REGLA # 1. CAPÍTULO 44. Promesas y despedidasLeon no se había movido de la silla junto a la cama de Mariel en más de siete horas. Su rostro, normalmente divertido y arrogante, estaba surcado por el cansancio y una desesperación que nunca había sentido antes. Miraba el rostro pálido de Mariel, busca
REGLA # 1. CAPÍTULO 45. El punto de quiebreFreda estaba parada en el umbral de la puerta, con los brazos cruzados, como si tratara de mantenerse firme, pero su mirada no podía ocultar el miedo. Leon, en cambio, parecía una tormenta contenida, con los puños cerrados a los costados y la mandíbula ten
REGLA # 1. CAPÍTULO 46. Un nuevo comienzoCuatro días después.Mariel estaba sentada en el diván de su habitación, con la vista perdida en el jardín de la casa de sus padres. La luz de la tarde bañaba las plantas, pero ella apenas la notaba. Todo parecía quieto, como si el mundo estuviera esperando
REGLA # 1. CAPÍTULO 47. Sin reglasMariel seguía sin moverse, mientras su mente aún estaba intentando hacerse a la loca idea de lo que Leon acababa de decirle. Frente a ella, él parecía más decidido y a la vez más vulnerable que nunca, como si estuviera apostándolo todo en ese momento.—Leon, no ent
REGLA # 1. CAPÍTULO 48. Una nueva promesaParecía un pez fuera del agua, y Mariel ladeó la cabeza, entornando los ojos como si creyera que aquella era la reacción más tierna del mundo.—¿Yo…? ¿En serio?—¡Sí, tú muy en serio! ¡No sé cómo no te diste cuenta antes! —rezongó Mariel haciendo un puchero
REGLA # 1. CAPÍTULO 49. Un amor inmensoEl sol brillaba intensamente sobre el campus universitario, iluminando el escenario donde una fila de graduados vestía sus togas y birretes. Mariel estaba sentada en el centro, con una sonrisa tan amplia que parecía iluminar el lugar; y definitivamente para Le
ENERO SEATTLE —¡¿Cómo fuiste capaz de hacer esto?! —El rugido furioso de Zack Keller detuvo a su novia en la misma puerta de la casa apenas la vio llegar. Giselle vio una hoja en su mano y ni siquiera sabía de qué estaba hablando, pero jamás lo había visto tan alterado como en ese momento. —No s
NOVIEMBRE. VANCOUVER —¡Andrea! ¡A mi oficina! ¡Ahora! El grito de su jefe, un gerente medio en la compañía SportUnike, la hizo saltar en su asiento, angustiada, porque sabía que estaba de muy mal humor ese día. —¿Esta es una maldit@ broma? —gruñó lanzándole una carpeta de documentos a la cara—.