Dylan O’ Conell.Si me preguntan, por qué hago esto, ahora mismo no sabría qué responder. Me limitaría a gruñir, con disgusto, porque se atreven a molestarme.No sé qué pasó por mi cabeza en el momento que decidí besarla. No lo recuerdo, sinceramente. Podría decir, justificarme, con que todas las miradas sobre ella tuvieron algo que ver. Pero sería una vil mentira.La besé porque tenía ganas. Y no tengo idea de dónde surgió ese impulso. Porque yo la odio.«¿Verdad?».Y justo ahora, que mi cabeza es un caos, continúo con mi frente apoyada sobre la suya y con mis ojos cerrados, esperando que mi jodida respiración se controle. Sé que somos el centro de atención, pero nadie podría culpar a un hombre enamorado y recién casado de querer besar a su esposa, así que poco me importa lo que puedan pensar de mí. Y nadie en este amplio círculo, conoce nuestra verdad. Esa que solo sabemos ella y yo.Lo único que me preocupa es ver una reacción en su mirada. Todas las preguntas que sé, querrá hacerm
Alessandra Cavani.Si alguien me explicara qué es lo que está sucediendo, yo podría prepararme mejor para lo que sospecho, está por venir.Dylan O' Conell siendo un hombre caballeroso, atento incluso, así sea de vista a la sociedad, no me da confianza.No voy a recordar el beso porque, para mi consternación, aún no he podido olvidarlo. Y me digo tonta a mí misma por ello, pero no soy capaz de pasar la página por el simple hecho de que lo que sentí, en él, no en mí, fue algo completamente diferente.Tengo claro lo que somos en realidad, lo que fingimos y también, lo que no puedo esperar jamás de un hombre como él. Para Dylan, yo solo soy la mujer que se atravesó en su camino. Y aunque quisiera exponer los motivos por los que hice tal cosa, o todas esas "casualidades" que me llevaron hasta él, igual no me creería. No voy a perder mi tiempo intentando aclarar algo, que ni yo misma puedo dar fe de cómo pasó.Pero ahora, mientras me lleva de la mano para despedirnos de todos, siento que es
Dylan O' Conell.Dejo el vaso vacío antes de ponerlo otra vez en su lugar. El líquido quema mi garganta, pero tengo una misión y necesito cumplirla antes de que Alessandra se quede dormida. No sé cuánto tiempo ha pasado, tampoco tengo seguridad de que siga despierta, pero no me interesa.Me va a escuchar y bien.Subo las escaleras de dos en dos y cuando llego al pasillo, no dudo en ir directo a su habitación. La habitación donde deberíamos dormir juntos, si fuéramos un matrimonio normal.Me detengo un segundo delante de la puerta cerrada. Pero quiero explicaciones y no pretendo que pase el momento indicado para pedirlas.Abro la puerta sin tocar y me sorprende que no tiene seguro. La oscuridad me absorbe por unos segundos cuando entro a la habitación. Y cuando logro encontrarla, la veo en la cama, acurrucada sobre el colchón, sin nada que la cubra.Me acerco en silencio y es lo peor que pude haber hecho en la vida. Porque si antes la deseaba, ahora lo hago mucho más. No es para menos
Alessandra Cavani.No soy capaz de moverme. Debería hacerlo, pero sigo donde mismo, mirando sus ojos azules y electrizantes.Su expresión es de pura lujuria. Y mientras detalló cada mínimo rasgo de su rostro, buscando en ellos algo que me diga lo que está pasando por su cabeza, siento sus dedos presionarse en mis caderas.Rudo, pero a la vez, intenso. Esa presión envía corrientes por todo mi cuerpo y eriza mi piel.Todo ello, durante el rato que nos quedamos así, mirándonos.Hasta que sacudo mi cabeza para organizar mis pensamientos, trago en seco y me obligo a reaccionar.—¿Qué estamos haciendo? —pregunto y me incluyo, porque tiene que existir algún motivo por el que yo sigo encima de él.Dylan chasquea la lengua y se acomoda debajo de mí. El bulto en sus pantalones se vuelve evidente y roza directamente en mi entrepierna. Un escalofrío se desliza por mi espalda y me hace gemir, pero lo aguanto a tiempo, antes de avergonzarme con él.—¿Qué crees...que estamos haciendo? —devuelve mi i
Alessandra Cavani.Mi espalda se arquea y suelto un gritito en cuanto Dylan chupa con suavidad uno de mis pechos. Cierro mis ojos con fuerza y llevo mis manos a su cabeza, enredando mis dedos en sus cabellos, para impulsarlo más contra mí.No pienso en nada, solo disfruto de la suavidad de su lengua contra mi piel, de sus dientes arrastrándose de un pecho al otro, de sus manos cubriéndolos y sus dedos pellizcando con fuerza contenida.Siento su erección rozar contra mi entrepierna. Una dureza que me hace jadear y desearla dentro de mí. Una nebulosa de placer nubla mis sentidos y solo tengo pensamientos para una cosa: él.No es algo lento, arrastra sus manos por mi cuerpo con necesidad. Su toque es ardiente y logra encenderme tanto, que me restriego contra él buscando aliviarme.Besa mis pechos y baja por mi abdomen, se recrea en el borde de mis diminutas bragas. Levanto un poco la cabeza para verlo y me encuentro con sus ojos, azules y deseosos, mirándome de una forma tan atrevida, ta
Alessandra Cavani.Dylan recupera su aliento encima de mí. Yo me quedo con los ojos cerrados, no me atrevo a moverme, ni siquiera a respirar.Unas lágrimas pican detrás de mis párpados cerrados. Pensaba que el arrepentimiento llegaría después, pero la verdad es que ya comienzo a sentirlo.Sus manos siguen entrelazadas con las mías y su miembro dentro de mí. Mis piernas siguen rodeando sus caderas y su cabeza, su boca, sigue rozando la piel de mi cuello.Su aliento tibio se siente como un temporizador. A medida que va recuperando su frecuencia normal, mis nervios aumentan. En cualquier momento esto se convertirá en un campo de batalla, lo sé. Uno en el que yo soy su enemiga y no dudo que se llene la boca diciendo que yo vine a seducirlo.No sé qué pensar de lo sucedido, porque no quiero profundizar en lo bien que me sentí. Y no, no es solo que el sexo haya sido bueno, que lo haya disfrutado. Hay algo más. No quiero tampoco meterme en mi cabeza y preguntarme una y otra vez en qué carajo
Dylan O' Conell.Entro al apartamento que comparto con mi hermano y lo primero que veo, es a Ryan bebiendo de una copa de vino tinto. Frente a él, en la mesilla que decora el salón, una botella de las más caras que tenemos en la cava.—Imagino que fue una buena noche —digo, solo por sacarle conversación, mientras me quito la chaqueta y disimulo el desastre que soy.—Sí, lo fue.Su respuesta es seca y cortante. Está pensativo por algún motivo que no quiero preguntar, pero que me gustaría saber.—Mañana será noticia en todos los periódicos, el nuevo lanzamiento.Me dedica un asentimiento, pero es un gesto automático, ni siquiera creo que me haya escuchado.No sé por qué continúo intentando iniciar una conversación, cuando yo no tengo energías para nimiedades y Ryan tampoco está por la labor de responderme.—Hasta mañana —me despido, dispuesto a salir del salón.No es como que yo haya olvidado las palabras de mi hermano en la fiesta, justo antes de ver a Alessandra hablando con ese tal D
Alessandra Cavani.Me levanto del sofá y limpio la humedad de las lágrimas que se me escaparon y rodaron por mis mejillas. No sé cuánto tiempo pasó desde que Dylan se fue, pero no quiero averiguarlo, tampoco. Mi desnudez me hace sentir frío y froto mis brazos para intentar aliviar mi piel de gallina.Suelto un suspiro y miro hacia abajo, a la bata que llevaba puesta y que se ve como un pequeño bulto en el piso, a los pies del sofá. Noto el temblor de mi mano solo cuando extiendo mi brazo para recogerla.—Contrólate, Alessandra —ordeno, hablando conmigo misma.Lo que aquí pasó, fue un error, pero yo estaba consciente de que lo sería. Porque, ¿qué esperaba?, ¿que Dylan se quedara a mi lado, me abrazara y volviéramos a hacer el amor como dos enamorados?Ruedo los ojos, molesta con mis reacciones, con mis jodidos pensamientos.