CAPÍTULO 64. Fue una penaAlexa sollozaba sobre los labios de Scott.—¡No te haré daño, mi amor! —musitó contra su boca y él la atrajo para abrazarla con fuerza—. ¡Te quiero, Scott! ¡Te quiero más de lo que jamás podrías imaginar!Scott la alejó lo justo para observar sus ojos y tomó su boca con desesperación.Sus labios se encontraron y se fundieron en un ardiente beso, en el que no existía nada más que el deseo y el dolor del momento. Scott sentía como si le estuviera consumiendo por dentro, como si Alexa fuera la única persona en el mundo capaz de hacerlo sentir así. Era imposible describir lo triste era eso: amar tanto a una mujer así.La mesa se vino abajo con un fuerte estruendo y las carpetas y papeles volaron por toda la habitación, pero ni siquiera lo escucharon.Scott echó a Alexa sobre la mesa y bajó las mangas de su vestido para quedarse admirando sus pechos por unos segundos. Alexa gimió cuando la boca de Scott se posó sobre su pezón derecho y lo chupó con fuerza. Luego,
CAPÍTULO 65. Lejos…Alexa no respondió. No podía. Tenía el alma completamente rota. Caminó hacia la puerta en silencio y miró al cielo al salir. El día estaba gris y lluvioso, oscuro. Sintió las gotas de lluvia mojando su cara. No podía moverse. No podía pensar. No sentía nada. Había jurado que nadie volvería a romperle el corazón de nuevo y allí estaba, deshecha a menos de tres meses de haber conocido a aquel hombre, que la había lastimado mil veces más que Alberto.La lluvia la empapó en pocos minutos, y en su cabeza solo seguían repitiéndose aquellas palabras."¡Fue una pena que Alberto fallara!"—Miró el archivo que tenía en la mano y murmuró:—Sí... fue una pena...Los papeles cayeron de su mano y ahí los dejó. Caminó hasta la verja de la entrada y desde la ventana él la vio atravesarla con paso lento y mirada ausente, yéndose definitivamente de su vida.Scott no pudo soportarlo más y cayó sentado en una silla, llorando amargamente. Jamás se había sentido más traicionado ni más s
CAPÍTULO 66. Una noticia inesperadaPara Gerard Hamilton entrar en la casa de su nieto y ver aquel grado de destrucción, fue como un puñal en el corazón. Por Daniel había sabido más o menos lo que había sucedido, el abogado lo había llamado a ver si él podía hacer entrar en razón a Scott, pero viendo el destrozo alrededor, algo le decía al anciano que aquello sería imposible.Antes de llegar a la puerta, cerca del portón de entrada, había visto una carpeta de documentos empapada y la había recogido al ver el nombre de Alejandra en él. Tenía la esperanza de encontrar una respuesta a todo lo que estaba sucediendo, pero al parecer Scott tampoco tenía la intención de escucharlo a él.—¡Estás cometiendo un error, hijo! ¡Las cosas no se hacen con la cabeza caliente! —le reclamó el abuelo dejando la carpeta sobre el escritorio como si fuera la manzana de la discordia—. ¿Al menos la escuchaste? ¿La dejaste que te explicara?—¿¡Que me explicara qué, abuelo!? ¡Está más que claro lo que hizo, so
CAPÍTULO 67. Yo no soy de las que mueren fácil.Alejandra sentía que se ahogaba del miedo y la doctora movió la cabeza con preocupación.—Te entiendo, pero estuve revisando el expediente médico que entregaste, al parecer en los últimos meses estuviste varias veces en el hospital ¿es así? —Alejandra asintió llevándose las manos a la cabeza—. Veo que en todas esas ocasiones se te administraron muchos medicamentos, la mayoría de ellos provocan interacciones medicamentosas, degradando el efecto del anticonceptivo. Así que desde el punto de vista médico, si tuviste sexo durante ese tiempo, es bastante normal que hayas salido embarazada.La doctora revisó el implante y luego asintió, como si confirmara sus palabras.—Sí. Veo que ha sido una sorpresa fuerte para ti, pero debes decidir qué quieres hacer con el bebé. Si decides tenerlo, tenemos que sacar el implante de inmediato —le explicó y Alejandra sintió un nudo en la garganta.¿Qué iba a hacer con el bebé? ¿Cómo iba a saberlo? ¡Era una l
CAPÍTULO 68. ¡No te atrevas a firmar eso, Scott!Siete meses después.Scott Hamilton miraba los documentos que tenía delante, intentando bajar aquel trago amargo de impotencia. Había vuelto a pasar, habían vuelto a robarle. Y lo peor de todo era que Recursos Humanos le había confirmado lo que ya pensaba, no se había hecho ni un solo cambio de personal, nadie nuevo había sido contratado en la empresa, mucho menos para una posición con cierta ventaja.—¡Maldición! —gritó lanzando las carpetas de documentos al suelo.Él mismo había revisado los contratos cientos de veces, incluso de la forma en que ella... en que Alexa sabía hacerlo, pero no había detectado nada hasta que habían empezado a llover las pérdidas.Se llevó las manos a la cabeza y gruñó con rabia mientras la puerta de su despacho se abría y Gerard Hamilton entraba con paso suave, más por su carácter que por su edad.—Volvió a pasar, ¿no es cierto? —preguntó con indiferencia.Era la tercera vez que viajaba desde Reino Unido pa
CAPÍTULO 69. Espero que sufras todo lo que te mereces... y más.Pocos minutos después una ambulancia se llevaba al señor Hamilton y los dos amigos la seguían en un auto. El abuelo fue internado y un doctor salió para explicarle que necesitaba cirugía de emergencia.—Un marcapasos —dijo el cardiólogo—. Su corazón está débil, tenemos que ayudarlo. Debemos llevarlo a cirugía y colocarle un marcapasos.Scott sentía que temblaba. Adoraba a su abuelo, era la única familia que le quedaba en el mundo, no podía concebir que fuera a faltarle nunca.—Sí... sí, hagan lo que tengan que hacer.Las dos horas que duró la cirugía fueron eternas para él. No tenía cabeza para nada así que Daniel terminó ocupándose del papeleo, del hospital, del seguro y de todo.—¿Familiares del señor Gerard Hamilton? —dijo una voz que no había olvidado y Scott se levantó de inmediato, quedando frente a frente nada menos que con Howard—. Soy el doctor Eckart, fui el cirujano de su abuelo —dijo el médico con una indifere
CAPITULO 70. Un fantasmaRN-0173BAquel número de expediente estaba escrito en una tarjeta pequeña sobre el escritorio de Scott Hamilton. No había nada más, solo aquella tarjeta blanca con el garabato de sus letras escrito en medio.El abuelo había estado hospitalizado por un mes ya, y Scott no se había separado de él en ningún momento. Evolucionaba tan bien como podía hacerlo un anciano de setenta años, pero los médicos todavía no se arriesgaban a dejarlo ir.Aquella mañana en particular, después de despertar, ojeroso y cansado, Scott por fin había logrado tener una conversación con el abuelo que no incluyeran la frase: "Ya me quiero ir de aquí".Estaba mejorando, pero no a la velocidad que los médicos esperaban.—Quiero verla —había dicho el señor Gerard.—¿Ver a quién, abuelo?—A Alexa. Quiero verla. Búscala para que pueda hablar con ella —le pidió.—Abuelo... no sé si en tu estado eso sea lo mejor, tienes que descansar, no alterarte más...—¡Pues si no quieres que me altere haz lo
CAPÍTULO 71. El que está ganando soy yo—¿Ya sabes cómo vas a llamarla? —Lucy estaba emocionada de ver a la nena cumplir su primer mes—. No podemos seguir llamándole Bebé, además mañana se cumple el plazo para que la inscribas, tienes que encontrarle un nombre bonito.Alejandra sonrió. Decían que las mamás sabían automáticamente el nombre de su bebé cuando lo tenían en brazos, pero a ella no le había pasado. Tenerla a su lado, sana y comelona, era más que suficiente para ella, pero Lucy tenía razón, debía encontrarle el nombre perfecto.—¿Puedes quedarte con ella un rato? Tengo que salir —le pidió a Lucy y la chica accedió encantada.Alejandra vistió su ropa más formal y se dirigió al banco más cercano, para vaciar su caja de seguridad. Pocos minutos después entraba en una joyería que ya había investigado con anticipación y como ya había hecho una cita con el dueño, él mismo la recibió.Los ojos de Alejandra de humedecieron cuando abrió aquella caja y mostró a “Mar”, el hermoso diaman