UGPEM. CAPITULO 57. Tú no eras la excepción de la reglaEsa fue la noche más larga de su vida, Liam estaba dentro de aquel cuarto, odiándola, y el general estaba en otro muriéndose.Y mientras ella estaba desesperada afuera, Liam estaba adentro rezando para que su padre despertara. Debía estar amaneciendo cuando por fin abrió los ojos y Liam se inclinó sobre él.—¿Papá? ¡Papá!EL viejo Garret sonrió sabiendo que por supuesto sería él quien estaría velando por su salud, después de todo era su hijo favorito.—Ya, ya... estoy bien, hijo —susurró—. ¿Qué fue lo que pasó?—Te dispararon, tres veces.—¿Y tú estás bien? —Garret abrió los ojos de inmediato.—Sí, papá... yo estoy bien. Hubo muchos heridos, incluso le escuché decir a los doctores que el general ese amigo tuyo está en coma... pero yo estoy bien. Supongo que después de todo me elegiste una buena guardaespaldas, ¿no es así?La sorpresa se reflejó en los ojos de Garret y luego solo una molestia profunda.—Por favor, ve a buscar a un
UGPEM. CAPÍTULO 58. ¡Tú también me engañaste!Liam la vio marcharse con la misma determinación de siempre reflejada en el rostro. Algo dentro de él se estaba rompiendo, no era cierto, Max no era algo descartable para él, pero no podía culparlo por desconfiar.Liam sabía que jamás había sido un santo en su vida, pero al menos siempre le había ido de frente, siempre le había hablado con la verdad, cuando había creído que no servía para estar casado se lo había dicho de frente, cuando solo la quería para follársela se lo había dicho de frente, incluso a la anguila con patas de Caroline Wolf la había besuqueado frente a ella... y cuando había empezado a tener sentimientos por ella, cuando había empezado a quererla... eso también se lo había dicho de frente.Había sido honesto con Max en todos los casos, por eso le dolía tanto que ella no hubiera podido retribuir eso. Estaba en su derecho de no quererlo, pero ¡maldición! ¡él le había dicho que la amaba! ¿¡Cómo podía haberle ocultado la ver
UGPEM. CAPITULO 59. AlguienLiam miró a su padre durante un largo segundo, pero luego volvió a dirigirse a los guardaespaldas.—No importa lo que diga mi padre —sentenció—. Ahora les pago yo, y yo les digo que la llamen. Tienen cinco minutos.Los hombres asintieron y Saínz sacó su teléfono para llamarla, pero Max no contestó. Llamó nuevamente, esta vez con más insistencia, pero ella seguía sin responder. Marquet hizo lo mismo, pero después de un rato su teléfono simplemente dejó de estar encendido.—Lo siento, pero parece que la teniente no está muy comunicativa —le dijo Marquet—. Su teléfono está apagado.Liam respiro profundo, sabía que era probable que ella no quisiera hablar con él, pero él sí necesitaba hablar con ella. Se había dejado llevar por un momento de ira y de tensión, como cualquier ser humano, pero no era estúpido. Incluso aunque las cosas no se arreglaran entre los dos, Liam Grissom era muchas cosas, pero malagradecido no era una de ellas.Le pidió a los guardaespalda
CAPÍTULO 1. El dolor de la traición.Alejandra sonrió mientras saludaba amablemente a todos los invitados de su boda. Había más de quinientas personas, casi todas celebridades o gente importante de la industria chocolatera del mundo. Y era que a su modo, Alejandra Sanromán era también una celebridad.Era una rica heredera de California, y a pesar de haberse quedado huérfana a los catorce años, había crecido para ser una mujer fuerte y trabajadora. A sus veintidós años dirigía con éxito la empresa de sus padres, y acababa de casarse con el hombre que amaba.Lo tenía todo, su vida era perfecta, pero en cuanto se puso a buscar a su marido, Alberto, ni siquiera imaginaba lo pronto que aquella sensación de felicidad desaparecería.Alejandra lo buscó por toda la mansión, sin embargo se quedó petrificada al pasar frente a la habitación de su prima Claudette. Adentro se escuchaban los gemidos y jadeos característicos de dos personas teniendo sexo, y de repente su prima mencionó un nombre que
CAPÍTULO 2. Una mujer que quiere venganza.Un año después.Alexa Carusso era una mujer hermosa y lo sabía, pero más que eso, era una mujer determinada, fuerte y con una voluntad de arrasar con todo a su paso, por un simple motivo: había perdido todo, y venía dispuesta a recuperarlo.Precisamente por eso había pasado un año preparándose, un año tejiendo sus hilos para ganarse aquel puesto como analista en el departamento económico de Hamilton Holding Enterprise, más conocido como el grupo HHE. Era la empresa más poderosa en el área de la tecnología, y su dueño era el único hombre que a Alexa le interesaba en el mundo: Scott Hamilton.El señor Hamilton era un hombre escurridizo, al punto de ocultarle exitosamente su rostro a los medios, y eliminar cualquier noticia privada o foto suya de internet. Sin embargo todos los que lo conocían estaban de acuerdo en algo: Era un hombre despiadado, feroz, horrible... ¡y Alexa estaba allí para conquistarlo!Manejó su discreta camioneta Honda hasta
CAPÍTULO 3. ¡Tú!Y como no existe nada más fuerte que la voluntad de una mujer que quiere venganza, Alexa se llevó el trabajo a casa, apenas durmió, pero cuando estaba amaneciendo por fin aquel error se reveló ante ella.—Alguien lo está robando —sonrió Alexa y corrió a preparar café mientras Howard salía de su habitación medio dormido.—¿Qué pasa? ¿Por qué gritas como gata en celo? —protestó.—¡Alguien está robándole a Scott Hamilton! —exclamó Alexa emocionada—. ¡Nadie es invulnerable en la vida, y alguien le está robando al ogro, así que ya tengo mi camino abierto hacia él!Sin embargo muy pronto Alexa se daría cuenta de que aquella alegría era demasiado prematura. En cuanto le dijo al señor Malcovich que había encontrado problemas en los números, el supervisor le quitó los documentos sin siquiera preguntarle dónde estaba el problema.—¡Oiga, yo debería hablar con el señor Hamilton de esto! —sentenció ella sin saber las intenciones de Malcovich.—Esto está muy por encima de su nivel
CAPÍTULO 4. Un hombre que no tolera desafíosAlexa quería que la tierra se la tragara. Había ido a aquella empresa a conquistar al CEO y había acabado ofendiéndolo de la peor forma posible. Sabía que tendría suerte si no la ponía de patitas en la calle antes de dejarla hablar ¡y encima llegaba peleándose con su supervisor!"¡Mierda!" pensó mientras Malcovich entraba corriendo tras ella, con cara de espanto.Sin embargo las emociones de Scott Hamilton parecían tan controladas como una bomba a punto de explotar. Se levantó despacio y miró a Alexa de arriba abajo. Estaba despeinada, descalza, desarreglada, el sudor le corría desde la frente y caía en pequeñas gotas entre sus pechos, mientras jadeaba por el esfuerzo de subir las escaleras... Parecía exactamente la bruja que era y lo peor de todo era que Scott Hamilton solo quería quitarle aquel sudor entre los pechos con la lengua. ¡¿Pero a él qué diablos le pasaba con aquella mujer?!—¿Qué demonios es esto? —gruñó cuando la vio detenerse
CAPÍTULO 5. Un juego demasiado peligrosoScott achicó los ojos. Quería asfixiar a aquella mujer con sus propias manos, pero no era un hombre estúpido.—Pon los documentos sobre mi escritorio. Dile a Malcovich que espere —ordenó y un instante después se quedaba solo.Scott respiró intentando calmarse y luego se sentó. Tomó su pluma favorita y abrió aquella carpeta. Ya había visto aquel contrato, había revisado los números de forma superficial y no había encontrado problemas, sin embargo las notas al margen de aquellas hojas, en pulcra caligrafía femenina, le contaban una historia muy diferente.Se echó adelante en el asiento, y lo repasó una y otra vez, pero los números no mentían. Ella se había dado cuenta de un mínimo error que podía costarle millones en los siguientes tres años.—¡Mierda, tenía razón la bruja! —siseó. Y eso también significaba otra cosa: Que Malcovich había tratado de engañarlo. Lo hizo pasar y apenas atravesó la puerta lo increpó—. ¡¿Por qué querías ocultarme esto!