UGPEM. CAPITULO 51. Un espejismo y un mal presentimientoAhora el tren estaba libre de cargas así que avanzaba con mucha más agilidad en el regreso, en solo dieciocho horas cubrirían el camino de toda una semana, así que pronto estarían de nuevo en San Petersburgo.—¿Puedo confesarte algo? —dijo Max y él asintió.—Claro.—Pensé que eras más... delicado.—¿Perdón? —Liam fingió ofenderse pero ella lo besó en los labios.—Ha sido una semana dura, sin un solo lujo, y no te has quejado ni una sola vez.—Es que no tengo derecho a hacerlo —replicó él—. La gente a la que ayudamos vive en estas condiciones todo el año, tendría que ser muy cabrón para no ser capaz de soportarlas una semana. Aunque si te soy honesto, este cuerpecito necesita ya una cama caliente.—Bueno... te debo la cama, pero lo "caliente" definitivamente lo puedo poner yo —Aseguró Max abriendo su bragueta y acariciándolo hasta despertarle aquella erección.Se subió sobre él mientras su boca se encontraban en un beso urgente y
UGPEM. CAPITULO 52. Esperando un ataqueEl viaje de regreso fue relativamente tranquilo, los dos estaban muy cansados, así que pasaron la mayor parte del tiempo durmiendo. Sin embargo apenas llegaron a Estados Unidos, Max procuró que se le pasara toda aquella pereza, y lo primero que hizo fue ponerse a investigar.—¡Esto puede ser una emboscada! —dijo al día siguiente, poniendo delante de Garret Grissom los documentos de la investigación. Habían ido a la oficina y mientras Liam trabajaba ella aprovechaba para hablar con su padre.—No digas estupideces, solo es un premio.—Esta ONG abrió hace menos de un año, no es confiable. Quizás el premio solo es para atraerlos a usted y a Liam... —intentó convencerlo Max.—Eso ya me lo dijeron, son pequeños, el premio es precisamente para hacer un evento que atraiga a personalidades importantes que puedan convertirse en donantes —gruñó Garret.—Pues hay algo que no me gusta aquí, y a mí el instinto no suele fallarme. No quiero que Liam vaya a ese
UGPEM. CAPITULO 53. ¿Quién eres?El general arrugó el entrecejo pensativo.—¿De qué estás hablando, teniente?—¡El hijo de Murray, la razón por la que le están haciendo esto a los Grissom… el muchacho era soldado! —le dijo Max—. Creo que todo este evento está orquestado para lastimar a Liam, y quizás a Garret y a usted en el mismo lugar.—¡Pues no va a ser tan fácil porque jamás se me ocurriría salir sin mi escolt...!El general dejó de hablar en el mismo segundo que aquel estruendo se levantó desde la puerta principal. Un par de cuerpos volaron dentro del enorme salón junto con yeso, pintura y arena de la entrada que había volado en pedazos.Max ni siquiera lo pensó, mientras todos se agachaban salió corriendo en dirección a Liam y lo tacleó, haciéndolo caer al suelo sobre su espalda.El primer disparo les pasó cerca y Max sacudió a Liam.—Vamos, vamos... ¡muévete! Vamos!Los dos gatearon desesperados hacia la pared más cercana, Max porque sabía a dónde iba y Liam porque estaba aturd
UGPEM. CAPITULO 54. La suerte es lo míoMax era muy consciente de que lo único más o menos parecido a un respaldo legal que tenía en el mundo era el general Morrison. Si algo le pasaba a ese hombre ella iría directamente a la cárcel, y ahora que sabía que Alcott estaba tratando de matarla, la cárcel era una buena posibilidad de que lo consiguiera.Escuchó a lo lejos las sirenas de la policía y se metió al edificio. Tenía el corazón hecho un nudo por la forma en que Liam la había mirado, pero no podía ponerse emocional en ese momento porque su vida literalmente dependía de que pudiera mantener la cabeza fría.Abatió a dos hombres que se cruzaron en su camino y regresó al salón. Uno de los escolta del general había caído y dos más estaban heridos, en aquel momento defendías más sus vidas que la del general, que estaba tirado en el suelo inconsciente.Max simplemente se sumó, esperando que fuera suficiente para mantener a raya a aquella cantidad de atacantes hasta que llegara la policía.
CAPÍTULO 1. El dolor de la traición.Alejandra sonrió mientras saludaba amablemente a todos los invitados de su boda. Había más de quinientas personas, casi todas celebridades o gente importante de la industria chocolatera del mundo. Y era que a su modo, Alejandra Sanromán era también una celebridad.Era una rica heredera de California, y a pesar de haberse quedado huérfana a los catorce años, había crecido para ser una mujer fuerte y trabajadora. A sus veintidós años dirigía con éxito la empresa de sus padres, y acababa de casarse con el hombre que amaba.Lo tenía todo, su vida era perfecta, pero en cuanto se puso a buscar a su marido, Alberto, ni siquiera imaginaba lo pronto que aquella sensación de felicidad desaparecería.Alejandra lo buscó por toda la mansión, sin embargo se quedó petrificada al pasar frente a la habitación de su prima Claudette. Adentro se escuchaban los gemidos y jadeos característicos de dos personas teniendo sexo, y de repente su prima mencionó un nombre que
CAPÍTULO 2. Una mujer que quiere venganza.Un año después.Alexa Carusso era una mujer hermosa y lo sabía, pero más que eso, era una mujer determinada, fuerte y con una voluntad de arrasar con todo a su paso, por un simple motivo: había perdido todo, y venía dispuesta a recuperarlo.Precisamente por eso había pasado un año preparándose, un año tejiendo sus hilos para ganarse aquel puesto como analista en el departamento económico de Hamilton Holding Enterprise, más conocido como el grupo HHE. Era la empresa más poderosa en el área de la tecnología, y su dueño era el único hombre que a Alexa le interesaba en el mundo: Scott Hamilton.El señor Hamilton era un hombre escurridizo, al punto de ocultarle exitosamente su rostro a los medios, y eliminar cualquier noticia privada o foto suya de internet. Sin embargo todos los que lo conocían estaban de acuerdo en algo: Era un hombre despiadado, feroz, horrible... ¡y Alexa estaba allí para conquistarlo!Manejó su discreta camioneta Honda hasta
CAPÍTULO 3. ¡Tú!Y como no existe nada más fuerte que la voluntad de una mujer que quiere venganza, Alexa se llevó el trabajo a casa, apenas durmió, pero cuando estaba amaneciendo por fin aquel error se reveló ante ella.—Alguien lo está robando —sonrió Alexa y corrió a preparar café mientras Howard salía de su habitación medio dormido.—¿Qué pasa? ¿Por qué gritas como gata en celo? —protestó.—¡Alguien está robándole a Scott Hamilton! —exclamó Alexa emocionada—. ¡Nadie es invulnerable en la vida, y alguien le está robando al ogro, así que ya tengo mi camino abierto hacia él!Sin embargo muy pronto Alexa se daría cuenta de que aquella alegría era demasiado prematura. En cuanto le dijo al señor Malcovich que había encontrado problemas en los números, el supervisor le quitó los documentos sin siquiera preguntarle dónde estaba el problema.—¡Oiga, yo debería hablar con el señor Hamilton de esto! —sentenció ella sin saber las intenciones de Malcovich.—Esto está muy por encima de su nivel
CAPÍTULO 4. Un hombre que no tolera desafíosAlexa quería que la tierra se la tragara. Había ido a aquella empresa a conquistar al CEO y había acabado ofendiéndolo de la peor forma posible. Sabía que tendría suerte si no la ponía de patitas en la calle antes de dejarla hablar ¡y encima llegaba peleándose con su supervisor!"¡Mierda!" pensó mientras Malcovich entraba corriendo tras ella, con cara de espanto.Sin embargo las emociones de Scott Hamilton parecían tan controladas como una bomba a punto de explotar. Se levantó despacio y miró a Alexa de arriba abajo. Estaba despeinada, descalza, desarreglada, el sudor le corría desde la frente y caía en pequeñas gotas entre sus pechos, mientras jadeaba por el esfuerzo de subir las escaleras... Parecía exactamente la bruja que era y lo peor de todo era que Scott Hamilton solo quería quitarle aquel sudor entre los pechos con la lengua. ¡¿Pero a él qué diablos le pasaba con aquella mujer?!—¿Qué demonios es esto? —gruñó cuando la vio detenerse