Alessandra Cavani
Me avergüenza mirar a Ryan O' Conell, aunque no es mi culpa que su hermano me haya dejado tirada en medio de la nada, vistiendo incluso mi vestido de novia. Me trago la humillación y finjo que todo está bien, mientras subo al auto de mi cuñado. No me fijo en que mis tacones de aguja están llenos de fango y que puedo ensuciar la alfombrilla, pero parece que no es algo que a Ryan le importe.Tomo asiento en el brillante cuero negro y con el cuerpo tenso, miro al frente. Estoy rígida, mis manos son dos puños apretados y mi mandíbula duele, por aguantar las ganas de llorar que me embargan.«No preguntes nada, por favor». Me repito interiormente; con suerte, no tendré que dar explicaciones de algo que yo todavía no entiendo.—No te voy a preguntar qué sucedió, solo necesito que me digas hacia dónde te llevo —aclara y yo giro la cabeza para mirarlo a los ojos. Frunzo el ceño ante la duda de si escuchó o no mis pensamientos—. Tu casa, ¿tal vez?Escruto su rostro sin mediar palabra, la verdad es que no sé qué responder. Él espera en silencio a que yo tome una decisión. Muerdo mi labio inferior en lo que valoro mis opciones.—Mi antigua casa no es una opción —murmuro, pensando en voz alta—. Y a la nueva no tengo intenciones de ir…todavía.Ryan tamborilea sus dedos en el volante y hace una mueca medio divertida. No tengo idea si quiere reírse y solo se aguanta porque antes que todo es un caballero, pero no me extrañaría que quisiera hacerlo. Yo me reiría de mí misma si tuviera ganas. Pero lo único que quiero hacer es olvidar lo sucedido hoy, olvidar que acabo de casarme con un hombre que me odia y que le importa poco mi bienestar si fue capaz de dejarme para irse con una de sus tantas mujeres.No es que me interese su vida privada, puede follarse a todas las mujeres que le dé su regalada gana; pero cuando su actitud de m****a me afecta a mí, entonces se le acaba su libre albedrío. Eso es algo que debo hacerle entender. Pero, por el momento, solo quiero olvidar.Y para eso necesito beber.—Llévame a donde pueda tomar un trago, por favor —pido, mirándolo a los ojos, que son muy parecidos a los de su hermano, pero los suyos son más grises. El azul eléctrico de Dylan nunca antes lo he visto en nadie más.—No creo que…—Por favor —lo interrumpo, a punto de hacer un puchero—. Necesito olvidar este desastre.—Si lo hago, podría traerme problemas con mi hermano —asegura, con tono divertido.Ruedo los ojos y poco me falta para soltar un resoplido.—A tu hermano yo no le importo, es evidente —señalo mi cuerpo, con mi mano, para que se fije en mi ropa.Él no se corta y hace caso a mi invitación. Mira mi cuerpo, desde mi rostro y hasta mis muslos, para luego subir con más lentitud de la que debería.—A mí tampoco me importa lo que él piense —declara y sonríe. Su gesto eriza los cabellos de mi nuca y no sé la razón—, así que te llevo.Le dedico una tensa sonrisa y él me guiña un ojo. Se coloca sus gafas de sol y pone el auto en movimiento otra vez. Yo me limito a mirar al frente, luego de ponerme el cinturón.El viaje hasta la ciudad lo hacemos en silencio. La ceremonia de boda y todo lo demás, se hizo en la casa de la familia O' Conell, a las afueras, por lo que el trayecto es un poco largo. Intento relajarme en el asiento y trato de no pensar en lo que hubiera sido de mí si Ryan no hubiera salido prácticamente detrás de nosotros.Lo que me hace pensar.—Lo siento si ibas a otro lugar y yo frustré tus planes, no quise…—No te preocupes —dice y gira su cabeza, para mirarme—, no tengo nada mejor que hacer.Se enfoca otra vez en la carretera y yo solo pienso en el momento en la fiesta cuando fue a darme la bienvenida a la familia. Mi reacción estuvo fuera de lugar, pero sería raro e incómodo mencionarlo ahora. Mejor espero a tener un poco de alcohol en mi sistema para deshinibirme un poco.Varios minutos después, atravesamos el salón principal de un local privado y moderno. Al instante me dirijo a la barra, ni siquiera me fijo si Ryan me sigue o no. En cuanto el barman me ve, observa mi vestido y enarca una ceja.—Un whisky a las rocas, por favor —pido, obviando su mirada y aguantando el resoplido—. Y que sea doble.—No creía que fueras una chica de whisky —murmura Ryan detrás de mí.Yo no le presto atención, hasta que el chico detrás de la barra no pone el vaso ancho de cristal con el líquido ambarino delante de mí. Cuando lo hace, lo tomo con dos largos tragos que queman mi garganta. Cierro los ojos y dejo que esa cruda sensación haga su efecto. Dejo el vaso otra vez sobre la barra con un golpe seco y pido otra ronda.Me volteo, para ver a Ryan con los ojos muy abiertos y una sonrisa bailando en sus labios. Me fijo en que lleva su esmoquin y que se ve completamente fuera de lugar, así como yo. Por alguna razón, eso me hace sentir cómoda.—Si voy a beber, que sea algo fuerte —determino, tomo el vaso otra vez y me encojo de hombros.—Solo por saber, ¿qué tanto aguantas? Necesito estar preparado —pregunta, con sus manos metidas en los bolsillos de sus pantalones de vestir, en una pose relajada.—La verdad, la verdad…ya tomé más de lo que acostumbro —confieso, un poco avergonzada—. Pero prometo portarme bien.Le guiño uno ojo, como es habitual en él. Y me tomo de un trago el contenido del vaso, una vez más.***Despierto con el sonido de agua corriendo en la ducha. Abro los ojos y un dolor de cabeza intenso me hace retorcerme sobre la cama. Me levanto de un salto cuando reacciono y el movimiento brusco revuelve mi estómago. Vuelvo a sentarme sobre la cama blanda cuando presiento que podré caerme. Miro a mi alrededor y reconozco la habitación principal de mi nueva casa, la de recién casada, donde se suponía que debía pasar mi “noche de bodas”.Mi corazón se acelera al pensar lo peor. Miro mi cuerpo y todavía llevo el vestido de novia que ya empiezo a odiar, pero que, por el momento, me hace suspirar con alivio. Por lo menos no engañé a mi esposo el día de nuestra boda, esa hazaña se la dejo a él.La puerta del baño se abre y aparece mi cuñado, abotonando una camisa que si mal no recuerdo, no es la que llevaba. A pesar de todo, no puedo evitar mirarlo; su complexión delgada, pero atlética, visible entre los últimos botones desabrochados, llama mi atención.—Ya veo que estás despierta, empezaba a preocuparme —murmura, mientras seca su pelo con una toalla. Sus brazos definidos se tensan con el movimiento.«Alessandra, enfócate en lo importante». Pestañeo varias veces para concentrarme y puedo notar el atisbo de sonrisa en sus labios ante mi actitud.—¿Qué estamos haciendo aquí? —pregunto, porque no recuerdo mucho de lo sucedido.—Te traje a tu nueva casa, sana y salva. Lástima que mi esmoquin no puede decir lo mismo. —Hace una mueca lastimosa y me saca una sonrisa—. La bebida no es lo tuyo, la próxima vez, con un cóctel será suficiente.Mis mejillas se enrojecen por dos motivos. Uno, porque asumo que terminé vomitando encima de él luego de mi pase de locura temporal. Dos, porque considera que volveremos a beber juntos, lo que no será posible jamás.—Siento todo esto, de verdad. No esperaba que mi noche de bodas fuera de esta forma.—No es tu culpa —asegura y me mira por largo rato, al punto de que comienza a incomodarme.Muerdo mi labio inferior y es la prueba directa de cómo me siento, porque suelo hacerlo cuando estoy nerviosa. Sus ojos se dirijen a mi boca y se quedan ahí por unos segundos de más. Hasta que carraspeo y él desvía su atención de mi rostro.—Tuve que buscar una camisa en el armario de Dylan, dile que luego se la devuelvo —informa, termina de arreglarse.Yo me levanto de la cama y asumo que ya querrá irse, aunque no ha hecho amago de tener esa intención.—Muchas gracias por traerme y por…cuidarme —digo y salgo de la habitación.No tengo idea qué hora es, pero no quiero malentendidos. Suficiente tengo con saber que estuve profundamente dormida por sabe Dios cúanto tiempo.—Ya eres de la familia. —Escucho que dice detrás de mí.Aguanto el resoplido que me provoca y asiento, solo por quedar bien con él. Avanzamos hasta el salón, donde mis maletas y algunas cajas con cosas personales, adornan el espacio. Pero no me detengo, voy directo a la puerta para evitar que Ryan se quede más tiempo. No quiero problemas y viendo la forma en que Dylan me trató, posiblemente crea que me acosté con su hermano.Sin embargo, hoy no es mi día de suerte, definitivamente. En cuanto abro la puerta de entrada, a pocos metros veo que llega el auto de Dylan. Me tenso, no puedo evitarlo. A duras penas logré que estuviera de acuerdo en aplazar la fecha para el divorcio y esto puede no jugar a mi favor.—Ya me voy, no te preocupes, no quiero que tengas problemas con mi hermano —musita, cuando pasa por mi lado. Su tono de voz se escucha como si le divirtiera esta situación—. Por cierto…Alzo la mirada y me encuentro con su rostro muy cerca del mío. Me quedo sin respiración cuando pega su boca a mi oreja y susurra, en medio de una risa baja.—Conozco tus secretos, Alessandra.«¿Qué se supone que significa eso?», pienso, aterrorizada de repente.No me da tiempo a reaccionar, se aleja sonriendo como el gato que se comió al canario. Cuando pasa por el lado de su hermano, que ya se bajó de su auto, lo saluda con un gesto de su mano y sigue hasta donde está aparcado el suyo.Ni siquiera analizo la expresión furiosa de Dylan mientras se acerca. Me quedo mirando fijamente el lugar por donde desaparece el auto de Ryan, pensando y dándole mil vueltas a lo que él puede saber de mí. La inseguridad me llena y siento el temblor que me recorre, con solo pensar que puede exponerme si así lo desea.—¿Qué estaba haciendo mi hermano aquí? —pregunta, rabioso, en cuanto llega a mi posición—. Ya veo que no eres capaz de respetar siquiera la casa donde deberíamos vivir juntos.Pasa por mi lado y atraviesa el salón, va directo a las escaleras que dirigen al segundo piso, a las habitaciones. Lo sigo, aunque en realidad no estoy prestando atención a lo que dice. La preocupación que tengo ahora es demasiada y suficiente para mantenerme alerta.—Ya no hay trato, firma el divorcio —exige, mientras recoge sus cosas y las guarda en dos maletas que sacó del armario. Veo el sobre que antes no revisé encima de la cama deshecha.No intento explicar algo que él no entenderá, pero tampoco me quedo callada.—¿Te atreves a usar esto como excusa luego de dejarme botada en medio de la nada?—Al parecer te vino bien, si terminaste en la cama con mi hermano —declara, con brusquedad—. Espero que te hayas conformado con seducir al menos a uno de los O' Conell.«Idiota».—No me faltes el respeto —exijo, entre dientes—. Tú no sabes qué pasó y tampoco tienes la moral para reclamarme nada.—No voy a perder mi tiempo contigo —desestima, terminando de empacar sus pertenencias—. Annabelle me está esperando.«¡No puede ser!».—¿Annabelle? ¿Ella no estaba fuera del país? —pregunto, aunque no debía hacerlo.Dylan se voltea para medir mi reacción. Busca algo en mi rostro y no me queda claro qué es, pero no dudo que sea para justificar todo lo que cree de mí.—Ya regresó —declara, con actitud hosca.—Cuando supo que ibas a casarte, ¿no? Qué conveniente.Con dos largos pasos se para delante de mí. Su entrecejo fruncido y sus ojos llameantes me avisan de que no le gustaron mis palabras.—Te voy a advertir algo —me señala con un dedo—, no te quiero cerca de ella. O te las verás conmigo.Muerdo mi lengua para no responderle lo que lleva, no obstante, le mantengo la mirada. Que no crea que podrá someterme como le dé la gana.Da un paso atrás un segundo después y me da la espalda. Va hasta donde están sus maletas y las cierra. Toma una en cada mano y antes de salir de la habitación, señala el convenio de divorcio que sigue sobre la cama.—Fírmalo y me lo devuelves en un mes, no acepto retrasos.No espera mi confirmación, se limita a creer que haré lo que diga. Y aunque al menos debería agradecer que continúe nuestro acuerdo de seguir esta farsa por este tiempo, no puedo evitar que mis pensamientos se vayan por otros lados.—¿Por qué me odias? —pregunto, antes de poder detenerme.Puede que tenga una idea, si analizo todo lo que me ha dicho en las últimas horas, pero igual me gustaría escucharlo de su boca.Dylan se detiene y sin voltearse siquiera, me responde.—Porque tú arruinaste todo lo que yo tenía —declara y sin demorar un segundo más, sigue su camino; lejos de mí.Alessandra CavaniMe miro en el espejo y dudo si estaré haciendo lo correcto. El vestido de cóctel me sienta bien, pero no creo que a donde voy, todos piensen lo mismo.Han pasado tres días desde que Dylan se marchó con su ultimátum, pero en realidad, yo no he dejado de pensar en lo que me dijo su hermano, Ryan. Le doy vueltas al asunto y por más que trato, no logro recordar si mientras bebía con él, me fui de lengua. Aunque lo dudo mucho, mis secretos están bien guardados y hasta dormida, podría negar todo lo relacionado con ellos.Y precisamente por eso es que acepté la invitación de Ryan de asistir a la fiesta organizada por sus padres. Sé que no soy bienvenida, sobre todo porque Dylan no me invitó, pero lo que necesito saber es más importante.El trayecto hasta la casa familiar, esta vez, lo hago en mi propio auto, para evitar problemas futuros, si se presentan. En cuanto llego, me escabullo entre los pocos invitados, buscando a Ryan antes de que alguien note mi presencia y se ext
Alessandra CavaniMe doy la vuelta y me encuentro con Ryan, que parece haber escuchado toda la conversación. Junto mis manos y retuerzo mis dedos, con nerviosismo, no sé qué hacer o qué decirle para saber cuánto escuchó en realidad. Sin embargo, voy directo al grano, debe ser evidente lo del divorcio si Dylan ni siquiera me trata con una pizca de respeto.—Escuchaste todo, ¿verdad?Ryan frunce el ceño y pellizca sus labios con sus dedos, tal vez pensando qué decirme para no hacerme sentir tan miserable. Asiente, luego de unos segundos extraños en los que no deja de mirarme ni un instante.Cierro los ojos y respiro profundo, intento alejarme para evitar mayor humillación. No quiero tener que dar explicaciones por las decisiones tomadas, no quiero quedar como la actriz de cuarta que termina en medio de otra polémica porque no sabe qué más hacer con su vida.Pero Ryan no me deja alejarme, me toma del brazo con suavidad y el gesto dista tanto del que hizo antes su hermano, que me quedo mi
Dylan O¢ ConellMi agarre se hace más fuerte en su brazo cuando Alessandra intenta zafarse, porque no puedo dejarla ir. Ella no tiene que estar aquí y debe comprenderlo cuanto antes, este no es su lugar. No entiendo con qué intención mi hermano la llamó y además, la defiende, pero no dudo que ya se haya dejado influenciar por ella y su arte seductor. Su fama no es precisamente por su profesión, más bien por los problemas que siempre tiene alrededor y que, casi siempre, tienen que ver con hombres.Me alejo de la casa, rumbo a donde dejé a Anyelina esperándome. Fue una suerte que ella estuviera de acuerdo y no me dejara una vez más por culpa de las acciones de Alessandra Cavani, la maldición de mi vida. Doblamos la esquina y suelto el agarre, para evitar dramas innecesarios, ya basta con los que tenemos. Anyelina, al verme, se me acerca con una sonrisa radiante en sus labios, pero la pierde por completo cuando se cruza con Alessandra.—¿Qué hace ella aquí? —pregunta, con sus dientes apr
Dylan O’ ConellLo que pretendíamos hacer queda interrumpido cuando mi hermano entra a nuestro apartamento. Anyelina se baja de mi regazo con un rápido movimiento, luego de soltar un chillido que me deja medio sordo. Me queda claro que es por la presencia de Ryan y le agradezco que no quiera exponerse delante de él.Sin embargo…—¿Por qué tu hermano está aquí? ¿Por qué tiene acceso a tu apartamento y además, entra sin permiso? —pregunta, con indignación.Es lógico que ella no sepa que vivimos juntos, ya que estuvo lejos todo un año y en ese tiempo, muchas cosas cambiaron.Pretendo responderle, pero Ryan escuchó perfectamente sus preguntas y no demora en ponerla al tanto. No me da tiempo evitarlo.—Lamento decirte que la única que no tiene que estar aquí…eres tú, sobre todo porque no eres la esposa de mi hermano —informa con arrogancia, mientras se quita la chaqueta de su traje y mira a Anyelina con una expresión que no me gusta—. Esta también es mi casa. No necesito pedir permiso.—Ry
Dylan O’ ConellMe despierto por puro instinto, aunque después de la noche que pasé, es un milagro. Por suerte, no tengo que ir a trabajar a la empresa familiar, ya que se supone que estoy de luna de miel y me puedo tomar unas vacaciones. Sin embargo, mis responsabilidades son demasiado importantes para mí y no puedo obviarlas. Mucho menos, si tienen que ver con mi patrimonio personal.Desde hace tres años dirijo mi propia empresa y desde entonces, mi vida gira en torno a ella. Nadie de mi familia está al tanto, porque todo lo llevo en secreto y no he usado ni un centavo de ellos. Es mi mayor proyecto de vida.Salgo de mi apartamento sin ver a mi hermano, lo que me parece bien. No quiero amargarme tan temprano en la mañana. Voy directo a mi empresa y como siempre, doy tres o cuatro vueltas, antes de ir hasta el edificio donde queda la oficina principal. Atravieso el amplio salón a paso rápido y me integro con los demás empresarios que continúan sus labores, como yo.Al llegar a la ofi
Dylan O' ConellAlessandra se queda atónita y su expresión fingida en su papel de víctima, me hace enojar.—¿Por qué siempre insinúas que yo busco el dinero de tu familia? ¿Por qué crees eso de mí, si en realidad no me conoces de nada? —Su voz suena dolida, pero no le creo nada.Ella es actriz y a pesar de su carrera poco conocida por su profesión como tal, debo decir que le sale bien actuar en situaciones como esta. Me río en su cara y la obligo a retroceder, hago que se siente otra vez en la silla que antes estaba ocupando.—Me parece divertido que finjas demencia, la verdad. Pero dice mucho de ti, y no precisamente a favor, que siempre trates de hacerme pasar por imbécil —exclamo, sintiendo que es ahora el momento para decirle más verdades como las que merece—. Supongo que no recuerdas todo lo que pasó hace un año, ¿no? Todo lo que hiciste, que me jodió la vida y lo sigue haciendo hasta hoy.Alessandra abre mucho los ojos y niega con la cabeza, frenéticamente. Coloca sus manos sobr
Alessandra Cavani.Dylan se va y yo me quedo pensando en las razones de haberle pedido una selfie. Sonrío sin poder evitarlo y continúo mirando por el ventanal. Me quieren molestar, ya me quedó claro, aunque tampoco tenía dudas de que eso sería algo que sucedería. Anoche me dieron un aviso de alguien queriendo desprestigiarme con una foto un tanto extraña y que daría paso a malentendidos.Ya he pasado por demasiados escándalos en mi vida para saber cómo funciona y cómo debo gestionarlos. Y algo me dice que ahora necesito pruebas de todos los movimientos que hagamos Dylan y yo juntos, porque no dudo ni por un segundo de que esto recién está empezando.Busco en mi teléfono mi cuenta de Facebook y sin pensarlo dos veces, publico la foto que acabo de tomarme con mi “amado esposo”.Salgo del Club y voy directo a donde cuidan de mi nono. Desde el día anterior a la boda no lo veo y aunque él me dijo que no lo visitara para cuidar su identidad, no puedo abandonarlo ahora que está en tan mal e
Dylan O’ ConellEl bombardeo de mensajes y llamadas, de todos mis familiares, me hace enojar. Además de Annabelle, que no deja de insistir, intentando que le explique lo que sucede y también, recordándome todo el daño que puede hacer Alessandra a mi imagen.Llega un momento en el que no sé si siento odio, irritación o me divierte todo esto. Ni siquiera conozco el motivo por el que todos andan locos, pero no me quedan dudas de que mi piedra en el zapato, mi ex esposa Alessandra Cavani, tiene algo que ver.Cuando la llamo para pedir una explicación, me quedo en shock al saber que está en la casa de mi familia y que debo presentarme cuanto antes. No me queda claro cómo me siento al respecto, si tengo que estar dando explicaciones de mi vida privada y sumado, seguir fingiendo delante de todos que mi matrimonio sigue en pie.La parsimonia con la que ella trata todo este asunto me provoca repelús. Y me hace pensar que de verdad, está acostumbrada a todo el drama que siempre tiene a su alred