CAPÍTULO 55. ¡Dime que me amas!Le arrancó bruscamente las pequeñas bragas y empezó a bombear con los dedos mientras ella gritaba sin control, retorciéndose en la corbata que la ataba al asiento. Scott siguió azotándola hasta que sintió como sus nalgas ardían, y su sexo chorreaba deseo, líquido y oloroso, como una declaración de mujer insatisfecha. Entonces se detuvo, se inclinó sobre ella y besó su mejilla.—Lo siento nena —dijo clavándose en ella de una sola estocada, tan profundamente que podía sentir todo lo que iba lastimando a su paso. Encontró su tope y no se detuvo. Empujó, forzó, subió una de sus piernas para tener aún más acceso y la oyó contenerse mientras la penetraba salvajemente.—¡Grita, Alexa! —le ordenó. Podía sentir cómo golpeaba cada punto sensible de su interior, penetrando más y más profundamente con cada poderosa embestida. Sujetó su cabello con una mano, haciéndola mantener la cabeza baja y el cuerpo vulnerable—. ¡Grita! —ordenó y ella no pudo hacer otra cosa qu
CAPÍTULO 56. Un hermoso fantasmaScott arrugó el ceño, confundido. ¿Ella de verdad quería ir al evento?—¿Es en serio? —preguntó sin poder creerlo—. Alexa, deberíamos estar yendo a un maldito hospital, no a una estúpida gala de celebración...Ella respiró profundamente y negó.—De verdad tengo que ir.—¿Tienes...? —Scott se mesó los cabellos con impotencia—. ¡Yo de verdad ya no entiendo nada!Salió del baño con un gesto de frustración, ¡pero si ella quería ir al maldito evento entonces la llevaría!Alexa se dejó resbalar por la pared y se abrazó las rodillas, llorando en silencio, Jamás se había sentido tan mal, ni siquiera después de aquel accidente, y Alexa sabía por qué. Ahora, después de pelearse con Scott Hamilton hasta la saciedad, sabía por qué se sentía tan mal: porque solo ahora se daba cuenta de cuán falso había sido realmente el amor de Alberto.Tomó unos minutos para desahogarse, y luego se levantó con la resolución retratada en el rostro, se peinó y se maquilló de nuevo,
CAPÍTULO 57. ¡Alejandra!Él la observó detenidamente y se dio cuenta de que por más que intentaba disimularlo, estaba muy cansada.—¿Quieres que vaya contigo? ¿Estás bien?—Eso creo, pero si en cinco minutos no estoy de vuelta, ve por mí —respondió ella.—De acuerdo, y cuando regreses nos iremos a casa —declaró Scott y Alexa asintió de conformidad.Ya en el tocador se echó un poco de agua en la cara y se tomó un analgésico, realmente le dolía todo el cuerpo y no se sentía con fuerzas para seguir allí. Estaba abriendo la puerta para salir cuando una mano fuerte se cerró sobre su brazo y la arrastró hacia uno de los corredores alejados.—¡Sí eres tú! ¡Sí eres tú! —gruñó Alberto tomando su cara y mirándola a los ojos con fiereza.—¡Suélteme, señor Mejía! —exclamó Alexa—. El teatrito de allá afuera le quedó muy bien, pero no me interesa continuarlo. ¡Mi nombre es Alexa Hamilton, y no tengo nada que ver con su mujer! ¡Así que suélteme si no quiere que arme un escándalo mayúsculo delante de
CAPÍTULO 58. Entusiasmo sexualScott sentía que se le erizaba la piel cada vez que la puerta de aquella sala se abría, pero la gente entraba y salía y a él no le decían nada.Finalmente la doctora salió y él se apresuró a alcanzarla. La mujer solo le hizo un gesto para que la siguiera y Scott entró a su consultorio privado detrás de ella.—¡He estado a cinco minutos, a cinco minutos, señor Scott, de llamar a la policía! ¡Pero su esposa insistió en que lo que sea que le hizo fue consentido! —lo regañó la doctora.—¡Pues claro que fue consentido! ¡Yo jamás lastimaría a mi esposa! ¡Y no le hice nada raro, solo se lo hice con más... entusiasmo!—¡Disculpe pero es difícil de creer que un pene normal con consentimiento logre eso! —le espetó la doctora—. ¡Ábrase el pantalón!—¿Es una jodida broma?—¡Es eso o la policía! —le gruñó la doctora perdiendo la paciencia y Scott bufó con impotencia.—¿¡Esta es una cosa médica, verdad!? ¿¡Eso de médico-paciente, confidencial y toda la baba, no!?—¡Cl
CAPÍTULO 59. En el corazón no se manda—¡Sí es ella! ¡Claro que es ella, estúpido! ¡Y claro que sobrevivió! —gritaba Claudette en su lujoso departamento en el centro de la ciudad—. ¡Alejandra no se murió!Alberto se mesaba los cabellos con impotencia.—¡Pero es que el auto explotó! ¡Debería estar muerta!—¡Pero no lo está! ¿¡Y se casó nada menos que con Scott Hamilton!? ¡Alberto, nuestro dinero está en manos de ese hombre, toda nuestra fortuna está invertida en sus empresas. ¿Y si decide sacarnos?—¡No puede hacerlo, Claudette, no seas ignorante! —espetó Alberto. Lo que más le gustaba de aquella mujer era que tenía un buen cuerpo para follar y poco cerebro para discutirle sobre negocios. A diferencia de Alejandra, que lo hacía sentirse como un niño en pañales al lado de su inteligencia. Pero a veces la estupidez de Claudette también lo exasperaba—. Scott Hamilton no puede sacar a un accionista de la empresa solo porque quiera. ¡Así que ahí nos vamos a quedar! ¡Solo tenemos que volver
CAPÍTULO 60. Un investigador privadoBeast salió corriendo a su encuentro y Scott casi tuvo que quitársela de encima para que no la lastimara con ese cariño rudo con que se parecía tanto a él mismo.Esa noche Alexa tuvo sueños pesado y convulsos. Recordaba la desesperación del accidente, la tristeza de saber que la había traicionado la persona que más amaba e el mundo.Después de eso había jurado que no volvería a enamorarse. ¡Nunca más! ¡Nunca más! Siempre se repetía lo mismo, pero era muy difícil ignorar lo que sentía por Scott.—Te extrañé —susurró en la madrugada contra su piel y solo lo vio sonreír a la débil luz de la lámpara antes de abrir los ojos y mirarla.—No me engatuses, Alexa, que no te voy a hacer nada. Estás de reposo. ¡Reposo! ¿Entendido? —Ella hizo un puchero de protesta, y Scott sonrió mirando al techo—. ¡Maldición, mujer, me vas a matar del corazón! ¡Dije que no!—Está bien, pero al menos me das unos besitos. ¿Pequeñitos?Scott la besó despacio, disfrutándolo y mir
CAPÍTULO 61. ¡Alexa me ama!Scott se echó hacia atrás en el asiento, frunciendo el ceño.—¿De qué hablas, Daniel? ¿Ese hombre qué tiene que ver en esto? —lo increpó.Daniel se limpió la frente como si necesitara darse valor.—Alexa Carusso... es Alejandra Sanromán —dijo Daniel poniendo delante de él una foto de Alexa, solo que en l foto aparecía rubia y más bronceada, en el día de su boda con Alberto Mejía.¡Eran la misma persona! ¡Era la misma, no era algo que pudiera negarse, pero tampoco era algo que Scott no esperara ya!—Lo imaginaba —dijo Scott con un suspiro—. Por eso te pedí que investigaras. Alexa quiere vengarse de ellos, supongo que fue porque la lastimaron.Daniel sintió mientras le mostraba otros reportes.—Según esto Alejandra Sanromán tuvo un accidente en uno de los Ferrari de su colección el mismo día de su boda. No se pudo recuperar el cuerpo, y la declararon muerta —siguió Daniel—. Su esposo heredó todo, y solo dos semanas después de recibir la herencia, Alberto Mejí
CAPÍTULO 62. ¡Te juro que no lo hice!Daniel negó en silencio con la cabeza, pero antes de que pudiera abrir la boca, fue Scott el que contestó.—Sí, dígame dónde está la señora Hamilton ahora mismo.Se hizo un silencio largo al otro lado de la línea, pero el detective finalmente respondió:—Está en la casa del médico, Howard. Llegó hace media hora, y...—¿Y qué? —gruñó Scott.—Bueno, a menos que estén viendo porno, los sonidos que salen de ese departamento dicen que están pasando un buen rato —respondió el hombre y Scott cayó sentado en su silla, negando con fuerza porque no era capaz de creer aquello.—No... —murmuró con desesperación—. Alexa no puede hacerme eso... no puede...Tomó las llaves del Ferrari y se lanzó hacia la puerta, pero Daniel trató de detenerlo de inmediato.—¡No puedes ir ahí! ¿¡No te basta con oírlo!? ¿Quieres sufrir todavía más?—¡No lo creo! —gruñó Scott—. ¡Todo esto tiene que tener una explicación! ¡Alexa no es así!—¡Maldita sea, Scott! ¿Cómo puedes defender