CAPÍTULO 57. ¡Alejandra!Él la observó detenidamente y se dio cuenta de que por más que intentaba disimularlo, estaba muy cansada.—¿Quieres que vaya contigo? ¿Estás bien?—Eso creo, pero si en cinco minutos no estoy de vuelta, ve por mí —respondió ella.—De acuerdo, y cuando regreses nos iremos a casa —declaró Scott y Alexa asintió de conformidad.Ya en el tocador se echó un poco de agua en la cara y se tomó un analgésico, realmente le dolía todo el cuerpo y no se sentía con fuerzas para seguir allí. Estaba abriendo la puerta para salir cuando una mano fuerte se cerró sobre su brazo y la arrastró hacia uno de los corredores alejados.—¡Sí eres tú! ¡Sí eres tú! —gruñó Alberto tomando su cara y mirándola a los ojos con fiereza.—¡Suélteme, señor Mejía! —exclamó Alexa—. El teatrito de allá afuera le quedó muy bien, pero no me interesa continuarlo. ¡Mi nombre es Alexa Hamilton, y no tengo nada que ver con su mujer! ¡Así que suélteme si no quiere que arme un escándalo mayúsculo delante de
CAPÍTULO 58. Entusiasmo sexualScott sentía que se le erizaba la piel cada vez que la puerta de aquella sala se abría, pero la gente entraba y salía y a él no le decían nada.Finalmente la doctora salió y él se apresuró a alcanzarla. La mujer solo le hizo un gesto para que la siguiera y Scott entró a su consultorio privado detrás de ella.—¡He estado a cinco minutos, a cinco minutos, señor Scott, de llamar a la policía! ¡Pero su esposa insistió en que lo que sea que le hizo fue consentido! —lo regañó la doctora.—¡Pues claro que fue consentido! ¡Yo jamás lastimaría a mi esposa! ¡Y no le hice nada raro, solo se lo hice con más... entusiasmo!—¡Disculpe pero es difícil de creer que un pene normal con consentimiento logre eso! —le espetó la doctora—. ¡Ábrase el pantalón!—¿Es una jodida broma?—¡Es eso o la policía! —le gruñó la doctora perdiendo la paciencia y Scott bufó con impotencia.—¿¡Esta es una cosa médica, verdad!? ¿¡Eso de médico-paciente, confidencial y toda la baba, no!?—¡Cl
CAPÍTULO 59. En el corazón no se manda—¡Sí es ella! ¡Claro que es ella, estúpido! ¡Y claro que sobrevivió! —gritaba Claudette en su lujoso departamento en el centro de la ciudad—. ¡Alejandra no se murió!Alberto se mesaba los cabellos con impotencia.—¡Pero es que el auto explotó! ¡Debería estar muerta!—¡Pero no lo está! ¿¡Y se casó nada menos que con Scott Hamilton!? ¡Alberto, nuestro dinero está en manos de ese hombre, toda nuestra fortuna está invertida en sus empresas. ¿Y si decide sacarnos?—¡No puede hacerlo, Claudette, no seas ignorante! —espetó Alberto. Lo que más le gustaba de aquella mujer era que tenía un buen cuerpo para follar y poco cerebro para discutirle sobre negocios. A diferencia de Alejandra, que lo hacía sentirse como un niño en pañales al lado de su inteligencia. Pero a veces la estupidez de Claudette también lo exasperaba—. Scott Hamilton no puede sacar a un accionista de la empresa solo porque quiera. ¡Así que ahí nos vamos a quedar! ¡Solo tenemos que volver
CAPÍTULO 60. Un investigador privadoBeast salió corriendo a su encuentro y Scott casi tuvo que quitársela de encima para que no la lastimara con ese cariño rudo con que se parecía tanto a él mismo.Esa noche Alexa tuvo sueños pesado y convulsos. Recordaba la desesperación del accidente, la tristeza de saber que la había traicionado la persona que más amaba e el mundo.Después de eso había jurado que no volvería a enamorarse. ¡Nunca más! ¡Nunca más! Siempre se repetía lo mismo, pero era muy difícil ignorar lo que sentía por Scott.—Te extrañé —susurró en la madrugada contra su piel y solo lo vio sonreír a la débil luz de la lámpara antes de abrir los ojos y mirarla.—No me engatuses, Alexa, que no te voy a hacer nada. Estás de reposo. ¡Reposo! ¿Entendido? —Ella hizo un puchero de protesta, y Scott sonrió mirando al techo—. ¡Maldición, mujer, me vas a matar del corazón! ¡Dije que no!—Está bien, pero al menos me das unos besitos. ¿Pequeñitos?Scott la besó despacio, disfrutándolo y mir
CAPÍTULO 61. ¡Alexa me ama!Scott se echó hacia atrás en el asiento, frunciendo el ceño.—¿De qué hablas, Daniel? ¿Ese hombre qué tiene que ver en esto? —lo increpó.Daniel se limpió la frente como si necesitara darse valor.—Alexa Carusso... es Alejandra Sanromán —dijo Daniel poniendo delante de él una foto de Alexa, solo que en l foto aparecía rubia y más bronceada, en el día de su boda con Alberto Mejía.¡Eran la misma persona! ¡Era la misma, no era algo que pudiera negarse, pero tampoco era algo que Scott no esperara ya!—Lo imaginaba —dijo Scott con un suspiro—. Por eso te pedí que investigaras. Alexa quiere vengarse de ellos, supongo que fue porque la lastimaron.Daniel sintió mientras le mostraba otros reportes.—Según esto Alejandra Sanromán tuvo un accidente en uno de los Ferrari de su colección el mismo día de su boda. No se pudo recuperar el cuerpo, y la declararon muerta —siguió Daniel—. Su esposo heredó todo, y solo dos semanas después de recibir la herencia, Alberto Mejí
CAPÍTULO 62. ¡Te juro que no lo hice!Daniel negó en silencio con la cabeza, pero antes de que pudiera abrir la boca, fue Scott el que contestó.—Sí, dígame dónde está la señora Hamilton ahora mismo.Se hizo un silencio largo al otro lado de la línea, pero el detective finalmente respondió:—Está en la casa del médico, Howard. Llegó hace media hora, y...—¿Y qué? —gruñó Scott.—Bueno, a menos que estén viendo porno, los sonidos que salen de ese departamento dicen que están pasando un buen rato —respondió el hombre y Scott cayó sentado en su silla, negando con fuerza porque no era capaz de creer aquello.—No... —murmuró con desesperación—. Alexa no puede hacerme eso... no puede...Tomó las llaves del Ferrari y se lanzó hacia la puerta, pero Daniel trató de detenerlo de inmediato.—¡No puedes ir ahí! ¿¡No te basta con oírlo!? ¿Quieres sufrir todavía más?—¡No lo creo! —gruñó Scott—. ¡Todo esto tiene que tener una explicación! ¡Alexa no es así!—¡Maldita sea, Scott! ¿Cómo puedes defender
CAPÍTULO 63. Una trampaLos ojos de Alexa se le llenaron de lágrimas. Pero ¿qué iba a decirle? ¿Que no sabía? ¿Que no podría distinguirlo porque desde hacía días nada en su sexo estaba como debía estar...?Ocultó la cara entre las manos y lloró amargamente.—No... no lo sé, no creo. Cuando llegué tú estabas inconsciente, no habrías podido hacerme nada...—Alexa trata de acordarte.—¡No lo sé, no lo sé! —gritó ella desesperada—. ¡Pero esto fue una trampa! ¡Fue una trampa para que Scott me encontrara contigo...! ¡Oh, Dios! ¡Tengo que explicarle! ¡Tengo que decirle!Howard sabía que intentar detenerla no serviría de nada, así que abrió la caja fuerte y le dio el expediente que ella había ido a buscar.—Pase lo que pase, tienes que volver aquí, Alexa —dijo Howard tomándola por los hombros—. Tienes que volver, porque tengo que llevarte al hospital, tenemos que hacernos exámenes y denunciar esto a la policía, ¿entiendes? ¿Me estás escuchando?Pero para Alexa ahora todo eso era secundario. A
CAPÍTULO 64. Fue una penaAlexa sollozaba sobre los labios de Scott.—¡No te haré daño, mi amor! —musitó contra su boca y él la atrajo para abrazarla con fuerza—. ¡Te quiero, Scott! ¡Te quiero más de lo que jamás podrías imaginar!Scott la alejó lo justo para observar sus ojos y tomó su boca con desesperación.Sus labios se encontraron y se fundieron en un ardiente beso, en el que no existía nada más que el deseo y el dolor del momento. Scott sentía como si le estuviera consumiendo por dentro, como si Alexa fuera la única persona en el mundo capaz de hacerlo sentir así. Era imposible describir lo triste era eso: amar tanto a una mujer así.La mesa se vino abajo con un fuerte estruendo y las carpetas y papeles volaron por toda la habitación, pero ni siquiera lo escucharon.Scott echó a Alexa sobre la mesa y bajó las mangas de su vestido para quedarse admirando sus pechos por unos segundos. Alexa gimió cuando la boca de Scott se posó sobre su pezón derecho y lo chupó con fuerza. Luego,