Dylan O' Conell.¿Cómo se atreve Ryan a meterse en donde no lo llaman? Y, ¿cómo es posible que pueda confiar en Alessandra de esa forma tan ciega?Si cuando yo lo digo, ya él está bajo el embrujo de esa mujer.Siento rabia de solo profundizar en todas las teorías que vinieron a mi cabeza mientras asimilaba todo lo sucedido. Y aunque la reacción de ella, indignada, por un momento me hizo tambalear, la verdad es que no encuentro otra razón para tal embuste. La cobertura de prensa fue demasiada en cuestión de horas, como si eso hubiera sido planificado al pie de la letra. Y es ella la que siempre ha estado rodeada de espectáculo, ¿qué se supone que vaya a pensar?Salgo de la casa huyendo de mi madre y de mis tías. Hasta de mi abuelo. No estoy de humor para aguantar sermones y tengo mucho trabajo por hacer. Mi empresa no se mantiene sola y como de todas maneras, todos creen que yo soy un vago, entonces aprovecho para ir a la oficina.En el auto, de camino a la ciudad, por un momento sient
Dylan O’ Conell.«Alessandra».Su nombre no deja de repetirse una y otra vez en mi cabeza. Verlo en la pantalla de mi celular debía resultarme indignante, pero, fue todo lo contrario. No dudé. Ni un jodido segundo. Y solo cuando estuve frente al volante de mi auto, fui consciente de ello.Escuchar su voz y su tono urgente, a través de la línea, me hizo sentir algo extraño. Una imperiosa necesidad me recorrió y ahora, mientras lo asimilo, me obligo a pensar que me siento culpable por no medir el peligro al que ella está expuesta ahora. Porque no es otra cosa. No puedo ser. Es imposible. Alessandra no tiene nada que aportar a mi vida, más que lo que estamos viviendo y que al final, es beneficioso para ambos en algún sentido.Sorteo el tráfico pesado de la hora pico y me demoro más de lo que me gustaría en este trayecto. Una agitación inusual me recorre y me veo apretando el volante entre mis manos más de una vez en todo el camino. Y estoy en un tremendo embotellamiento, cuando mi teléfo
Alessandra Cavani.Miro mi armario y no acabo de decidirme. Muerdo mi labio inferior, nerviosa, de solo imaginar que ya ha pasado una hora y yo todavía no sé qué voy a ponerme.No es que me importe la opinión de Dylan, pero su frase "espero que estés a la altura", me cayó demasiado mal. Hasta ahora yo le he demostrado que siempre cumplo mi palabra, pero él continúa predispuesto y escéptico con todo lo que respecta a mí. No cree absolutamente nada de lo que yo digo o hago, a todo le encuentra un maldito problema.Y yo sé que en parte tuve culpa por haber aceptado esa propuesta suya que no era para mí, pero ha pasado todo un año desde entonces y nosotros no hemos logrado encajar en nada. Sobre todo, Dylan, que no me soporta y no pierde oportunidad para dejarlo claro.Sé que hoy, el banquete, es un evento importante para su familia y yo, no sería capaz de estropearlo. Primero, porque respeto el trabajo de todos y el de su familia, no es la excepción. Segundo, porque mi intención no es ar
Alessandra Cavani.No me ha soltado ni un segundo. Y no encuentro una razón para entenderlo.¿Qué estará pasando por su cabeza ahora?El ambiente dentro del auto es, tenso y tranquilo a la vez. No sé cómo reaccionar a su extraño actuar. Debería soltar su mano y alejarme lo más que puedo, pero no lo hago.«¿Por qué?».No tengo idea y como no pretendo comerme la cabeza con sus desajustes emocionales y su bipolaridad, mejor lo dejo por la paz. Tal vez solo quiere aparentar desde ahora que somos un feliz matrimonio, aunque no le encuentro el sentido, de ser así.El viaje hasta el lugar del evento lo hacemos en completo silencio. Por momentos, siento su mirada de reojo. Me da ganas de reír y en ocasiones, casi que suelto la carcajada, pero la aguanto a tiempo. Solo un atisbo de risa muestro en mis labios y ruego para que él no sea testigo. Porque la verdad es que lo prefiero así, al idiota que se la pasa buscando cómo reclamarme algo.Quiero pensar que se tragó sus palabras de antes y que
Dylan O’ Conell.Si me preguntan, por qué hago esto, ahora mismo no sabría qué responder. Me limitaría a gruñir, con disgusto, porque se atreven a molestarme.No sé qué pasó por mi cabeza en el momento que decidí besarla. No lo recuerdo, sinceramente. Podría decir, justificarme, con que todas las miradas sobre ella tuvieron algo que ver. Pero sería una vil mentira.La besé porque tenía ganas. Y no tengo idea de dónde surgió ese impulso. Porque yo la odio.«¿Verdad?».Y justo ahora, que mi cabeza es un caos, continúo con mi frente apoyada sobre la suya y con mis ojos cerrados, esperando que mi jodida respiración se controle. Sé que somos el centro de atención, pero nadie podría culpar a un hombre enamorado y recién casado de querer besar a su esposa, así que poco me importa lo que puedan pensar de mí. Y nadie en este amplio círculo, conoce nuestra verdad. Esa que solo sabemos ella y yo.Lo único que me preocupa es ver una reacción en su mirada. Todas las preguntas que sé, querrá hacerm
Alessandra Cavani.Si alguien me explicara qué es lo que está sucediendo, yo podría prepararme mejor para lo que sospecho, está por venir.Dylan O' Conell siendo un hombre caballeroso, atento incluso, así sea de vista a la sociedad, no me da confianza.No voy a recordar el beso porque, para mi consternación, aún no he podido olvidarlo. Y me digo tonta a mí misma por ello, pero no soy capaz de pasar la página por el simple hecho de que lo que sentí, en él, no en mí, fue algo completamente diferente.Tengo claro lo que somos en realidad, lo que fingimos y también, lo que no puedo esperar jamás de un hombre como él. Para Dylan, yo solo soy la mujer que se atravesó en su camino. Y aunque quisiera exponer los motivos por los que hice tal cosa, o todas esas "casualidades" que me llevaron hasta él, igual no me creería. No voy a perder mi tiempo intentando aclarar algo, que ni yo misma puedo dar fe de cómo pasó.Pero ahora, mientras me lleva de la mano para despedirnos de todos, siento que es
Dylan O' Conell.Dejo el vaso vacío antes de ponerlo otra vez en su lugar. El líquido quema mi garganta, pero tengo una misión y necesito cumplirla antes de que Alessandra se quede dormida. No sé cuánto tiempo ha pasado, tampoco tengo seguridad de que siga despierta, pero no me interesa.Me va a escuchar y bien.Subo las escaleras de dos en dos y cuando llego al pasillo, no dudo en ir directo a su habitación. La habitación donde deberíamos dormir juntos, si fuéramos un matrimonio normal.Me detengo un segundo delante de la puerta cerrada. Pero quiero explicaciones y no pretendo que pase el momento indicado para pedirlas.Abro la puerta sin tocar y me sorprende que no tiene seguro. La oscuridad me absorbe por unos segundos cuando entro a la habitación. Y cuando logro encontrarla, la veo en la cama, acurrucada sobre el colchón, sin nada que la cubra.Me acerco en silencio y es lo peor que pude haber hecho en la vida. Porque si antes la deseaba, ahora lo hago mucho más. No es para menos
Alessandra Cavani.No soy capaz de moverme. Debería hacerlo, pero sigo donde mismo, mirando sus ojos azules y electrizantes.Su expresión es de pura lujuria. Y mientras detalló cada mínimo rasgo de su rostro, buscando en ellos algo que me diga lo que está pasando por su cabeza, siento sus dedos presionarse en mis caderas.Rudo, pero a la vez, intenso. Esa presión envía corrientes por todo mi cuerpo y eriza mi piel.Todo ello, durante el rato que nos quedamos así, mirándonos.Hasta que sacudo mi cabeza para organizar mis pensamientos, trago en seco y me obligo a reaccionar.—¿Qué estamos haciendo? —pregunto y me incluyo, porque tiene que existir algún motivo por el que yo sigo encima de él.Dylan chasquea la lengua y se acomoda debajo de mí. El bulto en sus pantalones se vuelve evidente y roza directamente en mi entrepierna. Un escalofrío se desliza por mi espalda y me hace gemir, pero lo aguanto a tiempo, antes de avergonzarme con él.—¿Qué crees...que estamos haciendo? —devuelve mi i