTULO 48. ¿Qué me dices?Temblaba. Temblaba entre sus brazos y no era de frío, y Scott no podía explicar por qué aquello le gustaba tanto.—No es difícil, Alexa. ¿Quieres estar aquí o no? ¿Quieres que te bese... o no? —susurró.—Tú no vas a parar en un beso —susurró ella y Scott sonrió.—Por supuesto que no. Yo no soy un príncipe azul, nena; yo soy un lobo feroz, especialmente en la parte de "comerte mejor" —murmuró sobre su boca.Alexa pasó saliva. Realmente era una decisión muy difícil para ella. Solo se había acostado con un hombre en su vida y él la había traicionado de la peor manera. Miles de dudas llegaron a su cabeza, dudas que la hicieron sentirse pequeña de repente.—No sé si soy buena para esto... —murmuró y Scott frunció el ceño, intrigado. Era muy extraño verla tan insegura.—Yo te puedo enseñar —susurró sobre su piel—. Y además te apuesto que esto no terminará a velocidad Tik-Tok.Alexa sonrió. Sabía que podía irse, sin embargo la verdad era que no quería. Solo era se
CAPÍTULO 49. ¡Te van a deportar!—...Más fuerte, por favor —suplicó ella y él rugió de gusto.—Respuesta correcta —siseó antes de obligarla a darse la vuelta y acomodarse a su espalda.La agarró de las caderas y la penetró de nuevo, siguiendo el ritmo perfecto que sus cuerpos habían establecido. Alexa arqueaba la espalda para ofrecerse más, para sentirlo más dentro de ella, y eso solo sirvió para que Scott comenzara a embestirla con tal fuerza que Alexa no podía mantenerse en pie.La arrastraba una y otra vez contra la pared del Jacuzzi, haciéndola gritar y sacudiéndola entera con cada movimiento. El ritmo era frenético, salvaje, y con la locura que se había apoderado de Alexa, no fue nada difícil deslizar aquel pulgar entre sus nalgas y jugar con su trasero. Entonces, cuando sintió la primera contracción de su sexo, cuando aquel orgasmo se volvió inevitable, Scott mordió el lóbulo de su oreja y acarició sus pechos.—Espero que seas una mujercita para esto también —susurró mientras ab