CAPÍTULO 47. Tú no quieres esoAlexa lo miró a los ojos y Scott se estremeció al ver en ellos un vacío tan grande. No podía explicar aquella extraña necesidad de verla a salvo y feliz. Tomó su mano y le hizo una señal de que lo siguiera.—OK, lo que te voy a enseñar es alto secreto de estado —aseguró—. Nadie, pero nadie nadie conoce esto más que yo, ni siquiera Beast.—¿En serio? —murmuró Alexa sin creerle.—Ya vas a ver por qué.Entraron al cuarto de juegos y Scott cerró la puerta con seguro. Apretó un botón en la parte trasera del mueble del televisor y Alexa vio cómo el panel se corría para dar paso a una entrada estrecha y oscura.—¡Sí tienes un calabozo! ¡Lo sabía! —exclamó Alexa.—Mucho mejor.Scott entró primero y a su paso se iban encendiendo pequeñas luces con sensores de movimiento. Bajaron por una escalera de caracol, quizás unos seis metros de profundidad, y Alexa se quedó atónita al ver la hermosa luz azul que salía del medio de aquella... ¿cueva?—¿¡Tienes una cueva bajo
CAPÍTULO 48. ¿Qué me dices?Temblaba. Temblaba entre sus brazos y no era de frío, y Scott no podía explicar por qué aquello le gustaba tanto.—No es difícil, Alexa. ¿Quieres estar aquí o no? ¿Quieres que te bese... o no? —susurró.—Tú no vas a parar en un beso —susurró ella y Scott sonrió.—Por supuesto que no. Yo no soy un príncipe azul, nena; yo soy un lobo feroz, especialmente en la parte de "comerte mejor" —murmuró sobre su boca.Alexa pasó saliva. Realmente era una decisión muy difícil para ella. Solo se había acostado con un hombre en su vida y él la había traicionado de la peor manera. Miles de dudas llegaron a su cabeza, dudas que la hicieron sentirse pequeña de repente.—No sé si soy buena para esto... —murmuró y Scott frunció el ceño, intrigado. Era muy extraño verla tan insegura.—Yo te puedo enseñar —susurró sobre su piel—. Y además te apuesto que esto no terminará a velocidad Tik-Tok.Alexa sonrió. Sabía que podía irse, sin embargo la verdad era que no quería. Solo era se
CAPÍTULO 49. ¡Te van a deportar!—...Más fuerte, por favor —suplicó ella y él rugió de gusto.—Respuesta correcta —siseó antes de obligarla a darse la vuelta y acomodarse a su espalda.La agarró de las caderas y la penetró de nuevo, siguiendo el ritmo perfecto que sus cuerpos habían establecido. Alexa arqueaba la espalda para ofrecerse más, para sentirlo más dentro de ella, y eso solo sirvió para que Scott comenzara a embestirla con tal fuerza que Alexa no podía mantenerse en pie.La arrastraba una y otra vez contra la pared del Jacuzzi, haciéndola gritar y sacudiéndola entera con cada movimiento. El ritmo era frenético, salvaje, y con la locura que se había apoderado de Alexa, no fue nada difícil deslizar aquel pulgar entre sus nalgas y jugar con su trasero. Entonces, cuando sintió la primera contracción de su sexo, cuando aquel orgasmo se volvió inevitable, Scott mordió el lóbulo de su oreja y acarició sus pechos.—Espero que seas una mujercita para esto también —susurró mientras ab
CAPITULO 50. ¡Que no!—¡Maldición! —rugió Scott con frustración.—¡Te dije que esto iba a pasar, pero es que tú no escuchas! —le espetó Daniel—. ¡No puedes ser un cabeza dura toda la vida! ¡Alexa Carusso no es nadie, no tenía nada, solo era un medio para un fin, solo tenías que llevarla a hacer la maldita entrevista!Scott lanzó todo lo que tenía sobre la mesa y se llevó las manos a la cabeza. Aquello era un desastre, pero las verdaderas preguntas y las verdaderas preocupaciones que tenía sobre aquel asunto estaban muy lejos de ser las que creía Daniel.—¿Cuándo se sabrá la decisión de Gerber? —preguntó.—En un par de días, dijeron que el jueves ya estaba —respondió el abogado—. Pero olvídalo, el tipo ya venía resentido contigo y con lo que le dijiste en tu casa, está más que claro cuál será su decisión. Tengo que empezar a prepararlo todo. hay que hacer una reunión con la junta, explicarles que vas a tener que salir del país indefinidamente y ver quién diablos se quedará en tu lugar.
CAPÍTULO 51. Un hombre poseídoAlexa se puso lívida. De repente aquella venganza y todo lo que quería se le había olvidado. Por poco tiempo, pero la había olvidado.—Yo no quiero nada —sentenció.—Pero yo necesito que quieras. El abuelo dice que has dirigido empresas antes. ¿Es verdad? —preguntó él con curiosidad.—Sí, es verdad —aceptó Alexa.—Entonces si me deportan, quiero que dirijas Hamilton Holding Enterprise. Necesito en el puesto de CEO a alguien en quien pueda confiar —declaró él y Alexa negó.—¡Maldit0 idiota! ¿¡Crees que puedes confiar en mí solo porque me follaste en una piscina!? —le espetó ella furiosa—. ¡Uno no confía en la gente por tener sexo, Scott! ¡Uno no confía en la gente ni siquiera por amarla! ¡Uno no debería confiar en nadie! ¿¡Entiendes!?Scott iba a replicar, pero se contuvo. Alexa tenía razón: uno no confiaba en la gente ni siquiera por amarla. Y él sabía que ella no lo amaba, al menos no de esa forma en la que él quería que lo amase. ¿Era eso lo que quería
CAPÍTULO 52. Devuélveme todoScott jamás había jurado que una mujer podía ser tan hermosa. Alexa iba enfundada en un jean, una blusa suelta y ancha y unas zapatillas deportivas. Llevaba el cabello suelto y rebelde y nada de maquillaje.—¡Scott! —gritaba desde lejos—. ¡Scott...!En su mano había un sobre y al CEO se le encogió el estómago porque sabía lo que eso significaba. La sentencia de Migración, la decisión de Gerber, la carta de deportación.... Pero antes de que pudiera siquiera empezar a sufrir Alexa saltó a su cintura sin importarle que estuvieran en medio de la oficina y él la rodeó con sus brazos, importándole menos. La boca de Alexa se estampó contra la suya y Scott exhaló un gruñido ronco y demandante mientras profundizaba aquel beso. La lengua de Alexa bailaba en su boca y sus manos se aferraban a sus cabellos.La oficina entera estaba en silencio, todos los ojos clavados en la escena que se estaba desarrollando ante ellos. Nadie sabía qué decir o hacer mientras Scott y A
CAPÍTULO 53. ¡Todo es una sorpresa esta noche!Scott se humedeció los labios y asintió, levantándola por las caderas y sentándola sobre él.—¿De verdad crees que eso va a pasar? —preguntó y en un instante Alexa pudo percibir aquella erección descontrolada conta su intimidad.—Podemos intentarlo...Dos horas después Scott la cubrió con su camisa y Alexa levantó el dedo índice mientras se acurrucaba contra su pecho.—Uno. Me devolviste uno de más... —balbuceó respirando entrecortadamente por aquel clímax tan violento que acababa de experimentar.—OK, pero te lo cobro a la próxima, porque ya no puedo más —jadeó él con una sonrisa luminosa.Y algo le decía que ninguno de los dos tenía la intención de parar aquello.Regresaron a América pocas horas después. Durmieron todo el viaje, así que en teoría estaban bastante descansados cuando llegaron a la casa. Scott la hizo a meterse a bañar de inmediato y cuando Alexa salió, tuvo que cerrarse la bata apurada porque había una comitiva de mujeres
CAPÍTULO 54. Una palabra de seguridad—¡Alexa! ¿¡Qué diablos te pasa!? —gruñó Scott, pero por desgracia Alexa no estaba para dudas y menos para responder preguntas.Le dolía el alma, el corazón, la vida misma, y lo único que podía apagar aquello o al menos controlarlo un poco era que le doliera él. Porque aunque Scott Hamilton le dolía, al menos no la lastimaba. Se soltó con brusquedad de su brazo, viendo que no iba a mover ni un dedo, pero apenas Scott la vio echar a andar descalza y furiosa la alcanzó en dos zancadas. Su boca impactó contra la de Alexa en un beso desesperado, necesitado, salvaje.No tenía idea de qué diablos le pasaba, pero al menos por el momento no tenía que saberlo, solo debía desactivar aquella bomba antes de que estallara. Los labios de Scott se movieron contra los de Alexa con urgencia, como si no pudiera controlarse. Sus manos se cerraron sobre su espalda, atrayéndola hacia él para que no pudiera escapar. Alexa intentó empujarlo, pero era como intentar empuja