UGPEM. CAPÍTULO 47. ¿De verdad quieres escuchar?Max apretó los labios y asintió. Se dio la vuelta, pegó la espalda a su pecho y recostó la cabeza en su hombro.—¿De verdad quieres escuchar? —murmuró.—Sí, claro que sí. Yo siempre... —pero Liam enmudeció cuando la vio separar las piernas y dirigir su mano bajo el agua, a ese punto entre sus piernas donde el mundo acababa.Max respiró entrecortadamente mientras se tocaba. La piel se puso sensible al tacto y cada tensión de sus músculos hacía que la erección de Liam creciera contra sus nalgas. La mano de Max comenzó a moverse más rápido, masturbándose entre gemidos y Liam estaba desesperado por hacerle aquello él mismo.Mientras ella se acariciaba, Liam deslizó una de sus manos hasta su sexo, haciendo que un par de dedos se perdieran dentro de ella de inmediato. Podía sentir cómo sus paredes se abrían y se contraían, buscando un placer que él sabía de primera mano que podía ofrecerle.Liam estaba tratando de controlarse, pero casi no po
UGPEM. CAPÍTULO 48. “Casi”Liam estaba furioso. Al final Max había conseguido que las cosas jugaran a su favor, pero el millonario era muy consciente de que si no la hubiera tenido a su lado, probablemente toda la operación del carguero habría sido inútil y la donación imposible.—Todos mis tesoros son buenos, Cassian —replicó Liam—, pero ninguno de ellos lo conseguí gracias ti. Aunque de hecho creo que tengo que darte las gracias por obstaculizarme tanto el camino. Al final Max logró encontrar la solución perfecta para nosotros.—¿La asistente? —replicó Caroline Wolf con sorna.Se había quedado bastante ofendida desde que Liam la había plantado por una secretaria de segunda, hasta que se había enterado de que realmente era mucho más que su secretaria, era su esposa. Sin embargo si era sincera, eso no le importaba demasiado, porque igualmente la despreciaba.—Pues fíjate que "la asistente" tiene una inteligencia muy sagaz, así que todo esto se lo debemos a ella —replicó Liam con fiere
UGPEM. CAPÍTULO 49. Aunque te dé miedo—¡Max! ¡Max! ¿Maldita sea a dónde vas? —dijo deteniéndola.—¡Me voy a la hostería!—¿Atravesando el medio del campo? —gritó Liam.—¡No es el campo, solo son las condenadas ruinas del palacio! ¡Me largo! ¡Tengo sueño! —espetó ella.—¡Pero el evento ni ha terminado!—¡No me importa!—¡Diablos, Max! ¡Me vas a volver loco, tú no eres así! ¿Qué te pasa? —la increpó y la vio cerrar los puños.—¡No lo sé! —exclamó ella mientras su pecho subía y bajaba con desesperación—. ¡No lo sé! ¡Estoy furiosa, estoy frustrada, estoy...! ¡Maldición, no lo sé, me siento como si no cupiera en mi piel, como si fuera a explotar de un momento a otro...!Su respiración se hizo superficial y urgente Liam la apretó contra su cuerpo y asaltó su boca en un solo movimiento. La besó en medio de aquella oscuridad mientras la empujaba contra uno de los muros de las antiguas ruinas. Devoró sus labios apasionadamente, sus manos exploraron su cuerpo mientras gruñía de deseo. Podía se
UGPEM. CAPITULO 50. Un gran equipoMax había estado muchas veces a la intemperie, cobijada solo por la poca seguridad de una trinchera, sobre la hierba, la arena y a veces en medio del lodo de una lluvia torrencial. Sin embargo estar allí, abrazada en medio de la noche junto a Liam, con nada más que el cielo sobre sus cabezas, era una sensación tan dulce que solo podía sentirse en paz.—¿Sabes que debajo de estas ruinas hay todo un sistema de calabozos? —murmuró y Liam sonrió, porque ella siempre estaba pensando en algo impresionante.—¿En serio? ¿Eso dónde lo leíste? —preguntó.—No lo leí en ningún lado, los encontré —sonrió Max—. Estos castillos antiguos construían sus calabozos bajo tierra, creo que hicieron los primeros bunkers y ni lo sabían.—¿Estuviste explorando la isla?—Un poquito —murmuró ella—. Soy curiosa y esta isla un poco como yo, árida.—Y hermosa —añadió él haciéndola sonreír.—Creo que es un lugar hermoso para escapar —admitió Max—. Si alguna vez quisiera desaparece
UGPEM. CAPITULO 51. Un espejismo y un mal presentimientoAhora el tren estaba libre de cargas así que avanzaba con mucha más agilidad en el regreso, en solo dieciocho horas cubrirían el camino de toda una semana, así que pronto estarían de nuevo en San Petersburgo.—¿Puedo confesarte algo? —dijo Max y él asintió.—Claro.—Pensé que eras más... delicado.—¿Perdón? —Liam fingió ofenderse pero ella lo besó en los labios.—Ha sido una semana dura, sin un solo lujo, y no te has quejado ni una sola vez.—Es que no tengo derecho a hacerlo —replicó él—. La gente a la que ayudamos vive en estas condiciones todo el año, tendría que ser muy cabrón para no ser capaz de soportarlas una semana. Aunque si te soy honesto, este cuerpecito necesita ya una cama caliente.—Bueno... te debo la cama, pero lo "caliente" definitivamente lo puedo poner yo —Aseguró Max abriendo su bragueta y acariciándolo hasta despertarle aquella erección.Se subió sobre él mientras su boca se encontraban en un beso urgente y
UGPEM. CAPITULO 52. Esperando un ataqueEl viaje de regreso fue relativamente tranquilo, los dos estaban muy cansados, así que pasaron la mayor parte del tiempo durmiendo. Sin embargo apenas llegaron a Estados Unidos, Max procuró que se le pasara toda aquella pereza, y lo primero que hizo fue ponerse a investigar.—¡Esto puede ser una emboscada! —dijo al día siguiente, poniendo delante de Garret Grissom los documentos de la investigación. Habían ido a la oficina y mientras Liam trabajaba ella aprovechaba para hablar con su padre.—No digas estupideces, solo es un premio.—Esta ONG abrió hace menos de un año, no es confiable. Quizás el premio solo es para atraerlos a usted y a Liam... —intentó convencerlo Max.—Eso ya me lo dijeron, son pequeños, el premio es precisamente para hacer un evento que atraiga a personalidades importantes que puedan convertirse en donantes —gruñó Garret.—Pues hay algo que no me gusta aquí, y a mí el instinto no suele fallarme. No quiero que Liam vaya a ese
UGPEM. CAPITULO 53. ¿Quién eres?El general arrugó el entrecejo pensativo.—¿De qué estás hablando, teniente?—¡El hijo de Murray, la razón por la que le están haciendo esto a los Grissom… el muchacho era soldado! —le dijo Max—. Creo que todo este evento está orquestado para lastimar a Liam, y quizás a Garret y a usted en el mismo lugar.—¡Pues no va a ser tan fácil porque jamás se me ocurriría salir sin mi escolt...!El general dejó de hablar en el mismo segundo que aquel estruendo se levantó desde la puerta principal. Un par de cuerpos volaron dentro del enorme salón junto con yeso, pintura y arena de la entrada que había volado en pedazos.Max ni siquiera lo pensó, mientras todos se agachaban salió corriendo en dirección a Liam y lo tacleó, haciéndolo caer al suelo sobre su espalda.El primer disparo les pasó cerca y Max sacudió a Liam.—Vamos, vamos... ¡muévete! Vamos!Los dos gatearon desesperados hacia la pared más cercana, Max porque sabía a dónde iba y Liam porque estaba aturd
UGPEM. CAPITULO 54. La suerte es lo míoMax era muy consciente de que lo único más o menos parecido a un respaldo legal que tenía en el mundo era el general Morrison. Si algo le pasaba a ese hombre ella iría directamente a la cárcel, y ahora que sabía que Alcott estaba tratando de matarla, la cárcel era una buena posibilidad de que lo consiguiera.Escuchó a lo lejos las sirenas de la policía y se metió al edificio. Tenía el corazón hecho un nudo por la forma en que Liam la había mirado, pero no podía ponerse emocional en ese momento porque su vida literalmente dependía de que pudiera mantener la cabeza fría.Abatió a dos hombres que se cruzaron en su camino y regresó al salón. Uno de los escolta del general había caído y dos más estaban heridos, en aquel momento defendías más sus vidas que la del general, que estaba tirado en el suelo inconsciente.Max simplemente se sumó, esperando que fuera suficiente para mantener a raya a aquella cantidad de atacantes hasta que llegara la policía.