Danna tembló sin poder evitarlo. Aquel parecía un documento muy importante, y ella no conocía al hombre que tenía delante. —¿Esto qué es? —preguntó nerviosa mientras se secaba las lágrimas. —Es exactamente lo que dice, un Acuerdo de Inmunidad —dijo el agente—. Se retirarán todos tus cargos a cambi
Su curiosidad era natural teniendo en cuenta que Olivia Winston era supuestamente rica. —Al parecer el Conde no accedió a pagar por un abogado de prestigio para ella, es más ni siquiera quiso parar por uno barato, así que se le asignó uno de oficio pero literalmente le envió una silla a la cabeza y
El avión aterrizó en Suiza y Loan y Danna salieron al aire fresco de la mañana. Ella llevaba acurrucado a su pequeño contra su pecho, que dormía tranquilamente. Loan posó suavemente una mano en su cadera y la guio hacia el auto que ya los estaba esperando. —Ven, pelirroja, vámonos a casa —murmuró c
"¡Maldición, aquí no hay de dónde agarrarse!", pensó Danna con desesperación mientras su cuerpo era atravesado por miles de pequeños latigazos de placer. Loan siguió besándola hasta llegar a su sexo y Danna gritó de placer cuando él comenzó a chuparla con suavidad, su lengua la estimulaba de manera
Loan tiró suavemente de Danna para acercarla y la rodeó con su brazo, haciendo que ella se relajara y se acurrucara contra su pecho. Inhaló profundamente, sintiendo su peso y calor apoyándose contra él, y solo sintió un alivio al saber que ella estaba a salvo. Era lindo tenerlos allí, Danna y su hi
Danna se giró boca abajo y lo vio en aquellos bóxer tan sexys, con sus cuadritos, aquel pecho totalmente depilado y esas nalg... —¡Si no te levantas no te voy a dar nada de esto! —la amenazó Loan señalándose el bóxer y en un segundo ya Danna estaba con él bajo la ducha. Vestirse ellos y alistar a
Danna sintió como su corazón latía a través de sus oídos. Su boca se había secado y la cara le quemaba, ya había pasado por muchos tonos autoritarios y aunque entendía por qué lo hacía él, tampoco le gustaba. Tomó un respiro profundo antes de abrir la puerta y entrar al local. La misma mujer de ant
Después de diez segundos solo sonrió. —Miki... —saludó—. Lo mismo digo... Sí, un día de estos... Oye te llamo porque estoy teniendo problemas con dos miembros del personal de una de tus tiendas... la de Plaza Stavros... Sí, la gerente y una empleada, Kirha... —leyendo su gafete se acercó a la emple