De la bilogía “De Amores y Contratos”, llega próximamente: Una venganza por contrato. La historia de Daniel Ferrara e Isabella Smith. “…Un amor que comienza con un viaje no tan improvisado, una mentira que duele y una venganza que ya fue prometida…”
Alessandra Cavani.Me miro en el espejo y aún no creo que hoy sea el día de mi boda. Todo fue tan rápido y extraño, que a pesar de llevar el vestido de novia, todavía no me convenzo de que esto sea lo correcto.Los motivos que me trajeron hasta aquí, los ignoro. Si hago caso a las alarmas en mi cabeza, entonces este paso será más difícil de lo que ya es. De por sí, el contrato que me ata a esta situación es demasiado vergonzoso, no pretendo revolcarme en mi miseria el resto del tiempo que dure este teatro.—Alessandra, ya es hora. —La voz de Dylan se escucha del otro lado de la puerta y mi corazón se acelera con solo saber que está cerca.«Concéntrate, por favor», me reclamo, porque tengo que mantener el control.—Hagamos esto de una maldita vez —exige, sin atisbo de dulzura o suavidad, su tono es duro y resentido.En realidad, no entiendo los motivos que lo hicieron proponerme tal cosa, si a la vista está que no es algo que desee. Supongo que, como yo, él gana algo importante con est
Alessandra CavaniMe avergüenza mirar a Ryan O' Conell, aunque no es mi culpa que su hermano me haya dejado tirada en medio de la nada, vistiendo incluso mi vestido de novia. Me trago la humillación y finjo que todo está bien, mientras subo al auto de mi cuñado. No me fijo en que mis tacones de aguja están llenos de fango y que puedo ensuciar la alfombrilla, pero parece que no es algo que a Ryan le importe.Tomo asiento en el brillante cuero negro y con el cuerpo tenso, miro al frente. Estoy rígida, mis manos son dos puños apretados y mi mandíbula duele, por aguantar las ganas de llorar que me embargan.«No preguntes nada, por favor». Me repito interiormente; con suerte, no tendré que dar explicaciones de algo que yo todavía no entiendo.—No te voy a preguntar qué sucedió, solo necesito que me digas hacia dónde te llevo —aclara y yo giro la cabeza para mirarlo a los ojos. Frunzo el ceño ante la duda de si escuchó o no mis pensamientos—. Tu casa, ¿tal vez?Escruto su rostro sin mediar
Alessandra CavaniMe miro en el espejo y dudo si estaré haciendo lo correcto. El vestido de cóctel me sienta bien, pero no creo que a donde voy, todos piensen lo mismo.Han pasado tres días desde que Dylan se marchó con su ultimátum, pero en realidad, yo no he dejado de pensar en lo que me dijo su hermano, Ryan. Le doy vueltas al asunto y por más que trato, no logro recordar si mientras bebía con él, me fui de lengua. Aunque lo dudo mucho, mis secretos están bien guardados y hasta dormida, podría negar todo lo relacionado con ellos.Y precisamente por eso es que acepté la invitación de Ryan de asistir a la fiesta organizada por sus padres. Sé que no soy bienvenida, sobre todo porque Dylan no me invitó, pero lo que necesito saber es más importante.El trayecto hasta la casa familiar, esta vez, lo hago en mi propio auto, para evitar problemas futuros, si se presentan. En cuanto llego, me escabullo entre los pocos invitados, buscando a Ryan antes de que alguien note mi presencia y se ext
Alessandra CavaniMe doy la vuelta y me encuentro con Ryan, que parece haber escuchado toda la conversación. Junto mis manos y retuerzo mis dedos, con nerviosismo, no sé qué hacer o qué decirle para saber cuánto escuchó en realidad. Sin embargo, voy directo al grano, debe ser evidente lo del divorcio si Dylan ni siquiera me trata con una pizca de respeto.—Escuchaste todo, ¿verdad?Ryan frunce el ceño y pellizca sus labios con sus dedos, tal vez pensando qué decirme para no hacerme sentir tan miserable. Asiente, luego de unos segundos extraños en los que no deja de mirarme ni un instante.Cierro los ojos y respiro profundo, intento alejarme para evitar mayor humillación. No quiero tener que dar explicaciones por las decisiones tomadas, no quiero quedar como la actriz de cuarta que termina en medio de otra polémica porque no sabe qué más hacer con su vida.Pero Ryan no me deja alejarme, me toma del brazo con suavidad y el gesto dista tanto del que hizo antes su hermano, que me quedo mi
Dylan O¢ ConellMi agarre se hace más fuerte en su brazo cuando Alessandra intenta zafarse, porque no puedo dejarla ir. Ella no tiene que estar aquí y debe comprenderlo cuanto antes, este no es su lugar. No entiendo con qué intención mi hermano la llamó y además, la defiende, pero no dudo que ya se haya dejado influenciar por ella y su arte seductor. Su fama no es precisamente por su profesión, más bien por los problemas que siempre tiene alrededor y que, casi siempre, tienen que ver con hombres.Me alejo de la casa, rumbo a donde dejé a Anyelina esperándome. Fue una suerte que ella estuviera de acuerdo y no me dejara una vez más por culpa de las acciones de Alessandra Cavani, la maldición de mi vida. Doblamos la esquina y suelto el agarre, para evitar dramas innecesarios, ya basta con los que tenemos. Anyelina, al verme, se me acerca con una sonrisa radiante en sus labios, pero la pierde por completo cuando se cruza con Alessandra.—¿Qué hace ella aquí? —pregunta, con sus dientes apr
Dylan O’ ConellLo que pretendíamos hacer queda interrumpido cuando mi hermano entra a nuestro apartamento. Anyelina se baja de mi regazo con un rápido movimiento, luego de soltar un chillido que me deja medio sordo. Me queda claro que es por la presencia de Ryan y le agradezco que no quiera exponerse delante de él.Sin embargo…—¿Por qué tu hermano está aquí? ¿Por qué tiene acceso a tu apartamento y además, entra sin permiso? —pregunta, con indignación.Es lógico que ella no sepa que vivimos juntos, ya que estuvo lejos todo un año y en ese tiempo, muchas cosas cambiaron.Pretendo responderle, pero Ryan escuchó perfectamente sus preguntas y no demora en ponerla al tanto. No me da tiempo evitarlo.—Lamento decirte que la única que no tiene que estar aquí…eres tú, sobre todo porque no eres la esposa de mi hermano —informa con arrogancia, mientras se quita la chaqueta de su traje y mira a Anyelina con una expresión que no me gusta—. Esta también es mi casa. No necesito pedir permiso.—Ry
Dylan O’ ConellMe despierto por puro instinto, aunque después de la noche que pasé, es un milagro. Por suerte, no tengo que ir a trabajar a la empresa familiar, ya que se supone que estoy de luna de miel y me puedo tomar unas vacaciones. Sin embargo, mis responsabilidades son demasiado importantes para mí y no puedo obviarlas. Mucho menos, si tienen que ver con mi patrimonio personal.Desde hace tres años dirijo mi propia empresa y desde entonces, mi vida gira en torno a ella. Nadie de mi familia está al tanto, porque todo lo llevo en secreto y no he usado ni un centavo de ellos. Es mi mayor proyecto de vida.Salgo de mi apartamento sin ver a mi hermano, lo que me parece bien. No quiero amargarme tan temprano en la mañana. Voy directo a mi empresa y como siempre, doy tres o cuatro vueltas, antes de ir hasta el edificio donde queda la oficina principal. Atravieso el amplio salón a paso rápido y me integro con los demás empresarios que continúan sus labores, como yo.Al llegar a la ofi
Dylan O' ConellAlessandra se queda atónita y su expresión fingida en su papel de víctima, me hace enojar.—¿Por qué siempre insinúas que yo busco el dinero de tu familia? ¿Por qué crees eso de mí, si en realidad no me conoces de nada? —Su voz suena dolida, pero no le creo nada.Ella es actriz y a pesar de su carrera poco conocida por su profesión como tal, debo decir que le sale bien actuar en situaciones como esta. Me río en su cara y la obligo a retroceder, hago que se siente otra vez en la silla que antes estaba ocupando.—Me parece divertido que finjas demencia, la verdad. Pero dice mucho de ti, y no precisamente a favor, que siempre trates de hacerme pasar por imbécil —exclamo, sintiendo que es ahora el momento para decirle más verdades como las que merece—. Supongo que no recuerdas todo lo que pasó hace un año, ¿no? Todo lo que hiciste, que me jodió la vida y lo sigue haciendo hasta hoy.Alessandra abre mucho los ojos y niega con la cabeza, frenéticamente. Coloca sus manos sobr