CAPÍTULO 60. Un investigador privadoBeast salió corriendo a su encuentro y Scott casi tuvo que quitársela de encima para que no la lastimara con ese cariño rudo con que se parecía tanto a él mismo.Esa noche Alexa tuvo sueños pesado y convulsos. Recordaba la desesperación del accidente, la tristeza de saber que la había traicionado la persona que más amaba e el mundo.Después de eso había jurado que no volvería a enamorarse. ¡Nunca más! ¡Nunca más! Siempre se repetía lo mismo, pero era muy difícil ignorar lo que sentía por Scott.—Te extrañé —susurró en la madrugada contra su piel y solo lo vio sonreír a la débil luz de la lámpara antes de abrir los ojos y mirarla.—No me engatuses, Alexa, que no te voy a hacer nada. Estás de reposo. ¡Reposo! ¿Entendido? —Ella hizo un puchero de protesta, y Scott sonrió mirando al techo—. ¡Maldición, mujer, me vas a matar del corazón! ¡Dije que no!—Está bien, pero al menos me das unos besitos. ¿Pequeñitos?Scott la besó despacio, disfrutándolo y mir
CAPÍTULO 61. ¡Alexa me ama!Scott se echó hacia atrás en el asiento, frunciendo el ceño.—¿De qué hablas, Daniel? ¿Ese hombre qué tiene que ver en esto? —lo increpó.Daniel se limpió la frente como si necesitara darse valor.—Alexa Carusso... es Alejandra Sanromán —dijo Daniel poniendo delante de él una foto de Alexa, solo que en l foto aparecía rubia y más bronceada, en el día de su boda con Alberto Mejía.¡Eran la misma persona! ¡Era la misma, no era algo que pudiera negarse, pero tampoco era algo que Scott no esperara ya!—Lo imaginaba —dijo Scott con un suspiro—. Por eso te pedí que investigaras. Alexa quiere vengarse de ellos, supongo que fue porque la lastimaron.Daniel sintió mientras le mostraba otros reportes.—Según esto Alejandra Sanromán tuvo un accidente en uno de los Ferrari de su colección el mismo día de su boda. No se pudo recuperar el cuerpo, y la declararon muerta —siguió Daniel—. Su esposo heredó todo, y solo dos semanas después de recibir la herencia, Alberto Mejí
CAPÍTULO 62. ¡Te juro que no lo hice!Daniel negó en silencio con la cabeza, pero antes de que pudiera abrir la boca, fue Scott el que contestó.—Sí, dígame dónde está la señora Hamilton ahora mismo.Se hizo un silencio largo al otro lado de la línea, pero el detective finalmente respondió:—Está en la casa del médico, Howard. Llegó hace media hora, y...—¿Y qué? —gruñó Scott.—Bueno, a menos que estén viendo porno, los sonidos que salen de ese departamento dicen que están pasando un buen rato —respondió el hombre y Scott cayó sentado en su silla, negando con fuerza porque no era capaz de creer aquello.—No... —murmuró con desesperación—. Alexa no puede hacerme eso... no puede...Tomó las llaves del Ferrari y se lanzó hacia la puerta, pero Daniel trató de detenerlo de inmediato.—¡No puedes ir ahí! ¿¡No te basta con oírlo!? ¿Quieres sufrir todavía más?—¡No lo creo! —gruñó Scott—. ¡Todo esto tiene que tener una explicación! ¡Alexa no es así!—¡Maldita sea, Scott! ¿Cómo puedes defender
CAPÍTULO 63. Una trampaLos ojos de Alexa se le llenaron de lágrimas. Pero ¿qué iba a decirle? ¿Que no sabía? ¿Que no podría distinguirlo porque desde hacía días nada en su sexo estaba como debía estar...?Ocultó la cara entre las manos y lloró amargamente.—No... no lo sé, no creo. Cuando llegué tú estabas inconsciente, no habrías podido hacerme nada...—Alexa trata de acordarte.—¡No lo sé, no lo sé! —gritó ella desesperada—. ¡Pero esto fue una trampa! ¡Fue una trampa para que Scott me encontrara contigo...! ¡Oh, Dios! ¡Tengo que explicarle! ¡Tengo que decirle!Howard sabía que intentar detenerla no serviría de nada, así que abrió la caja fuerte y le dio el expediente que ella había ido a buscar.—Pase lo que pase, tienes que volver aquí, Alexa —dijo Howard tomándola por los hombros—. Tienes que volver, porque tengo que llevarte al hospital, tenemos que hacernos exámenes y denunciar esto a la policía, ¿entiendes? ¿Me estás escuchando?Pero para Alexa ahora todo eso era secundario. A
CAPÍTULO 64. Fue una penaAlexa sollozaba sobre los labios de Scott.—¡No te haré daño, mi amor! —musitó contra su boca y él la atrajo para abrazarla con fuerza—. ¡Te quiero, Scott! ¡Te quiero más de lo que jamás podrías imaginar!Scott la alejó lo justo para observar sus ojos y tomó su boca con desesperación.Sus labios se encontraron y se fundieron en un ardiente beso, en el que no existía nada más que el deseo y el dolor del momento. Scott sentía como si le estuviera consumiendo por dentro, como si Alexa fuera la única persona en el mundo capaz de hacerlo sentir así. Era imposible describir lo triste era eso: amar tanto a una mujer así.La mesa se vino abajo con un fuerte estruendo y las carpetas y papeles volaron por toda la habitación, pero ni siquiera lo escucharon.Scott echó a Alexa sobre la mesa y bajó las mangas de su vestido para quedarse admirando sus pechos por unos segundos. Alexa gimió cuando la boca de Scott se posó sobre su pezón derecho y lo chupó con fuerza. Luego,
CAPÍTULO 65. Lejos…Alexa no respondió. No podía. Tenía el alma completamente rota. Caminó hacia la puerta en silencio y miró al cielo al salir. El día estaba gris y lluvioso, oscuro. Sintió las gotas de lluvia mojando su cara. No podía moverse. No podía pensar. No sentía nada. Había jurado que nadie volvería a romperle el corazón de nuevo y allí estaba, deshecha a menos de tres meses de haber conocido a aquel hombre, que la había lastimado mil veces más que Alberto.La lluvia la empapó en pocos minutos, y en su cabeza solo seguían repitiéndose aquellas palabras."¡Fue una pena que Alberto fallara!"—Miró el archivo que tenía en la mano y murmuró:—Sí... fue una pena...Los papeles cayeron de su mano y ahí los dejó. Caminó hasta la verja de la entrada y desde la ventana él la vio atravesarla con paso lento y mirada ausente, yéndose definitivamente de su vida.Scott no pudo soportarlo más y cayó sentado en una silla, llorando amargamente. Jamás se había sentido más traicionado ni más s
CAPÍTULO 66. Una noticia inesperadaPara Gerard Hamilton entrar en la casa de su nieto y ver aquel grado de destrucción, fue como un puñal en el corazón. Por Daniel había sabido más o menos lo que había sucedido, el abogado lo había llamado a ver si él podía hacer entrar en razón a Scott, pero viendo el destrozo alrededor, algo le decía al anciano que aquello sería imposible.Antes de llegar a la puerta, cerca del portón de entrada, había visto una carpeta de documentos empapada y la había recogido al ver el nombre de Alejandra en él. Tenía la esperanza de encontrar una respuesta a todo lo que estaba sucediendo, pero al parecer Scott tampoco tenía la intención de escucharlo a él.—¡Estás cometiendo un error, hijo! ¡Las cosas no se hacen con la cabeza caliente! —le reclamó el abuelo dejando la carpeta sobre el escritorio como si fuera la manzana de la discordia—. ¿Al menos la escuchaste? ¿La dejaste que te explicara?—¿¡Que me explicara qué, abuelo!? ¡Está más que claro lo que hizo, so
CAPÍTULO 67. Yo no soy de las que mueren fácil.Alejandra sentía que se ahogaba del miedo y la doctora movió la cabeza con preocupación.—Te entiendo, pero estuve revisando el expediente médico que entregaste, al parecer en los últimos meses estuviste varias veces en el hospital ¿es así? —Alejandra asintió llevándose las manos a la cabeza—. Veo que en todas esas ocasiones se te administraron muchos medicamentos, la mayoría de ellos provocan interacciones medicamentosas, degradando el efecto del anticonceptivo. Así que desde el punto de vista médico, si tuviste sexo durante ese tiempo, es bastante normal que hayas salido embarazada.La doctora revisó el implante y luego asintió, como si confirmara sus palabras.—Sí. Veo que ha sido una sorpresa fuerte para ti, pero debes decidir qué quieres hacer con el bebé. Si decides tenerlo, tenemos que sacar el implante de inmediato —le explicó y Alejandra sintió un nudo en la garganta.¿Qué iba a hacer con el bebé? ¿Cómo iba a saberlo? ¡Era una l