Dylan O’ ConellEl bombardeo de mensajes y llamadas, de todos mis familiares, me hace enojar. Además de Annabelle, que no deja de insistir, intentando que le explique lo que sucede y también, recordándome todo el daño que puede hacer Alessandra a mi imagen.Llega un momento en el que no sé si siento odio, irritación o me divierte todo esto. Ni siquiera conozco el motivo por el que todos andan locos, pero no me quedan dudas de que mi piedra en el zapato, mi ex esposa Alessandra Cavani, tiene algo que ver.Cuando la llamo para pedir una explicación, me quedo en shock al saber que está en la casa de mi familia y que debo presentarme cuanto antes. No me queda claro cómo me siento al respecto, si tengo que estar dando explicaciones de mi vida privada y sumado, seguir fingiendo delante de todos que mi matrimonio sigue en pie.La parsimonia con la que ella trata todo este asunto me provoca repelús. Y me hace pensar que de verdad, está acostumbrada a todo el drama que siempre tiene a su alred
Alessandra Cavani.No suelo ser una perra engreída, ni altanera, pero estoy disfrutando demasiado las expresiones petrificadas de las arpías de esta familia. No se aguantan un pelo para soltar su veneno ni dejar sus insidiosos comentarios, así que verlas con la boca abierta y boqueando como peces fuera del agua, me provoca cierta satisfacción.Siento la mirada de todos sobre mí, porque cada uno a su forma se quedó sorprendido. Sin embargo, es la de él la que eriza los cabellos de mi nuca. No sé por qué me mira con tanta intensidad, ni si es molestia u orgullo por mi forma de gestionar este problema. Lo único que sé es que sus ojos no se despegan de mi cara y yo comienzo a sonrojarme por eso.No le devuelvo la mirada, me enfoco en cualquier cosa, menos en él. Pero sigue siendo igual de, ¿incómodo?, ¿extraño?Entre Dylan y yo no ha existido nada, jamás. Solo un odio desmedido de su parte y algunas horas de paz, cuando necesitamos el uno del otro para cumplir con lo que queremos aparenta
Dylan O’ Conell.Aprieto mi mandíbula en cuanto abuelo Fran me ordena que salga del comedor. Quiero replicar, pero sé que no puedo hacerlo, tengo que respetar su autoridad a pesar de todo.Me pregunto qué querrá hablar con Alessandra, si ni siquiera se conocen. No realmente. Lejos de una presentación formal y la última visita el día de la fiesta, no creo que hayan coincidido. Mi abuelo es un hombre de principios, que no tolera la irresponsabilidad ni la ineptitud. No dudo que haya buscado información sobre ella, cuando supo que sería mi esposa, así que no alcanzo a entender del todo cómo es que se posiciona a su favor cuando la atacan. Tampoco comprendo qué tienen ellos que hablar y por un momento, me quedo pensando en lo que Alessandra podría decirle.No tengo ni posibilidad de decirle que no mencione nada del divorcio antes de salir y dejarlos solos. Atravieso el marco una vez más y a pocos metros, escucho las quejas de mi madre y mis tías, que tampoco entienden la postura de mi abu
Alessandra Cavani.Me levanto sin importarme que Dylan intente detenerme. No puede pretender que yo acepte con tranquilidad todas las insinuaciones que está haciendo sobre mí.«Insinuaciones, no sería la palabra». Corrijo, porque el muy imbécil no me está dando vueltas, está yendo directo a lo que él cree que está sucediendo. Sin importarle ofenderme en el camino.Y me parece que se dará un tremendo golpe a su ego cuando descubra quién está realmente detrás de todo esto. Porque no me quedan dudas de que es alguien cercano a él.—¿A dónde crees que vas? —demanda, tomándome del brazo por tercera vez en lo que va de encuentro.Pero ya se me acabó la paciencia y me zafo de malas formas.—¡Suéltame! —ordeno, doy un paso atrás y lo fulmino con la mirada. Lo señalo con un dedo—. No te atrevas a tocarme otra vez. O no respondo de mí.Dylan no se esperaba mi reacción, así que se queda momentáneamente congelado en el lugar. Hasta que sus ojos brillan con algo que no alcanzo a reconocer y apriet
Alessandra Cavani.Con solo ver a Annabelle Simpson delante de mí, mi cuerpo se tensa por completo. Aparte de que no entiendo realmente qué carajos está haciendo aquí, me molesta cómo se siente en confiaza en esta casa. Me consta que es de Dylan, pero se suponía que debíamos vivir aquí juntos y mientras estemos fingiendo que seguimos casados, seguiré estando aquí.—Annabelle, no esperaba encontrarte aquí, en mi casa. —Pongo énfasis en el pronombre personal, para ver si se lleva la indirecta.—Tuya y de Dylan, querrás decir —aclara, con una sonrisa supuestamente inocente que no se la cree ni ella—. Y por él es que estoy aquí.Su mirada se vuelve decidida y yo enarco una ceja. Me importa una mierda si él le dijo que podía venir aquí, pero yo no lo consiento, así que no voy a permitirle que haga lo que quiera en un lugar en el que no es bienvenida.—¿En serio? No veo razón para eso, aquí vivo yo, su esposa. —Me cruzo de brazos y veo cómo ella se enfurece, pero un segundo después, logra c
Dylan O' Conell.¿Cómo se atreve Ryan a meterse en donde no lo llaman? Y, ¿cómo es posible que pueda confiar en Alessandra de esa forma tan ciega?Si cuando yo lo digo, ya él está bajo el embrujo de esa mujer.Siento rabia de solo profundizar en todas las teorías que vinieron a mi cabeza mientras asimilaba todo lo sucedido. Y aunque la reacción de ella, indignada, por un momento me hizo tambalear, la verdad es que no encuentro otra razón para tal embuste. La cobertura de prensa fue demasiada en cuestión de horas, como si eso hubiera sido planificado al pie de la letra. Y es ella la que siempre ha estado rodeada de espectáculo, ¿qué se supone que vaya a pensar?Salgo de la casa huyendo de mi madre y de mis tías. Hasta de mi abuelo. No estoy de humor para aguantar sermones y tengo mucho trabajo por hacer. Mi empresa no se mantiene sola y como de todas maneras, todos creen que yo soy un vago, entonces aprovecho para ir a la oficina.En el auto, de camino a la ciudad, por un momento sient
Dylan O’ Conell.«Alessandra».Su nombre no deja de repetirse una y otra vez en mi cabeza. Verlo en la pantalla de mi celular debía resultarme indignante, pero, fue todo lo contrario. No dudé. Ni un jodido segundo. Y solo cuando estuve frente al volante de mi auto, fui consciente de ello.Escuchar su voz y su tono urgente, a través de la línea, me hizo sentir algo extraño. Una imperiosa necesidad me recorrió y ahora, mientras lo asimilo, me obligo a pensar que me siento culpable por no medir el peligro al que ella está expuesta ahora. Porque no es otra cosa. No puedo ser. Es imposible. Alessandra no tiene nada que aportar a mi vida, más que lo que estamos viviendo y que al final, es beneficioso para ambos en algún sentido.Sorteo el tráfico pesado de la hora pico y me demoro más de lo que me gustaría en este trayecto. Una agitación inusual me recorre y me veo apretando el volante entre mis manos más de una vez en todo el camino. Y estoy en un tremendo embotellamiento, cuando mi teléfo
Alessandra Cavani.Miro mi armario y no acabo de decidirme. Muerdo mi labio inferior, nerviosa, de solo imaginar que ya ha pasado una hora y yo todavía no sé qué voy a ponerme.No es que me importe la opinión de Dylan, pero su frase "espero que estés a la altura", me cayó demasiado mal. Hasta ahora yo le he demostrado que siempre cumplo mi palabra, pero él continúa predispuesto y escéptico con todo lo que respecta a mí. No cree absolutamente nada de lo que yo digo o hago, a todo le encuentra un maldito problema.Y yo sé que en parte tuve culpa por haber aceptado esa propuesta suya que no era para mí, pero ha pasado todo un año desde entonces y nosotros no hemos logrado encajar en nada. Sobre todo, Dylan, que no me soporta y no pierde oportunidad para dejarlo claro.Sé que hoy, el banquete, es un evento importante para su familia y yo, no sería capaz de estropearlo. Primero, porque respeto el trabajo de todos y el de su familia, no es la excepción. Segundo, porque mi intención no es ar