CAPÍTULO 105. Luego decidiremos qué hacerScott sintió como si una pesada piedra cayera en su estómago. Jamás se había fijado en todo eso, pero solo ahora que lo pensaba esas palabras de Daniel tenían sentido: "¿¡Cómo es que nunca ves lo que hago por ti!?"—No lo entiendo... ¿Qué quieres decir? ¿Que Daniel está... enamorado de mí o algo? —espetó incrédulo—. Pero Daniel no es gay...—Eso no lo sabes, quizás solo es bueno ocultándolo —replicó Sebastian—, pero te puedo asegurar que lo que yo escuché hoy fue una riña de marido y... marido. No sé qué tenga ese hombre contigo, pero el nivel de toxicidad que hace falta para meter una demanda en tu nombre, para reclamar a tu hija por ti... Eso no es por dinero, te lo aseguro.Todos se quedaron en silencio durante un largo momento, hasta que Alejandra despegó los labios para soltar aquella bomba.—Quizás eso no es lo que quiere. Reclamar a Mar, quedarse con ella —murmuró—, a lo mejor no es lo que está buscando.—¿Entonces qué busca? —la interr
CAPÍTULO 106. Para eso son los amigosAlejandra abrazó con fuerza a Mar y Scott bajó la cabeza, mesándose los cabellos como si quisiera arrancárselos.—Este tribunal declara la demanda del señor Scott Hamilton: improcedente, y queda denegada de inmediato —sentenció el juez golpeando con su mazo.Alejandra y Scott se miraron por encima de toda aquella gente y él apretó los labios con impotencia antes de salir del tribunal como alma que llevaba el diablo. Se detuvo en el estacionamiento y pateó su coche con desesperación.—Creíste que no te iba a importar —dijo una voz detrás de él y el rostro de Scott se encendió de ira cuando vio a Daniel.—¡Déjame en paz! —gruñó, pero su amigo no tenía ninguna intención de irse.—Creíste que no te iba a importar que Mar no fuera tu hija, pero no es así ¿verdad? —insistió Daniel—. ¡Sí que te importa!—¡Que me dejes, carajo! —vociferó Scott con los ojos cristalizados, pero él no se movió—. ¿¡Ya estás feliz!? ¿¡Satisfecho!?—¡Claro que no, Scott! Solo q
CAPÍTULO 107. Yo ya era Scott Hamilton antes de que llegaras a mi vida—¿Estás loco? ¡Vas a hacer que me dé un infarto! —lo regañó, pero se calmó del todo en cuanto él le dirigió aquella sonrisa moja bragas que esta vez venía con un poco de tristeza.—Solo quería pasar a despedirme, y ya sabes que no puedo hacerlo por la puerta principal —murmuró Scott llegando junto a ella.Se sentó al borde de la cama, tomó su mano y la besó con suavidad.—¿Crees que Daniel se haya tragado el teatro? —preguntó la muchacha con preocupación.—Creo que sí. —Scott hizo silencio por un momento—. Te juro que lo vi en sus ojos, Ale. De verdad piensa que solo porque Mar no sea mi hija yo puedo dejarlas. Lo apostó todo por eso y cree que ganó, así que tenemos que aprovechar esa ventaja. Mañana por la mañana nos vamos a Inglaterra.Ella respiró con ansiedad, porque aquel mal presentimiento no la abandonaba. Ahora sabían que Daniel era capaz de todo, el problema era que no podían probarlo.No podían probar que
CAPÍTULO 108. CAPÍTULO 72. Una sociedadUnos días antesScott tocó a la puerta de la casa de Alejandra y Lucy le abrió, dirigiéndole al instante una mirada risueña y demasiado llena de amabilidad.—Scott... ¿cómo estás? Mar no se encuentra aquí, Sebastian se los llevó a ella y al abuelo hace un rato.—No te preocupes, vengo de verlos, el problema es que dejaron algo importante de la nena en su habitación y vengo a buscarlo. Con permiso.Scott pasó a su lado y si se hubiera dado la vuelta a verla una sola vez siquiera, se habría dado cuenta de la forma en que Lucy se quedaba mirándolo... pero Scott estaba demasiado concentrado en aquel momento en encontrar lo que Alejandra le había pedido.Se metió al cuarto de su hija y se agachó bajo la cuna, levantándola un poco y tanteando el fondo hasta encontrar aquel sobre, lo despegó y se sentó en el suelo, observándolo. Era un simple sobre blanco, pero lo que había dentro estaba lejos de ser simple.La única hoja que había estaba reparada, ras
CAPÍTULO 109. Suéltame, AlejandraLa abrazó, la besó, la escuchó protestar y no le hizo ningún caso mientras Alejandra lo golpeaba furiosamente... con un cojín.—No me dolió —gruñó Scott sobre su boca porque sentía que cada vez lograba enojarla más cuando la besaba y según el abuelo, enojada era bueno.—¡Si me sigues besando así otra cosa es la que te va a doler! —replicó ella y Scott tiró de su silla hacia el centro de la habitación, sentándose él en uno de los divanes para quedar a su altura.—¿Cómo estás, nena? ¿Mar, el abuelo? —le preguntó con un nudo en la garganta porque los había extrañado mucho.—Todos están bien. Mira. —Le mostró docenas de videos que le había hecho de Mar, Beast y el abuelo, y Alejandra mientras pidió la cena a la habitación porque él no podía separarse del teléfono.—¡Dios, cómo extraño a esa princesa! —susurró.—Mar también te extraña —replicó Alejandra—. Y vas a estar con ella muy pronto.—¡Por dios dime que me tienes alguna buena noticia porque me estoy
CAPÍTULO 110. Me gusta cuando te vuelves salvajeAlejandra no supo por qué, pero de repente las manos le temblaron y soltó a Scott con un movimiento que lo hizo sonreír. Sin embargo en el fondo, en lo más hondo de sus ojos, podía ver el deseo y la determinación de aquel hombre.—Scott... no... —Pero por muy indignada que quisiera parecer, a él no le habían pasado desapercibidas sus pupilas dilatadas y la respiración irregular a la que se movían sus pechos—. Espera...Pero ya era demasiado tarde, porque si había algo que no estaba intentando negar Scott Hamilton, era que se moría por ella.Asaltó sus labios con un beso lleno de añoranza, uno que no daba lugar ni espacio para peleas ni juegos de palabras y un segundo después la levantaba en brazos y se la llevaba a la cama a la luz tenue de la chimenea.—Scott, espera, no podemos... —susurró ella contra sus labios cuando él la sentó al borde de la cama.—Ábrela —gruñó demandante—. Abre la boca, Ale, ábrela.Y ella no tuvo más remedio qu
CAPÍTULO 111. Daría mi vida entera por ti—Bueno... bestialízate solo en un cincuenta por ciento. Recuerda que quiero volver a caminar algún día —lo provocó ella y él cerró los ojos y sonrió de la emoción.—¡Dios, te amo! ¡No sabes cuánto te amo, mujer! —exclamó adueñándose nuevamente de su boca.—Y yo te amo a ti —dijo Ale sin titubear.Scott respondió a aquellas palabras con un fuerte gemido, enterrando su miembro en lo más profundo de ella y comenzando a estremecerse en su interior.Alejandra gritó de placer, ardiendo bajo el cuerpo de Scott mientras él la embestía una y otra vez, sumergiéndola totalmente en la intensidad del momento. Los dos se dejaron llevar por el ardor de la pasión, perdiéndose en la ola de placer que los inundaba.El sudor corría por la espalda de Scott mientras se movía con un ritmo frenético, pero era incapaz de disminuirlo. La necesidad de Alejandra lo estaba consumiendo por completo y no podía pensar en nada más que en hacerla suya. Sus cuerpos se movían c
CAPÍTULO 112. ¿Ligera, moderada o severa?—¿¡Y tú qué carajo haces aquí!?Muchas cosas podían provocar la ira de Alejandra Sanromán, pero de todas ellas no había ninguna mayor que tener delante a Alberto Mejía. Sus manos se cerraron como garras sobre los brazos de su silla de ruedas y lo miró con odio concentrado.—Es difícil tener acceso a ti cuando estás rodeada de tu... familia —murmuró él pensativo.—Es que para empezar tú no tienes que tener acceso a mí de ninguna manera. ¿Qué diablos haces aquí? ¿A qué viniste? —gruñó furiosa.Alberto suspiró y miró a Alejandra con una mezcla de frustración y resignación. Sabía que ella se iba a enfadar cuando lo viera allí, pero tenía la absurda idea de que iba a escuchar lo que tenía que decir.—Vine a disculparme, créeme —sus ojos se encontraron con los de la muchacha y un escalofrío recorrió la espalda de Alejandra al sentir el asco más grande del mundo.—¿Es una jodida broma? —siseó.—No, claro que no. Lo siento mucho —dijo él en voz baja,