CAPÍTULO 51. Un hombre poseídoAlexa se puso lívida. De repente aquella venganza y todo lo que quería se le había olvidado. Por poco tiempo, pero la había olvidado.—Yo no quiero nada —sentenció.—Pero yo necesito que quieras. El abuelo dice que has dirigido empresas antes. ¿Es verdad? —preguntó él con curiosidad.—Sí, es verdad —aceptó Alexa.—Entonces si me deportan, quiero que dirijas Hamilton Holding Enterprise. Necesito en el puesto de CEO a alguien en quien pueda confiar —declaró él y Alexa negó.—¡Maldit0 idiota! ¿¡Crees que puedes confiar en mí solo porque me follaste en una piscina!? —le espetó ella furiosa—. ¡Uno no confía en la gente por tener sexo, Scott! ¡Uno no confía en la gente ni siquiera por amarla! ¡Uno no debería confiar en nadie! ¿¡Entiendes!?Scott iba a replicar, pero se contuvo. Alexa tenía razón: uno no confiaba en la gente ni siquiera por amarla. Y él sabía que ella no lo amaba, al menos no de esa forma en la que él quería que lo amase. ¿Era eso lo que quería
CAPÍTULO 52. Devuélveme todoScott jamás había jurado que una mujer podía ser tan hermosa. Alexa iba enfundada en un jean, una blusa suelta y ancha y unas zapatillas deportivas. Llevaba el cabello suelto y rebelde y nada de maquillaje.—¡Scott! —gritaba desde lejos—. ¡Scott...!En su mano había un sobre y al CEO se le encogió el estómago porque sabía lo que eso significaba. La sentencia de Migración, la decisión de Gerber, la carta de deportación.... Pero antes de que pudiera siquiera empezar a sufrir Alexa saltó a su cintura sin importarle que estuvieran en medio de la oficina y él la rodeó con sus brazos, importándole menos. La boca de Alexa se estampó contra la suya y Scott exhaló un gruñido ronco y demandante mientras profundizaba aquel beso. La lengua de Alexa bailaba en su boca y sus manos se aferraban a sus cabellos.La oficina entera estaba en silencio, todos los ojos clavados en la escena que se estaba desarrollando ante ellos. Nadie sabía qué decir o hacer mientras Scott y A
CAPÍTULO 53. ¡Todo es una sorpresa esta noche!Scott se humedeció los labios y asintió, levantándola por las caderas y sentándola sobre él.—¿De verdad crees que eso va a pasar? —preguntó y en un instante Alexa pudo percibir aquella erección descontrolada conta su intimidad.—Podemos intentarlo...Dos horas después Scott la cubrió con su camisa y Alexa levantó el dedo índice mientras se acurrucaba contra su pecho.—Uno. Me devolviste uno de más... —balbuceó respirando entrecortadamente por aquel clímax tan violento que acababa de experimentar.—OK, pero te lo cobro a la próxima, porque ya no puedo más —jadeó él con una sonrisa luminosa.Y algo le decía que ninguno de los dos tenía la intención de parar aquello.Regresaron a América pocas horas después. Durmieron todo el viaje, así que en teoría estaban bastante descansados cuando llegaron a la casa. Scott la hizo a meterse a bañar de inmediato y cuando Alexa salió, tuvo que cerrarse la bata apurada porque había una comitiva de mujeres
CAPÍTULO 54. Una palabra de seguridad—¡Alexa! ¿¡Qué diablos te pasa!? —gruñó Scott, pero por desgracia Alexa no estaba para dudas y menos para responder preguntas.Le dolía el alma, el corazón, la vida misma, y lo único que podía apagar aquello o al menos controlarlo un poco era que le doliera él. Porque aunque Scott Hamilton le dolía, al menos no la lastimaba. Se soltó con brusquedad de su brazo, viendo que no iba a mover ni un dedo, pero apenas Scott la vio echar a andar descalza y furiosa la alcanzó en dos zancadas. Su boca impactó contra la de Alexa en un beso desesperado, necesitado, salvaje.No tenía idea de qué diablos le pasaba, pero al menos por el momento no tenía que saberlo, solo debía desactivar aquella bomba antes de que estallara. Los labios de Scott se movieron contra los de Alexa con urgencia, como si no pudiera controlarse. Sus manos se cerraron sobre su espalda, atrayéndola hacia él para que no pudiera escapar. Alexa intentó empujarlo, pero era como intentar empuja
CAPÍTULO 55. ¡Dime que me amas!Le arrancó bruscamente las pequeñas bragas y empezó a bombear con los dedos mientras ella gritaba sin control, retorciéndose en la corbata que la ataba al asiento. Scott siguió azotándola hasta que sintió como sus nalgas ardían, y su sexo chorreaba deseo, líquido y oloroso, como una declaración de mujer insatisfecha. Entonces se detuvo, se inclinó sobre ella y besó su mejilla.—Lo siento nena —dijo clavándose en ella de una sola estocada, tan profundamente que podía sentir todo lo que iba lastimando a su paso. Encontró su tope y no se detuvo. Empujó, forzó, subió una de sus piernas para tener aún más acceso y la oyó contenerse mientras la penetraba salvajemente.—¡Grita, Alexa! —le ordenó. Podía sentir cómo golpeaba cada punto sensible de su interior, penetrando más y más profundamente con cada poderosa embestida. Sujetó su cabello con una mano, haciéndola mantener la cabeza baja y el cuerpo vulnerable—. ¡Grita! —ordenó y ella no pudo hacer otra cosa qu
CAPÍTULO 56. Un hermoso fantasmaScott arrugó el ceño, confundido. ¿Ella de verdad quería ir al evento?—¿Es en serio? —preguntó sin poder creerlo—. Alexa, deberíamos estar yendo a un maldito hospital, no a una estúpida gala de celebración...Ella respiró profundamente y negó.—De verdad tengo que ir.—¿Tienes...? —Scott se mesó los cabellos con impotencia—. ¡Yo de verdad ya no entiendo nada!Salió del baño con un gesto de frustración, ¡pero si ella quería ir al maldito evento entonces la llevaría!Alexa se dejó resbalar por la pared y se abrazó las rodillas, llorando en silencio, Jamás se había sentido tan mal, ni siquiera después de aquel accidente, y Alexa sabía por qué. Ahora, después de pelearse con Scott Hamilton hasta la saciedad, sabía por qué se sentía tan mal: porque solo ahora se daba cuenta de cuán falso había sido realmente el amor de Alberto.Tomó unos minutos para desahogarse, y luego se levantó con la resolución retratada en el rostro, se peinó y se maquilló de nuevo,
CAPÍTULO 57. ¡Alejandra!Él la observó detenidamente y se dio cuenta de que por más que intentaba disimularlo, estaba muy cansada.—¿Quieres que vaya contigo? ¿Estás bien?—Eso creo, pero si en cinco minutos no estoy de vuelta, ve por mí —respondió ella.—De acuerdo, y cuando regreses nos iremos a casa —declaró Scott y Alexa asintió de conformidad.Ya en el tocador se echó un poco de agua en la cara y se tomó un analgésico, realmente le dolía todo el cuerpo y no se sentía con fuerzas para seguir allí. Estaba abriendo la puerta para salir cuando una mano fuerte se cerró sobre su brazo y la arrastró hacia uno de los corredores alejados.—¡Sí eres tú! ¡Sí eres tú! —gruñó Alberto tomando su cara y mirándola a los ojos con fiereza.—¡Suélteme, señor Mejía! —exclamó Alexa—. El teatrito de allá afuera le quedó muy bien, pero no me interesa continuarlo. ¡Mi nombre es Alexa Hamilton, y no tengo nada que ver con su mujer! ¡Así que suélteme si no quiere que arme un escándalo mayúsculo delante de
CAPÍTULO 58. Entusiasmo sexualScott sentía que se le erizaba la piel cada vez que la puerta de aquella sala se abría, pero la gente entraba y salía y a él no le decían nada.Finalmente la doctora salió y él se apresuró a alcanzarla. La mujer solo le hizo un gesto para que la siguiera y Scott entró a su consultorio privado detrás de ella.—¡He estado a cinco minutos, a cinco minutos, señor Scott, de llamar a la policía! ¡Pero su esposa insistió en que lo que sea que le hizo fue consentido! —lo regañó la doctora.—¡Pues claro que fue consentido! ¡Yo jamás lastimaría a mi esposa! ¡Y no le hice nada raro, solo se lo hice con más... entusiasmo!—¡Disculpe pero es difícil de creer que un pene normal con consentimiento logre eso! —le espetó la doctora—. ¡Ábrase el pantalón!—¿Es una jodida broma?—¡Es eso o la policía! —le gruñó la doctora perdiendo la paciencia y Scott bufó con impotencia.—¿¡Esta es una cosa médica, verdad!? ¿¡Eso de médico-paciente, confidencial y toda la baba, no!?—¡Cl